El Evangelio según San Lucas
Análisis ·
El delantero gallego, faro diferencial que esparce luz con su talento, abandera el convincente y corto triunfo del Alavés en un duelo de cuatro puntosLos pasillos y las salas de Urgencias se prestaban como decorados idóneos para rodar el episodio de una serie dramática entre dos equipos que no ... terminaban de hallarse las constantes vitales. Después de casi dos horas, el Valladolid agrava su pronóstico reservado y el Glorioso trata de cimentar otro de esos viajes en ascensor que lo eleven, al menos, del sótano a la primera planta. Vencer ayer suponía rebasar a un adversario directo de la Liga que comparten allá donde se acumulan las humedades. Y también la recaudación del impuesto sobre el valor añadido que representa el 'average', palabreja que empieza a cobrar importancia cuando el agua alcanza la altura del cuello.
Tres puntos de una tacada de billar o quinto triunfo en el campeonato, circunstancia dichosa y casi olvidada aquí, saca al Alavés fuera de la 'línea roja' antes de visitar el Camp Nou. Absténganse de extraer connotaciones políticas al comentario. Se trata, nada menos, que salir de esa demarcación incandescente ahora que -por desgracia- el semáforo de la pandemia ha devuelto los colores al escaparate de la moda.
Ya la puesta en escena albiazul con la camiseta del Centenario abría la espita de la esperanza. En diez minutos fabricó el Deportivo más acontecimientos que en los noventa del punto-tostón, necesario e indigesto a la vez, que detuvo su caída en Getafe. Al menos desplegó sobre el tapete de Mendizorroza interés por proponer algo más que la rentabilidad de los rechaces y las segundas jugadas de su monocultivo habitual en una primera parte correcta que ya debería de haber enviado al bloque de Abelardo al intermedio con algo más que el empate. Se lo merecía con su empeño por actuar en campo contrario, el bullicio de Rioja y el factor diferencial de ese faro gallego con peinado a raya que esparce luz alrededor. Ayer asistimos a la lectura del Evangelio según San Lucas. De apellido Pérez y de especial, el talento.
El Glorioso propuso bastante más ayer que la rentabilidad de los rechaces y la fe en las segundas jugadas
Y a la vuelta de los vestuarios, por fin la estatua de la Justicia abandonó los equilibrios con los platillos de la balanza y se retiró la venda que le nubla la perspectiva para mirar con ojos dulces al litigante que llevaba el peso de la razón en el pleito. Durante una segunda mitad que encumbró al bloque alavesista a cotas que apenas había hollado esta campaña, los hombres que encarnan en 2021 el Siglo de Oro del club facturaron tantas interjecciones (llámenles oportunidades) como las resultantes de sumar demasiados conjuntos vacíos en muchos fines de semana. La rabia iba trepando de los estómagos a las gargantas al contemplar la cascada de ocasiones (Lejeune, dos de Rioja y otra de Édgar) antes del único tanto local. Escaso premio para la actitud intachable, acompañada ayer de un fútbol claramente por encima de la desalentadora norma hasta la fecha.
El 1-0 de la catarsis nació, cómo no, en la bota izquierda certera y la mente preclara del evangelista albiazul. Lucas zigzagueó en la zona de tres cuartos, abrió a la banda derecha del destacado Martín (sustituto de Ximo seis minutos antes de cantar el pórtico de la gloria), el canterano envío un centro raso y Joselu maniobró el tobillo para dejar la pelota fuera del alcance de Masip. A partir de entonces nos preguntamos si el Alavés se limitaría a guardar la ropa, pero optó por el comodín de la valentía con más ocasiones de Pina, Lucas, Édgar y Joselu. Alivio de fiesta mayor al cerrar al cerrar el texto bíblico de San Lucas.
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