La Selección Vitoriana y su partido de hace un siglo

Por ejemplo, el 1 de julio de 1923 se celebró un encuentro entre una 'Selección Vitoriana' y un equipo de las Congregaciones Marianas de Bilbao. El conjunto local, ataviado con camiseta azul celeste, se nutrió de jugadores de los mejores clubes de Vitoria: el Deportivo Alavés, el Álava F. C. y dos entidades militares (el Regimiento de Cuenca y Artillería). Por parte vitoriana jugaron Monteliu, Apraiz, Errasti, Espada, Hospital, Portillo, Juan, Navarro, Echevarría, Chimista y León. Varios de ellos (como Luis Apraiz Buesa o Félix Díaz de Espada) procedían del Alavés y otros de los seleccionados, como el portero Monteliu, se incorporaron después a la disciplina albiazul.

Se podría pensar que un choque contra una entidad religiosa, como las Congregaciones Marianas (una asociación de jóvenes de ámbito internacional, vinculada a la Compañía de Jesús) iba a tener poco atractivo. Sin embargo, las Congregaciones dieron mucha importancia al deporte y en muchos lugares fueron pioneras en la introducción del fútbol, por lo que contaban con cuadros muy potentes. De hecho, en Vitoria los bilbaínos, que vistieron camiseta blanca, alinearon a un buen número de jugadores del Athletic, que se acababa de proclamar campeón de España. En ellos estaban José Legarreta, Ángel María Rousse, Germán Echevarría, Ignacio González, José María Martín Laca, Antonio Elexpuru o el futuro lehendakari José Antonio Aguirre.

El partido tuvo lugar por la tarde en el campo del Álava, en el camino de Lasarte. Las entradas se vendieron a dos pesetas la silla y a una la general (de pie), con un precio especial de cincuenta céntimos para niños y militares. La prensa señaló que había «mucho entusiasmo» y se esperaba que acudiera numeroso público, incluyendo unos cincuenta congregantes vizcaínos, que venían a animar a los suyos. Teniendo en cuenta la idiosincrasia del equipo que se enfrentaba al combinado vitoriano, la jornada estuvo acompañada de actos religiosos y lúdicos. Por la mañana hubo misa en la capilla de los jesuitas, con un sermón de bienvenida por parte del padre Saturnino Osés, capellán de la Congregación Mariana local. Después, vitorianos y bilbaínos presenciaron una sesión musical en la Florida y tuvo lugar un banquete de confraternización en el Hotel Biarritz, donde se sirvió un menú opíparo: entremeses variados, consomé, paella a la valenciana, langosta con salsa mayonesa, pollo asado con ensalada, helado mantecado de avellana, fruta, queso, café, licores, habanos, vino tinto de Bodegas Bilbaínas y sidra achampanada.

Pese a esta comida, no muy apta para jugar después a fútbol, el choque fue muy entretenido. El campo «estaba engalanado con gallardetes, y recibían al público veinticuatro muchachos, en funciones de acomodadores. El espectáculo resultaba brillante y el público era enorme, abundando distinguidas damas. A las seis, el estampido de los cohetes anunció la presencia de los jugadores, que fueron ovacionados».

El partido terminó 0-3 a favor de los visitantes, con dos goles de Laca y uno de Elexpuru. La prensa vitoriana destacó que «el resultado era previsto, pues los bilbaínos que vinieron son jugadores de primera fila, muchos de ellos campeones». No obstante, los vitorianos «se defendieron muy bien, siendo de estos el más flojo el goalkeeper». La selección local marcó un gol en la segunda parte, pero fue anulado por fuera de juego. Destacaron los albiazules Apraiz y Espada. Todo el mundo estaba de acuerdo en que había sido «un bonito e interesante partido, qué gusto sobremanera. De desear es que se repita».