«Me gusta apuntar alto para tener más exigencia, mía y de todos»
El argentino acepta el protagonismo que conlleva el dorsal 10. «Vi que estaba libre y asumí la responsabilidad»
Tomás Conechny (Comodoro Rivadavia, Argentina; 1998) juguetea con el balón durante la sesión de fotos. Le gusta la 'redonda'. La mueve entre las manos, se la echa a la cabeza. Se ríe cuando le dicen que tiene cara de pillo. Ni confirma ni desmiente. Y zanja la pregunta sobre sus tatuajes con otra sonrisa: «Son boludeces», despacha. El que fue uno de los futbolistas más prometedores de la generación del 98 en Argentina llega al Deportivo Alavés en la plena madurez de quien ya las ha vivido de todos los colores en el mundo de un fútbol profesional que conoció, según confiesa él mismo, demasiado pronto.
A los 17 años de edad debutó con San Lorenzo en una trayectoria precoz y peculiar que le llevó después por Estados Unidos (Portland Timber) y Uruguay (Maldonado). Reconoce que entonces no supo gestionar la presión de este mundillo. El Godoy Cruz relanzó su carrera y le abrió las puertas del Viejo Continente, donde se presenta con ambición –en su puesta de largo lanzó que quería llevar al Alavés a Europa– y un golazo de falta que, aunque sea en pretemporada, apunta lo que es capaz de hacer. Tomás Conechny ya no es aquel niño que se perdió el último partido del Sudamericano sub-17 tras caerse de un primer piso mientras jugaba a la 'Play'. «Una anécdota», evoca. También con una sonrisa, claro.
– En su presentación dijo que soñaba con meter al equipo en Europa. ¿Algún compañero le dijo 'Para el carro'?
– No, los objetivos son personales. También grupales, pero a mí me gusta apuntar siempre alto para tener más exigencia, mía y de todos. Sería un lujo conseguir algo así.
– ¿Es muy diferente el vestuario de un equipo argentino al de uno europeo?
– Al hablar el mismo idioma es muy similar, eso está bueno. Es buena gente, eso es muy importante para 'laburar' y para adaptarme. En los amistosos nos hemos sentido bien.
– ¿Ya ha formado la cuadrilla del mate con Tenaglia y Protesoni (Benavídez)?
– Sí, nos sentamos cerca y tomamos mate seguido. Con 'Pani', ahora con Luka (Romero)... Tomamos casi todas las mañanas. Eso ayuda un montón, somos compatriotas y te hace sentir más cómodo.
– Salvando las diferencias, Mendizorroza también suena bastante argentino.
– Ya me han dicho que esta banda es muy buena, que ayuda mucho y que es bonito jugar en 'Mendi'. A nosotros esa sensación nos llena el cuerpo de éxtasis.
– ¿Qué tiene de especial el futbolista argentino?
– La entrega no se negocia, a los argentinos nos inculcan eso desde chiquitos. Entrega, actitud, sacrificio. Es nuestra identidad y eso no se puede discutir.
– Su apellido es polaco...
– Soy de descendencia polaca, pero solo es el apellido, no conozco familiares allí.
– ¿De los compañeros que no conocía quién le ha sorprendido más?
– No sé, todos tienen un nivel muy bueno. Cada uno tiene lo suyo, no puedo decir uno.
Se cayó de un primer piso
– ¿Le ha gustado lo que ha visto en pretemporada?
– Nos estamos sintiendo bien, hemos sido protagonistas en la mayoría de los amistosos y eso es importante, es lo que queremos en el campeonato.
– ¿Y Tomás Conechny se está viendo bien?
– Todavía estamos en puesta a punto, pero sí, me siento muy bien, con las piernas cada vez más ligeras.
«Cuando se decía que era de los mejores del mundo en mi edad, me puse una presión que no supe manejar»
– Menudo golazo de falta le clavó al Tenerife.
– No es lo habitual (ríe). Entró inmejorable, justo en el ángulo. Ahora tengo la vara muy alta, porque fue un golazo y no esperan menos que eso (ríe). Me han cargado un poco los compañeros, me dicen que me ayudó el viento y esas cosas, pero no había, me ayudó un poquito el de arriba. Practico bastante tiros libres, eso es verdad, tengo que seguir perfeccionando.
– El anterior, el que marcó al Valencia, fue un 'golsito'.
– Por ser el primero, no sé (ríe). Sirve para mí, para la confianza, pero espero que lleguen también en la liga.
– No dudó en agarrar el dorsal 10 del Alavés.
– Vi que quedaba libre y asumí la responsabilidad.
– ¿Qué significa el 10 para un jugador argentino?
– Es el emblema de todo jugador argentino por los grandes que hemos tenido, pero yo soy más de trabajo y esas cosas.
«Yo pensaba que era todo más simple. Hay muchas prisas, pero tenemos que saber convivir con ello»
– Lo llevó también en las inferiores de la albiceleste.
– Sí, siempre me ha gustado (sonríe, a la espera de la pregunta inevitable sobre aquella época de juvenil en la selección).
– En el Sudamericano sub-17 sufrió un percance jugando a la 'Play' (se cayó por una ventana de un primer piso).
– Eso fue algo raro, estábamos jugando, me apoyé en un vidrio de la habitación y se partió. Me corté. Quedó en anécdota. Y menos mal, porque podía haber sido algo grave.
– ¿Y sigue dándole a la 'Play'?
– Cada vez menos (ríe). Ahora leo mucho. Fuera del fútbol soy muy tranquilo, me gusta estar en casa. A Vitoria vine solo, pero a mi familia le gusta viajar, vino a visitarme y seguramente la tendré por acá pronto.
