El Alavés sigue en una nube

En el minuto 30, tuvo un amago de su peor versión. Cedric recogió un magnífico pase de Iván Morante a la espalda del francés y batió a un Sivera que rozó una parada de mérito. Antes, ya había tenido trabajo el guardameta para atajar con los pies un disparo de Lago Junior y atrapar un disparo centrado de Peque.

En el cuarto de hora que el Racing logró que su ataque orbitara en torno a Iñigo Vicente, el jugador de mayor talento de los que 46 que participaron ayer en el modesto estadio cántabro de El Pilar, uno de los pocos en los que sigue permitida la venta de alcohol, el conjunto albiazul sufrió. Mostró la misma fragilidad del año pasado debido a su falta de brillantez en la zona de tres cuartos. Pero como sigue en una nube, logró contener las acometidas de su adversario y acabar llevándose el partido con el gol soñado de cualquier vitoriano.

Antes, Miguel y Sylla, titulares los dos, apenas entraron en juego en un ataque en el que Rioja es el único albiazul que tiene la llave para abrir los defensas. Ya fuera desde el saque de esquina, desde donde sirvió el primer tanto de la tarde, por la izquierda o por la derecha, su actividad por banda generó la mayoría de las ocasiones del peligro de la escuadra vitoriana. El extremo botó un córner preciso en el minuto 4 que Lejuene cabeceó a la red de forma inapelable. Ayudó la pasividad de la defensa, que dejó libre de marca a un jugador de 1,88 metros. Si el centro es bueno, suele acabar en gol.

En el primer cuarto de hora, el Alavés trató de sacar el balón jugado desde la defensa y dominó el centro del campo con el doble pivote Guevara-Guridi. Pero la superioridad numérica de los santanderinos en la sala de máquinas y las apariciones por todas las partes de Iñigo Vicente doblegó a los canteranos de la Real. Fue con el empate del Racing cuando los albiazules volvieron a achuchar algo antes del descanso, pero mostrando síntomas de cansancio. Otro córner de Rioja se colaba al fondo de las mallas cuando Mantilla despejó el esférico casi sobre la línea de gol.

Luis García varió de forma paulatina todo su once en una segunda mitad en la que el poderío físico de Abqar, Benavídez y Balboa propició que el Alavés volviera a asomar por el área contraria. Logró robar el balón en hasta tres ocasiones en campo rival y a la cuarta, tras una conducción de Abdallahi, el lateral derecho Egoitz Muñoz definió a la perfección con la pierna izquierda en sus primeros minutos con el primer equipo.

Acababa de saltar al campo en sustitución de Joseda, del filial, con el que se repartió ese flanco derecho huérfano de efectivos. El canterano albiazul, que recién ha renovado su contrato tras un buen año en el juvenil, se llevó las manos a la cara tras ver el balón en la red y detuvo su carrera por la emoción. Todos sus compañeros arroparon la exaltación lógica del joven vitoriano al marcar su primer gol con el Glorioso.

Alan Godoy, único punta tras los cambios de Miguel y Sylla, tuvo alguna oportunidad para sentenciar de un choque que con el paso de los minutos subió la temperatura. Antes del saque de una falta, Balboa tuvo un rifirrafe con el delantero rival Matheus y Abqar y Keller aparecieron enseguida para arropar a su compañero. En esos minutos finales, Ibaia se erigió como protagonista.Salvo Benavídez, los otros diez futbolístas que acabaron el encuentro se han formado en la ciudad deportiva alavesa. Con Jesús Owono como uno de los espejos de la generación y determinante en el tramo final.

Primero enviando a córner un disparo del joven racinguista Yeremi que se le escapó de los guantes por la violencia del golpeo. El internacional ecuatoguineano felicitó al canterano, que le devolvió el choque de mano minutos más tarde cuando el portero realizó la acción de más mérito del partido. El capitán santanderino Iñigo Sainz estaba casi celebrando el tanto del empate cuando la mano abajo del guardameta albiazul apareció a última hora y mantuvo al Alavés en buena sincronía tras el ascenso. El miércoles en Benidorm, segundo ensayo general de los de Luis García, ante el Tenerife.