Contra el Rayo en el Trofeo Di Stéfano
Historias en albiazul ·
El Alavés participó en 1962 en un torneo en honor del famoso delantero hispano-argentino, que jugaba en el Real Madrid y estaba en el cénit de su carreraLa temporada 1961-62 terminó muy pronto para el Deportivo Alavés, pues el 1 de abril de 1962 disputó su último encuentro en Segunda ... División. Por ello, la directiva accedió a participar después en un torneo no oficial. Fue el denominado Trofeo Di Stéfano, en honor del famoso delantero hispano-argentino, que jugaba en el Real Madrid y estaba en el cénit de su carrera. Además del Alavés, participaron el Rayo Vallecano, el Burgos, el Indauchu, el Palencia y el Sestao.
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Según los periódicos de la época, había gran interés por esta cita: «Toda la prensa española se ocupa de este campeonato, surgido por deseo del famoso jugador que, apreciando el interés de los equipos por cubrir esas fechas que deja libre el Campeonato oficial, ha creído oportuno establecer un torneo en el que, por primera vez, participarán seis equipos».
El jugador del Madrid había donado el trofeo que se llevaría el vencedor, del que se preveían hacer copias en pequeño tamaño para cada uno de los jugadores que se proclamaran campeones. Además, un periodista de 'Pensamiento Alavés' propuso que al final se organizara un partido en el que, «con el equipo vencedor –¡ojalá lo fuera el Alavés!– se alineara el propio Di Stéfano, que a la vez haría entrega del Trofeo». La idea, tal y como reconocía el diario vitoriano, era bastante utópica, pues el delantero merengue iba a participar con España en el Mundial de Chile y era difícil que hubiera regresado para entonces.
El equipo albiazul comenzó su andadura en este torneo el 15 de abril contra el Indauchu en Mendizorroza. Pese al interés que se preveía, la entrada fue regular, lo que hizo que surgieran críticas contra la utilidad deportiva y económica del campeonato. Por un lado, era comprensible que la directiva quisiera tener ocupados a los jugadores, para evitar unas larguísimas vacaciones hasta la siguiente temporada, y que se quisiera sacar rendimiento económico a los meses primaverales. Por otro, había quien pensaba que no se podía alinear «un equipo de circunstancias», como el que había elegido ante el Indauchu el entrenador alavesista, Román Galarraga.
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La prensa vitoriana propuso que el astro hispano-argentino se alineara con el equipo vencedor, algo que no se cumplió
Las cosas cambiaron en la siguiente jornada, que tuvo lugar el 22 de abril. Al Alavés le tocaba jugar en Madrid contra el Rayo Vallecano, que entonces estaba en Tercera. Babazorros y rayistas ya se habían enfrentado en varias ocasiones previamente en partido oficial, pero este fue un encuentro especial, pues se disputó en el Santiago Bernabéu. Hizo muy buen tiempo, lo que ayudó a que acudiera bastante público.
Además, hizo el saque de honor uno de los hijos de Di Stéfano, 'Alfredito', ante el aplauso de los capitanes y del árbitro, Alonso Pérez. De este modo lo contaban las crónicas de la época: «Así, con verdadero espíritu de competición, comenzó la contienda, que había de terminar con un gol a cero favorable –y bien merecidamente– al equipo de Vitoria. En el Bernabéu, gracias al ardor combativo de los dos conjuntos, pudimos pasar un rato agradable. Y los seguidores alavesistas –que los había, y los reconocimos en las tribunas– tuvieron ocasión de presenciar una buena faena de su equipo, que, por si fuera poco, se alzó con la victoria».
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En efecto, el dominio territorial correspondió al Rayo, pero el Alavés –que alineó a Oroz, Basterrechea, Gorospe, Eloy, San Emeterio, Antón, Achuri, Kaítos, Legorburu, Badiola y Beitia– fue más efectivo. Tras una primera parte bastante igualada, en el minuto 19 del segundo tiempo Achuri, en una buena jugada, pasó el balón a Badiola, «quien remató imparablemente a las mallas, a pesar de la salida del cancerbero rayista».
En general, «todo el encuentro fue animado y competido, e interesante, además, para los aficionados. Los dos conjuntos pusieron sobre el césped un admirable entusiasmo». El torneo terminó en junio de 1962 con el triunfo final del Burgos y, por supuesto, no se cumplió el sueño de la prensa vitoriana de que el propio Alfredo Di Stéfano se alineara en un partido con el equipo vencedor.
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