– Pasó de ser una de las grandes promesas del fútbol argentino a jugar en Estados Unidos y Uruguay. ¿Se llega a replantear la carrera, pensar que no era tan bueno como decían?
– Sin duda. Al principio, cuando empecé a jugar y se corría el rumor de que había salido entre los mejores del mundo en mi categoría y todas esas cosas, como que yo mismo me ponía cierta presión extra que de más chico nunca había sentido. Nunca la supe manejar, pero ahora, de grande, dejé de un lado eso y empecé a enfocarme en mejorar las cosas que podía mejorar. Hoy me siento un jugador mucho más completo.
– De aquella generación del 98 hay campeones del mundo, Lautaro, Montiel... ¿Qué siente al verles ahí?
– Hay varios: 'Cuti' Romero, 'Lisa' Martínez... Hemos compartido entrenamientos y se me viene a la memoria que yo estaba con ellos. Para mí estar acá ahora es un paso muy importante.
«El viento de Comodoro te enseña a jugar por abajo, si le pegas alto la pelota te vuelve como un boomerang»
– ¿Venir a Europa le hace más grande las puertas de la selección?
– Ojalá sea una puerta para entrar, pero no es sencillo, tengo que trabajar mucho para llegar a ese nivel.
– Es que debutó con apenas 17 en la Primera argentina con San Lorenzo. Habla de presiones propias, tuvo que recurrir a psicólogos. «Somos personas, no robots», decía en una entrevista en 'Tiempo Argentino'.
– Yo pensaba que todo era más simple y cuando empiezan a caer presiones sobre vos, uno se tiene que hacer, formar la personalidad, asumir la responsabilidad. Era muy chico para lo que me tocaba en ese momento y necesité un tiempo para asimilarlo. Es verdad que hay muchas prisas en el fútbol profesional, pero es con lo que convivimos y hay que sobrellevarlo.
«Asumo» las críticas
– Redes sociales, críticas... ¿Cómo las lleva?
– Las asumo, no me molesta leerlas, no me repercuten mucho porque somos personas que conviven con el error y siempre hay diferentes puntos de vista en cualquier situación. Es su opinión y la dejo ahí.
– En Godoy vuelve el mejor Conechny.
– En Godoy Cruz he encontrado mi mejor forma. Muy contento de haber sido parte de ese club, me trataron muy bien y me abrió la puerta del fútbol europeo.
– Y costó mucho. Parece que es duro negociar con los clubes argentinos.
– Yo estaba tranquilo, era cuestión de tiempo. El primer intento del Alavés por traerme era muy cerca del cierre de mercado, teníamos partidos importantes, Libertadores... Estaba tranquilo porque estaba haciendo las cosas bien. Cuando se dio la posibilidad ahora, la agarré porque era una oportunidad linda. Tenía ganas de venir para acá.
– Y ganas de empezar.
– Muchas, muy ansioso.
«En el colegio 'chamuyaba' mucho, pero se me daba bien porque tenía memoria»
No ha tenido demasiado tiempo de conocer la ciudad, pero Tomás Conechny se confiesa «muy cómodo» en Vitoria. Reconoce que el centro lo ha pisado lo justo, pero ya conoce el Buesa Arena. «Me encanta el básquet», cuenta. Y evoca partidos de la NBA de los Blazers durante los tres años que jugó en la MLS estadounidense con los Portland Timbers. De allí le queda un «buen nivel» de inglés que ahora practica en Ibaia con Moussa Diarra. Pero vuelve a la canasta. «Acá estuvieron Nocioni, Scola y alguno más, ¿no? Iré a ver más de un partido», afirma.
– ¿Cómo era el pequeño Tomás en Comodoro?
– Muy extrovertido, siempre con la pelota debajo del brazo, no me cansaba nunca, quería jugar a todas horas. Ahora me cuido un poco más (ríe). Allá jugaba a fútbol donde podía, en la escuela, después de entrenar jugaba con mis amigos en la playa... En todos los lados. Vivía el fútbol con mucha intensidad y lo disfrutaba mucho.
– ¿Y los estudios?
– Me iba muy bien en el colegio. Era muy observador, tenía mucha memoria y me iba bien porque me acordaba de lo que se hablaba en clase. Y después en las prácticas 'chamuyaba' mucho.
– ¿'Chamuyaba'?
– Hablaba mucho.
Las enseñanzas del viento
– A Comodoro le llaman la ciudad del viento.
– Mucho viento. Y es un condicionante muy difícil para jugar a la pelota. Le pegabas por alto y te volvía, te la devuelve el viento. Como un boomerang, literal. Entonces en el club en el que yo estaba, en la CAI (Comisión de Actividades Infantiles), te enseñan a jugar mucho por abajo, a asociarte. Eso te ayuda después. Las canchas eran de tierra y cuando se levantaba mucho viento, la tierra volaba y te pegaba en las piernas, no veías nada...
– No han salido demasiados jugadores de allí.
– Muy pocos. Los más conocidos serán Sergio Romero, 'el Pitu' Barrientos, Andrés Silvera... Son conocidos en Argentina y han salido de la CAI.
– ¿Qué se ha encontrado en Vitoria?
– Mucho calor. No lo esperaba, pero ya me han dicho que esto no es normal. En la ciudad he estado poquito porque nos fuimos a Benidorm (concentración), pero es hermoso. Vi un poco las fiestas en el centro, pero no me gusta andar saliendo cuando hay mucha gente. Las miré un poco más de lejos.