«Ver por primera vez es más importante que ver mil veces», decía G.K. Chesterton. Ese es el ejercicio que nos han propuesto realizar ... en esta columna durante toda la Semana Grande. Somos tres periodistas novatos que vivirán por primera vez esta celebración. Lo haremos ejerciendo nuestro oficio, lo que implica rigurosidad y profesionalismo, pero también con el espíritu de un adolescente que emprende su primer viaje de verano por algun pueblo. Los ojos abiertos a los nuevos paisajes, a la flora y fauna de las nuevas geografías, entregados al destino de la aventura estival.
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No hay dobles oportunidades para una primera impresión, reza el dicho. Esta será nuestra oportunidad de conocer Aste Nagusia desde la candidez que ofrece la primera vez: contemplar y descubrir aquello que la repetición ha cegado en los ojos de los parroquianos acostumbrados a participar año a año del festejo tradcional. Un periodista debe ir al lugar de los hechos como un detective debe asistir a la escena del crimen. En este caso, nuestro rol será —si se permite la poca modesta comparación— el de detectives salvajes, buscando las piezas que más llamen nuestra atención en ese mosaico fractal y policromático que constituye toda gran fiesta. Cada día, uno de los tres escribirá sobre algún elemento que haya generado asombro, sorpresa o que, simplemente, considere interesante relevar desde nuestras subjetividades primerizas.
Alin es donostiarra y, durante estas fechas, suele estar disfrutando de las playas guipuzcoanas. Juncal es de Irún y solo ha asistido a este festejo por el día durante su infancia. Yo vengo de Chile, un país lejano: una angosta isla continental cercada por la cordillera de los Andes y el oceano Pacifico. Por tanto, todo me resulta motivo de curiosidad.
Mis amigos bilbaínos me han prevenido sobre este evento, al punto de infundir cierto miedo ante una semana donde la celebración es intensa e incesante. Estoy nervioso, como suele ocurrir antes de saltar desde una roca al mar, con el vértigo de la altitud y la duda sobre la profundidad del fondo marino.
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En ocho días llegará el momento del balance. Por ahora, estamos expectantes ante el chupin, queremos recorrer las txosnas y ver aparecer en el Arriaga a Marijaia, ese personaje tan peculiar. «Un primer beso no se da con los labios, sino con la mirada», escribió alguna vez Truman Capote. Esperamos que desde hoy comience un nuevo romance.
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