Una empresa de titanes
Mendizorroza fue un lodazal impracticable en el triunfo albiazul sobre el Espanyol el 8 de enero de 1956
Tras el encuentro en Mendizorroza del 8 de enero de 1956, en el que el Deportivo Alavés venció por dos a cero al R. ... C. Deportivo Español de Barcelona, la prensa destacó que había sido una «empresa de titanes». No se refería a la victoria babazorra, sino al hecho de haber jugado sobre un auténtico lodazal, que casi imposibilitaba la práctica del fútbol y obligaba a los futbolistas a desplazar el balón hacia las zonas del campo que estaban un poco mejor, para tratar de controlarlo. Se llegó a decir que un árbitro exigente podía incluso haber suspendido el choque, ante el estado del terreno de juego.
Publicidad
Menos mal que no se produjo esta suspensión, porque el Alavés sumó dos puntos vitales. No obstante, el estado del campo influyó en el modo en que se desarrolló la contienda y en cómo se produjeron los goles. En el primer tiempo, «Echeandía y Arbaizar realizan una buena jugada, despejando la defensa en corto, recogiendo la pelota Ibarra que, de soberbio disparo por bajo, bate a Soler, marcando el primer tanto de la tarde». En la segunda parte, «Ruiz incurre en falta cerca de la línea de medio campo. Lanza la misma Gorospe, con fuerza, por bajo, formándose un barullo y penetrando la pelota, sin que nadie la toque, en la meta españolista. El tanto, que deja resuelto el encuentro, es acogido con grandes aplausos». Hubo otras jugadas típicas sobre campo enfangado, como cuando, «al arrebatar Arbaizar una pelota al portero, se formó un pequeño lío, que no acierta a resolver el mismo Arbaizar a puerta batida».
En una tarde en la que «reinó la euforia en Mendizorroza», las crónicas de la época destacaron, además del juego práctico albiazul, a dos protagonistas, uno para bien y otro para mal. El primero fue el árbitro, el vizcaíno José María Ortiz de Mendíbil, uno de los más famosos colegiados españoles de la historia. Pitó dieciocho temporadas en Primera y fue internacional, pero además colaboró después con el programa deportivo Estudio Estadio. Aquí introdujo 'La moviola', espacio donde por primera vez se analizaban en España las jugadas polémicas a cámara lenta.
En el Alavés-Español tuvo una actuación normal, aunque también a él le influyó el estado del campo, que le hizo cometer algunos errores. La prensa no subrayó su arbitraje, sino su amabilidad, al colaborar con los reporteros, facilitándoles las alineaciones antes del encuentro, cosa a la que se negaban otros colegiados: «Al conocer nuestra intención, nos hizo saber que se hallaba a nuestra disposición para todo cuanto precisáramos y estuviera a su alcance, excluyendo solamente las declaraciones después del encuentro, pues ello lo tenían prohibido. Su amabilidad llegó a tal límite que nos fue dando uno a uno los jugadores que componían los equipos».
Publicidad
El otro protagonista de las crónicas fue alguien que ni siquiera estuvo ese día en Mendizorroza. Se trataba del entrenador del Athletic, Ferdinand Daučík, que en la jornada anterior, con ocasión del choque en San Mamés entre los rojiblancos y el Alavés, en el que este había sido derrotado por 3-2 había profetizado que el once babazorro iba a pagar caro su derroche de fuerzas en Bilbao.
'Pensamiento Alavés' publicó un suelto «dedicado a don Fernando Daucik, entrenador del At. de Bilbao, que, tras el partido celebrado el domingo anterior en San Mamés, nos hizo saber que el Alavés pagaría probablemente en el primer partido de Mendizorroza el esfuerzo 'vano' realizado por sus jugadores contra el Atlético, un esfuerzo que, como podrá apreciarse, no significó el hundimiento de nuestro once ante el Español, contando, además, con un campo en pésimas condiciones. Y no pesó porque en el Alavés –sin que queramos hacer desmerecer a los jugadores bilbaínos– también hay juventud, rapidez y energías en reserva, detalles que pudieron muy bien servir, y debieron servir, para dar la campanada en la 'catedral'».
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión