La esperanza de ocho históricos del alavesismo

EL CORREO ha llamado a este elenco de alavesistas ilustres en busca de respuestas, también de ánimo, de un halo de esperanza y, por qué no, de crítica constructiva. Aunque todos están a otras cosas, algunos siguen estrechísimamente vinculados al fútbol, se han expresado desde el corazón albiazul. Con matices respecto a un futuro deportivo incierto, desde un punto de vista personal e irrebatible, tan válido uno como otro, están de acuerdo en alentar al Alavés de Mendilibar y en confiar en por qué no también este año se puede. Claro que sí. Ya fue posible otras veces en situaciones tan angustiosas como la presente, así que ahora también. La experiencia les recuerda que un partido lo cambia todo. Un triunfo pinta verde sobre negro.

Mauricio Pellegrino dirige al Vélez Sarsfield, el equipo donde empezó todo para él. El viernes estrenó curso con victoria por 2-0 sobre el Aldosivi del también exalavesista Palermo en la Copa de la Liga. 'El Flaco' encara un año apasionante con la Libertadores entre sus desafíos. Ha visto al Alavés de Mendilibar con el Athletic y un poco del desastre de Elche, pero aclara que no está en condiciones de sumergirse en su fútbol.

Así que se siente más cómodo por otros caminos. «Lo que se ve es que es un equipo que en las situaciones complicadas la afición, el plantel, el cuerpo técnico y los directivos han estado unidos. Lo he sentido así». El sabio que condujo al Alavés a su primera final de la Copa añade que «el equipo tiene un entrenador experto, buenos futbolistas y está en condiciones de pelear hasta el final. La paridad es tan grande que los partidos se resuelven por detalles. Le sigo viendo competente y le deseo lo mejor. Necesita un buen resultado».

Más abiertamente evalúa a su paisano Tenaglia. Alaba del lateral-central que «lo ha hecho bien» en Argentina. «Tiene condiciones atléticas y de juego y ha anotado goles de cabeza en córner porque es intuitivo». Pero pide paciencia con él. «No es fácil cambiar de contexto, jugar en España, una de las mejores ligas, más si el equipo está en la búsqueda de levantar. Hay que mirar la dificultad de la competición más que la capacidad, que las tiene, como Escalante».

Algo de aquello que daba Gaizka Toquero cada vez que jugaba le vendría bien a este Alavés, pero el que fuera bravo delantero se dedica ahora a la representación de futbolistas y asesoramiento deportivo. El vitoriano está asistiendo, como todos, a una interpretación cada día de partido «muy irregular» que ha condenado al equipo donde colgó las botas «al peor momento tras once jornadas sin ganar. Pesan una barbaridad».

«Por desgracia lo veo muy complicado», suelta sin tapujos. «Recortar seis puntos metido abajo es una tarea titánica. No hay excusas ni margen de error, el tiempo se agota», por mucho que el Glorioso tenga otros tres meses de campeonato. Es un tópico el 'partido a partido', pero al Alavés no le queda otra, a juicio de Toquero. «Empezando por ganar al Valencia, que viene de la Copa, con bajas, porque con esos tres puntos se verían las cosas de otra manera». Si no, se pone en lo peor. «Si no saca pronto un par de encuentros, será muy complicado que se salve».

Dependencia de Joselu, sí, pero la trayectoria reciente en la entidad es esa, la de «un Alavés que nunca ha sido goleador», un defecto heredado, tampoco reparado. «Se está echando en falta la aportación de la segunda línea, de los medios, incluso de los centrales», aprecia Toquero, al que le convencen los fichajes de invierno y Mendilibar, que «sabe lo que tiene entre manos».

Aunque ahora se ocupa de comentar partidos y ejercer de embajador del Barça para LaLiga, Lluís Carreras sigue viendo el fútbol vestido de corto. Claro, fueron 17 años de lateral izquierdo y tantos clubes (7), incluido el Alavés, que esa mochila carga con él. Y la de técnico, con su bautismo en el filial albiazul (2009) y una última parada en Japón. Después de todo hay algo que le llama poderosamente la atención de un equipo al que llama «El Glorioso». «Me sorprende la enorme brecha entre goles a favor y en contra, de menos 21. Y eso que siempre se ha distinguido por una buena defensa. Ahora es un problema de estructura, no solo de los defensores o porteros».

