Maika Salguero

'Bali' se sube a la ola en la Gran Vía

El tradicional Desfile de la Ballena congrega a una multitud para disfrute de los más pequeños

Domingo, 17 de agosto 2025, 18:08

Menos mal que no eran carabelas portuguesas las que este domingo atravesaron la Gran Vía de Bilbao. Suficiente lata han dado en las playas vizcaínas. En su lugar, fueron unas alegres medusas –término que, en realidad, excluye a las temibles carabelas, que no son tales animales– las que animaron el ambiente en el Desfile de la Ballena, una de las citas más exitosas de Aste Nagusia. Se coordinaron con bailarines de la comparsa Mare Nostrum vestidos de olas marinas para arrancar los aplausos de un público entregado. Bailaban de forma rítmica, como el embate del mar contra la arena, girando, formando círculos con los brazos en alto sosteniendo una tela azulada. Visto desde lejos, el efecto óptico estaba realmente logrado.

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Miles de personas abarrotaron la principal arteria de la Villa para disfrutar de la ballena 'Bali' y su séquito. El Ayuntamiento suele cifrar en 150.000 personas la asistencia, aunque la coincidencia con el debut liguero del Athletic en San Mamés seguramente provocó que el número fuera menor. Eso sí, las camisetas rojiblancas eran omnipresentes entre el público.

Una hora antes del arranque de la kalejira, las familias ya habían tomado posiciones sentadas en el suelo, subidas a bancos, farolas y todo tipo de mobiliario urbano y las más previsoras se habían pertrechado de taburetes e incluso sillas de playa. Ya había confeti desparramado por el suelo, lanzado de forma demasiado precipitada por niños de todas las edades. También triunfaron unas máscaras azules de ballena y otras amarillas de... ¿qué animal? Para un profano, poco habituado a esto del desfile, no era fácil de adivinar. Una de las encargadas de un punto de distribución desvelaba que representaba un txangurro. Si se piensa, es complicado trasladar un centollo a una careta infantil.

Así comenzó, pasadas las seis de la tarde, el desfile, con los más pequeños doblando el cuello para observar el enorme cetáceo flotante –12 metros de alto y 5 de largo– protagonista del evento. Surcaba la Gran Vía, flotando, arriba y abajo para esquivar árboles y semáforos. Los niños señalaban con sus pequeñas manitas y chillaban con cada chorro de agua expulsado por 'Bali' a través de su espiráculo. El tiempo no acompañaba. A pesar de que el termómetro marcaba 27 grados, el cielo nublado y una brisa que no cesó de correr volvían incómodo empaparse.

Junto a la ballena desfilaron un pulpo que arrancó largos 'ooooh' entre el público infantil con cada petardazo de confeti de miles de colores; un besugo de ojos somnolientos que expulsaba humo; y un txangurro que también regaba con bruma de agua a los presentes. Visto este último hinchable, la máscara del centollo cobró de golpe todo el sentido del mundo. Una almeja gigante con dos artistas dentro que emergían como perlas vivientes cerraba el séquito marítimo.

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El espectáculo es divertido y encandila a jóvenes y mayores. Rafa Gutiérrez y Ane Ortega disfrutaban con sus tres hijos, todos menores de seis años. «Venimos todos los años, es un plan que les gusta mucho», explicaba ella justo cuando un estallido llenaba el cielo de colores y el más pequeños de la familia, Ander, aplaudía sonriente. «El resto de días tratamos de ir al Txikigune porque se lo pasan en grande», apuntaba Rafa.

Homenaje a la tradición

Entre hinchable e hinchable –sostenidos, todo hay que decirlo, de forma estoica por grupos de jóvenes que en ningún momento perdieron la sonrisa– distintos grupos musicales animaron el ambiente. La batucada Trokolobo precedía a 'Bali' y anunciaba su paso, poniendo a bailar a gente de todas las edades. Tampoco faltaron el reggae y la samba, y el broche musical lo pusieron los instrumentos de viento de la Fanfarre Sama Siku y el ritmo noventero de los Brass Street Boys, que conmemoraron a las 'boy bands' de la época vestidos con atuendos marineros. La fiesta combina la vida del mar Cantábrico con el ritmo de la fiesta.

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Al igual que en ediciones anteriores, la organización quiso prestar atención y rendir homenaje a las tradiciones pesqueras vascas y, en especial, a los oficios femeninos más antiguos de los puertos de Euskadi. Una fanfarria de arponeros bailarines, recreó la caza de la ballena al son de 'Desde Santurce a Bilbao'. Y la comparsa Lobas de Mar emuló a rederas, neskatilas y empacadoras.

Cerró la comitiva un grupo de animales de la sabana. Una cebra, un antílope, una jirafa, un hipopótamo y un gorila conformaban una visión un tanto fantasmagórica con sus brazos larguísimos, como sacados de una película de Tim Burton. Les acompañaba un grupo de monos.

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Y así fueron pasando, uno tras otro, los distintos elementos del desfile desde la Plaza Circular hasta Moyúa, donde dieron una vuelta completa ates de proseguir hasta el cruce con Doctor Areilza. Y justo después se obró el milagro. En apenas tres minutos, el servicio de limpieza municipal dejó impoluta la calle.

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