Valladolid 0-1 Alavés
El Alavés brinda en la élite
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Valladolid 0-1 Alavés
El Alavés brinda en la éliteParece obligado ser aficionado del Alavés para conocer todos los grados del sufrimiento. Pasar de la aflicción a la congoja, atravesar la inquietud para alcanzar ... el malestar y, un poco más adelante, que la intranquilidad y la incertidumbre acaben en lo más parecido a la ansiedad. Así, en el precipicio de la angustia tras una pésima segunda mitad y con el equipo en el pobre disfraz de un bamboleante flan, Garcés taponaba en el minuto 92 un balón de Arnu. El que parecía colarse en la meta de Sivera para redirigir a los albiazules hacia una última jornada con todo en juego. Hacia la hoguera. Pero el cuerpo del argentino se interpuso entre la pelota y la red para que se desenredaran los estómagos alavesistas. Para que la temporada competitiva se acabara de la misma forma en la que se ha vivido, de forma dramática. Pero era ganar o ganar y se ganó. Como para ponerle demasiados peros.
Valladolid
Hein; Anuar (Arnu, m. 72), Candela (Amath, m. 86), Nikistscher, Cenk, Aznou; Mario Martín (Alani, m.46), Amallah (Grillitsch, m. 46); Xavier Moreno (Iván Sánchez, m. 46), Latasa, Raúl Moro.
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Alavés
Sivera; Tenaglia, Facundo Garcés, Mouriño, Manu Sánchez; Antonio Blanco (Protesoni, m. 85); Carlos Vicente, Ander Guevara, Guridi (Jordán, m. 65), Aleñá (Tomás Conechny, m. 65); Kike García.
Gol. 0-1, Minuto 17: Kike García, de penalti.
Árbitro. Díaz de Mera Escuderos (Comité castellanomanchego). Sancionó a los albiazules Carlos Vicente (m. 89) y Conechny (m. 93).
Incidencias. Jornada 37 de LaLiga EA Sports, disputada en el estadio José Zorrilla ante 14.506 espectadores.
El partido había arrancado sin sorpresas en el once. Coudet ya avanzó su intención de repetir alineación y así lo hizo, de nuevo con Guevara sobre el césped para formar la pareja de mediocentros junto a Blanco. También el guion arrancó de la forma prevista, con una escuadra albiazul plena de intensidad y con recuperaciones constantes en campo contrario ante un oponente perezoso. Así que en apenas unos minutos Guridi rozó el tanto con un disparo ajustado y Kike García también, en una acción que negó el meta Hein. Instantes más tarde llegó el penalti de Cenk a Tenaglia. El central tocó al lateral alavesista y Díaz de Mera lo señaló. Como ante el Valencia, la jugada gris que hasta hace apenas unos meses siempre acababa en negro para los intereses vitorianos se tiñó ayer de blanco y azul. Kike García, protagonista toda la temporada, marcó y todo se antojaba ya cuesta abajo.
Pero cuando la competición se acerca a la meta hay obstáculos ajenos y también propios, como esa incapacidad para que las piernas funcionen con independencia de la cabeza. Un Valladolid vulnerable y por momentos amistoso, que perdía balones en zonas comprometidas y se desprotegía con facilidad, recibió el indulto alavesista. Cómo explicar los regalos de Amallah –sustituido al descanso– o que el Alavés fuera incapaz de convertir siquiera en oportunidad de gol un contragolpe de tres contra nadie. Sí, contra nadie. Aleñá se vio con sus compañeros por delante del balón, impidiendo el pase por fuera de juego, y luego se perdió en la oscuridad. La escuadra pucelana, que ayer encadenó su undécima derrota, apenas había inquietado. Parecía una siesta blanquivioleta, solo alterada por la ruidosa y de nuevo masiva afición albiazul.
Se trataba de sentenciar o entrar antes o después en esos minutos donde no queda claro si la mejor opción es atacar o defender, y las dudas acaban por cobrarse el peaje. Sucedió con extrema crudeza. Aunque el Alavés haya vivido en esta última y determinante etapa de la solidez defensiva, el riesgo era evidente desde la reanudación. Pese a que Mouriño y Garcés defendieran con ferocidad, pese a que al cuadro vitoriano siempre le quedase esa solidaridad para ocupar los espacios y pelear por el compañero. Escaseaba el oxígeno y los cambios del Valladolid surtieron efecto. El empuje de Iván Sánchez por la izquierda y de Alain desde atrás dejó el duelo en el alambre. A la intemperie.
Coudet recurrió a Jordán y Conechny, pero tampoco. El Valladolid apretaba, pero también dejaba extensos prados atrás. No hubo reacción –solo un disparo de peligroso de Kike García– y sí ese goteo de llegadas y oportunidades pucelanas que amenazaban con romper el hechizo. No ha sido el Alavés este año un equipo que sepa salir de la presión y esa sensación se multiplicó. Moro cabeceó cruzado por encima del larguero, Manu Sánchez salvó en el segundo palo un centro envenenado, Latasa desperdició una ocasión que tapó Mouriño, Arnau envió un testarazo alto y Aznou un disparo junto al palo... El bombardeo era continuo y la realidad es que la explosión estuvo cerca. Muy, muy cerca.
Protesoni había entrado como último recurso, pero ni siquiera los cuatro minutos de descuento ofrecieron un mínimo de tranquilidad. En la última y posiblemente más clara oportunidad, Arnu se estrelló en el cuerpo de Garcés para alivio albiazul. Se agradeció que Díaz de Mera no solo diera una prolongación corta, cuando se paró dos minutos por la pausa de hidratación, sino que cortara el partido en el minuto 94 exacto. La congestión albiazul era de campeonato.
Pero sonó el silbato y el Alavés utilizó por fin los pulmones para introducir oxígeno y gritar salvación. Tras demasiados minutos conteniendo la respiración. De ese sudor frío que recorre la espalda y solo anticipa malas noticias. De ahí logró salir el equipo para solventar la temporada gracias al tirón final de cinco victorias en once partidos. El alivio dará paso a la reflexión. A recordar que el cuadro vitoriano sumará nueve temporadas de diez en Primera, pero también a que se han visto las orejas y hasta los colmillos del lobo. Más vale que alguien se lo tome en serio.
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María de Maintenant e Iñigo Fernández de Lucio
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