Descubre también una identidad, un estilo cambiante en Mendizorroza, el de un Alavés que se concibió para jugar desde su campo y que, después de renunciar a este concepto, se aplica con Mendilibar en presionar al contrario en el suyo. Es un equipo que quizás no esté hecho para tener el balón, es más reactivo que proactivo. Nos tendrán que explicar a qué quieren jugar», inquiere.

Carreras se define partidario de «una idea que madure con el tiempo», precisamente de la que carece el Alavés, «cortoplacista». «Espero y deseo que se salve», proclama, para después advertir que conjuntos como «el Granada, el Elche o el Granada, pese a sus dinámicas, pueden tener problemas. Espero que no sea el caso del Mallorca», otro de sus ex.

El presidente cuya familia puso dinero dos veces para contribuir a la salvación del Alavés -en 2007 para desalojar al condenado Piterman y en 2011 con el grupo inversor de Josean Querejeta- ha modelado su militancia albiazul, muy pasional cuando ejercía el cargo. En otro momento de angustia, Fernando Ortiz de Zárate echa cuentas, que ya se verá si dan para el objetivo. «Tenemos que sacar 21 puntos o más» en las quince jornadas finales. Conviene recordar que el equipo ha sumado solo 17 en veintitrés, rácano botín por el que pena en descenso. «Jugando bien, regular o mal, da igual, habrá que sacarlos donde sea y contra quien sea, aunque en casa contamos con ese plus que nos da la afición, incansable y nada exigente».

«Hay dos posibilidades de enmienda durante la temporada, la sustitución del entrenador y el mercado de invierno», y a ambas ha recurrido el Alavés a la espera de que resulten, dice el exdirigente. «El técnico ya sabe a lo que viene, a nadie se le obliga a firmar», y respecto a los refuerzos tan solo se atreve a expresar un deseo: «Esperemos que ayuden».

«A la plantilla no se le puede reprochar nada en cuanto a entrega y despliegue físico», considera un Zárate condescendiente, pero sí exige que «otros jugadores den un paso al frente para descargar de responsabilidad a Joselu» y que el grupo «aproveche las jugadas de estrategia».

Lo que daría Manu García, el otrora capitán del Alavés, ahora dejando su impronta profesional y personal en el Aris Limassol chipriota, por estar este mediodía en Mendizorroza, sobre el césped o en la grada. «Hay que ganar al Valencia. Una victoria lo cambia todo», pronostica un tipo curtido en mil batallas albiazules, varias de ellas de parecido calado a cruenta pelea por la salvación que ocupa y preocupa al alavesismo. «Me imagino cómo estará el campo. Es un partidazo. Hay que empujar desde la grada y confiar en el equipo, que tiene capacidad. Se puede conseguir». El triunfo y la salvación.

Manu García sabe de lo que habla y conoce al detalle lo que «está sufriendo ese vestuario. Bueno, ya tiene experiencia por otras temporadas». De los «compañeros», sí de los que aún tiene por compañeros aunque defienda otra camiseta, le llegan noticias que le aportan «tranquilidad». «Me hablan muy bien del grupo humano. Necesita un resultado y se verá todo de otra manera. Hay que ayudarles», pide a la hinchada fiel.

Apela al alavesismo. «Es una elección personal. Hay que luchar por lo que quieres, por todo lo que se ha conseguido en el pasado. Quien es del Alavés tiene que afrontar este reto, es otro reto, con actitud positiva y reivindicándose. Entre todos una vez má saldremos adelante», Palabra de capitán, otra de las profecías de Manu García.

