Leganés 3-3 Alavés

El caos deriva en decepción

El Alavés remonta en un duelo salpicado de circunstancias anómalas y con tres penaltis, pero deja escapar a dos minutos del final un triunfo vital

Sábado, 15 de febrero 2025, 16:24

Seis goles, tres penaltis, once tarjetas amarillas, una expulsión, diez minutos de descuento en cada parte, VARbaridad con protagonismo arbitral… y nueva decepción. Por el ... desagüe de las ilusiones se han marchado tres puntos que podían al menos cambiar la dinámica negativa del Alavés para dejar uno que solo sirve para seguir con la mirada perdida. Ese fijar la vista en un punto del horizonte y no saber a qué atenerse con este equipo. El que en una situación determinante del campeonato ha resultado incapaz de subirse a la ola de la remontada con los dos tantos de Jordán y ha vuelto a caerse a dos minutos del final del tiempo reglamentario. Con estruendo. La endémica tibieza defensiva y el miedo emergieron para permitir el tanto de Munir que rescató a un Leganés inferior. ¿A quién vas a ganar si no lo haces ante un adversario discreto al que en una tarde de acierto ofensivo le marcas tres goles? Era la pregunta de cualquier mente albiazul cuando el caótico partido dejó paso a la mínima reflexión. Mejor no pensarlo.

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Cómo contar 110 agitados minutos de juego donde equipos clasificatoriamente en cueros tratan de sobrevivir. Dos partidos de los últimos diez había ganado el Leganés antes de pisar Butarque a mediodía y dos de 17 el Alavés. Hay veces que las estadísticas dicen la verdad, o al menos no mienten. En realidad, un empate era lo más lógico entre conjuntos necesitados que no saben ganar. Otra cuestión fue constatar que acciones anómalas, sin aparente relación con el juego, iban a decidir. A los ocho minutos Diarra había sacado el brazo a pasear por el área para cometer otro ingenuo penalti. Emuló lo que Abqar había hecho la pasada semana. La sensación de que la zaga albiazul tiene la misma fiabilidad que una granada defectuosa vuelve a ganar enteros. Que el polvorín de la portería lo custodia gente con mechero. En fin.

Aleñá y Kike García

Eso sí, hay que abrir un capítulo o más bien un libro para intentar entender lo que sucede con el Videoarbitraje y el Alavés. Para comprender que el empujón a Conechny ante el Girona se señaló como penalti que el VAR anuló después pese a la existencia del empujón. Para seguir intentando comprender que Toni Martínez fue empujado con las dos manos por el getafense Rico la pasada semana y el VAR se inhibió sin explicación alguna. Para comprender, en definitiva, que después de todo eso, Sánchez Martínez enviara al colegiado al monitor en la acción entre Diego García y Sivera. Un 'piscinazo' manifiesto donde un casi imperceptible contacto ni siquiera obstaculiza al delantero, que parece tirarse además con la intención de ganar un Goya. Una tarjeta amarilla debió llevarse y se encontró un penalti. 2-1. Y es que González Fuertes resultó incapaz de llevarle la contraria al VAR. Que el asturiano arbitre en Primera es ya significativo de lo que se puede esperar de este colectivo.

Al Alavés no se le puede negar su intención de jugar. Coudet había tirado de Aleña y regresado a un equipo de un solo punta. El debutante envió con el pecho a Kike García para igualar el choque tras el primer penalti anotado por Raba. Cuando se trató de combinar el cuadro albiazul lo hizo con sentido. Después recibiría el segundo mazazo en forma de 'penalti' y el técnico argentino no esperó esta vez. En la segunda mitad comparecieron ya Toni Martínez, Mouriño y Jordán sobre el césped. Dos delanteros, una pieza más para hilvanar juego y Diarrá trasladado al carril izquierdo. Funcionó rápido. Por sensaciones, el cuadro vitoriano comenzó a tocar el balón con cierta velocidad y paciencia, y también por fortuna. De la nada, un cabezazo de Aleña surgió otro penalti. Cisse, con la mano en alto, tocó el balón y facilitó el 2-2. No se puede jugar con los brazos atados, pero parece que es lo que pretende el actual reglamento.

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2-3, atrás, nervios y gol

Si hay que sacar conclusiones positivas de este encuentro, que no todo es negro, habrá que hablar de esas nuevas conexiones en el eje. Ese triunvirato Carlos Vicente, Jordán, Aleñá que permite a los alavesistas ganar en generación de juego y pegada. Era obligado añadir calidad a una línea huérfana de casi todo. El regreso de Jordán tras la lesión y la aparición de Aleñá alegran un panorama todavía triste. Tanto como el final de partido que protagonizó un Alavés atenazado tras colocarse en ventaja con el golazo de Jordán. Ya en Valencia, antes de Navidad, un tanto del centrocampista que eran tres puntos se convirtieron en uno. No es que se tropiece en la misma piedra, es que la temporada en un pedregal.

El cuadro albiazul creyó haber acabado demasiado pronto. Sin recordar que parece bastante lejos de saber manejar un resultado. El miedo, los nervios y los mensajes del banquillo resultaron claros. Protesoni por Kike García y Pica por Aleñá. Al joven central se le escapó la marca de Munir en el 3-3. Antes había llegado un gol anulado al rival por fuera de juego. Ese no sentirse seguro de ninguna de las maneras. Ese olvidarse de dar un pase en condiciones y regalar el balón de forma permanente para acabar acodado en el área propia. Ya se sabe que este Alavés se puede deshilachar por cualquier sitio. Esta vez no fue diferente. Y cada vez queda menos para reaccionar.

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