Con flechas y plumas
DESDE EL MONTE DEL PICO ·
El Alavés desaprovecha un duelo clave para la recuperación tras jugar ante diez una hora y adelantarse dos veces en el marcadorDecía José Luis Mendilibar que el Alavés había hecho un poco «el indio» lejos de Mendizorroza en los últimos tiempos. Pues bien, ayer, por si ... alguien lo dudaba, el equipo sacó las flechas y las plumas para confirmarlo. Solo cabe esa interpretación después de dejar escapar un duelo clave para la recuperación clasificatoria. Ese tipo de partido extraño donde casi todas las circunstancias posibles se ponen a favor y ni siquiera en estas condiciones llega el triunfo a domicilio. El que no se produce desde el 23 de octubre en Cádiz. Ni con una expulsión rigurosa al Getafe ni con un tanto psicológico antes del descanso ni con otro aún más devastador segundos después de que los madrileños igualasen el choque por primera vez en inferioridad numérica. Todo se fue al traste e incluso durante algunos minutos tras el 2-2 la escuadra local pareció sentirse capaz de voltear por completo el marcador. Desolador. Prácticamente un desastre, apenas maquillado por el punto que el conjunto vitoriano rescató fuera después de encadenar seis derrotas consecutivas.
El Alavés sigue lejos, muy lejos, de mostrarse como un equipo solvente cuando le toca salir de su estadio. A un encuentro determinante salió agarrotado y sin la más mínima contundencia para frenar a un adversario al que se le escaparon dos ocasiones muy claras de gol en apenas un cuarto de hora. Pudo el Getafe liquidar el choque en esos minutos iniciales y sumir a los albiazules en un remolino depresivo. La afortunada realidad permitió evitarlo y convertir poco después el encuentro en una cuesta abajo donde solo era necesario controlar y aprovechar la superioridad numérica para sentenciar. Eso, según los códigos vigentes en la Primera División, los que evidentemente el cuadro vitoriano ha dejado de lado esta temporada. Ayudaron, evidentemente, los dos golazos de un bendecido Enes Unal, pero también el repertorio de regalos habitual. Un córner innecesario en el primer gol local, un saque de banda mal defendido en el segundo y también varias faltas concedidas sin ton ni son cerca del área de Pacheco que pudieron incluso hacer más daño.
Quizás lo menos edificante sea que el Alavés continúa sin ser capaz de tomar un mínimo tono ascendente en este final de campaña. Ayer salió vivo de un pésimo inicio y después tampoco le dio para manejar el duelo con ventaja. Le faltaron unos gramos de fútbol para mover la pelota y obligar al adversario a recorrer kilómetros. Lo suyo fueron casi siempre balones largos y fogonazos ofensivos en medio de la nada. Curioso y hasta paradójico resultó que el cuadro albiazul anotara cuatro goles -dos de ellos anulados-. Inexplicable que un Getafe con diez futbolistas sobre el campo nunca se viera realmente sometido. También difícil de entender que Mendilibar no colocara sobre el césped en la segunda mitad a algún futbolista (Manu García) para tratar de manejar la pelota con cierto criterio ante un adversario mermado y mantuviese casi hasta el final a un Pina agotado.
Simplemente, al Alavés no le da para el equilibrio y el técnico parece fiarse solo de un restringido grupo. Durante los peores minutos, con el 2-2, el Alavés perdió la cabeza y el orden, una de sus pocas virtudes aunque los errores defensivos le desangren. Se acercó en esos instantes al precipio de una derrota que hubiera hundido a cualquiera. Es evidente que un punto así no puede satisfacer a nadie. También que solo quedar mirar hacia adelante y pensar que en doce partidos puede obrarse el milagro.
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