«Me encantaría que el Alavés siguiera en Primera. Está claro que Vitoria lo merece». Escuchar este deseo, sin que haya habido pregunta previa al respecto, de alguien que atienda el teléfono desde Arabia Saudita resulta ciertamente enternecedor. Así de directo se expresa Cosmin Contra, como cuando encaraba la banda hasta el fondo, el mejor lateral derecho de la centenaria historia albiazul. El hoy entrenador líder de la liga saudí con el Al-Ittihad habla de un equipo querido al que sigue por televisión siempre que puede. «La solidez defensiva es esencial y el Alavés no la tiene. La permanencia se construye desde atrás. Conociendo a Mendilibar, seguro que va por esa línea. Hay que darle tiempo aunque ya sé que no queda mucho». Entretanto, pone de ejemplo a su exGetafe, que con Quique Sánchez Flores se ha rearmado convincente. «Si la defensa es segura, acaban llegando los goles».

«Joselu es un gran goleador, pero si no acierta, el Alavés se resiente, sufre. Para salvarte tienes que ganar partidos y al equipo le cuesta. Otros jugadores deberían acompañarle en ataque», sostiene el exdefensor rumano. Merma el calendario. «Todos aprietan, hacen cosas para salir del agujero, el Getafe, el Elche... Todavía hay un poquito de margen. El equipo puede. No me parece peor que los otros». Hasta aquí. Y se despide con un «agur» un tipo de huella eterna.

El que fuera portero del Alavés en los años 70, luego entrenador de cancerberos en la época albiazul más radiante y ahora audaz comentarista de radio echa la vista atrás, al verano, y se hace de cruces. «Ya llevamos así tiempo, librando de milagro», se arranca Alberto Garmendia. «Con todo el respeto, en lugar de fichar futbolistas de Primera se hicieron incorporaciones de Segunda cuando había que armar la plantilla, y así estamos de nuevo, con un equipo rodeado de necesidades. Cada vez se invierte menos y no se mejora nada», critica.

En este estado de cosas, el Alavés, según el guipuzcoano, «no para de dar tumbos, sin regularidad ni equipo-base. Le falta personalidad, carácter... La plantilla no está bien montada y ¡ojo!, que esto es Primera pero con jugadores de Segunda». Y menos mal, prosigue «que nos salva Joselu, que lo está dando todo. El resto, nada». Llegado a este punto, Garmendia alerta de otro gran déficit estructural. «Decimos que no se hacen goles. ¿Y la defensa, qué? Madre mía... No está a la altura. Pero si el Elche nos pasó por encima. No puede ser».

¿Qué queda? «Pelear, apretar y correr, porque la calidad, que no la tenemos, no nos va a sacar de esta». A Garmendia la gente le pregunta por la permanencia y él siempre responde lo mismo: «Es lo que queremos todos, pero ya veremos. A ver Mendilibar».

Digamos que Carlos Lasheras, exjugador del Alavés y secretario técnico o director deportivo de varios clubes, está en ese punto de la vida conocido como «año sabático», «cargando pilas» después de situaciones personales y laborales difíciles. Aun así no ha dado la espalda al fútbol, faltaría más, y sigue con atención y preocupado el devenir de su equipo. Es prudente. «El Alavés está en una dinámica mala, no encuentra su línea». Cierto, de ahí que esté más apurado que nunca después del relevo en su banquillo y la llegada de los nuevos.

Para escapar de la quema, cada cual extiende su receta, que las hay para todos los gustos, válida o no. «Lo importante es tener un vestuario comprometido, unido. Es preferible no hacer cuentas y afrontar cada partido con entereza, como si fuera el definitivo, sin que los miedos se apoderen del club y la afición». Quiere ver luz al final del túnel. Lasheras recuerda que «es un equipo que ya ha vivido y superado situaciones así en los últimos años y más en concreto, el pasado. En esa caseta siguen muchos jugadores que han salido con acierto de momentos de gran ansiedad». Les ve también en buenas manos. «Al inicio se apostó por el estilo combinativo de Calleja, luego se cambió al vertical y presionante de Mendilibar. Entiendo que es un entrenador capacitado para sacar al Alavés del descenso». Que así sea.