Desesperado en el enredo de Getafe
El Alavés saca a relucir lo peor de sí mismo convertido en una mala fotocopia del rival para ceder en otra refriega del gusto de Bordalás
«Normal», respondió Luis García Plaza cuando supo que el Getafe-Alavés de ayer en el Coliseum Alfonso Pérez pasa a ser por méritos de ... los contendientes –mejor dicho, por deméritos– el partido con más faltas de todos los disputados hasta la fecha en Primera División. A eso de las cuatro de la tarde, cuando terminó la áspera contienda al sur de Madrid, se llevaban celebrados 72 encuentros en la liga española. Las frías estadísticas refieren un total de 41 acciones de las llamadas punibles sobre el césped getafeño. Veintisiete faltas penalizaron al Alavés y catorce, al Getafe. Al revés quizás hubiera sido más entendible.
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A los equipos de José Bordalás, también cuando dirigía a ese Alavés que ascendió a Primera sin pretenderlo, siempre se les reprocha lo mismo, su fútbol subterráneo, el que se dice al límite del reglamento. ¿Dónde se fija esa referencia? Pues bien, en este caso concreto sucedió justamente lo contrario, que el plantel albiazul, más lento, impreciso, marrullero y tarjeteado, se convirtió en una mala fotocopia de su anfitrión. Mal asunto.
«Los partidos son así», también declaró Luis García en referencia, lógicamente, al que acababa de perder con razón su Alavés en Getafe. Agarrones, empujones, codazos, zancadillas... Segundas jugadas, pérdidas de tiempo y ritmo, en suma. Trabajo a destajo para el videoarbitraje. Todo un repertorio de malas artes balompédicas, de juego feo y aburrido hasta el hartazgo que llevó, lógico, a una sucesión de lanzamientos directos, indirectos, saques de esquina y, faltaría más, un penalti bien pitado en contra de los albiazules. Su entrenador dijo ver otro en el área local. No lo pareció.
De principio a fin
Y así las cosas, el peor encuentro de los competidos por el Alavés esta temporada avanzó como el Rosario de la Aurora y se decantó, al menos a cuenta de goles, con una falta y una pena máxima que el Getafe coló en la portería de Sivera. Con decir que el descomunal cancerbero albiazul fue el mejor de todos, incluso que Luis Milla, está todo dicho. Porque sí, recibió dos tantos, pero evitó como tres o cuatro más con unas intervenciones prodigiosas que merecen alabanzas. El Alavés tiene las mejores manoplas de LaLiga.
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Con todo queda dicho que el enfrentamiento se dirimió en los términos que había previsto en la caseta Pepe Bordalás, un tipo incomprendido por su duro manual de juego pero a fin de cuentas aval de ganancias. Mejor tenerlo en tu equipo. En el enredo cayó esta vez el Alavés, que, salvo los minutos de tanteo del principio, se empezó a desequilibrar antes del descanso con el gol de falta en el minuto 42 y se rompió final y definitivamente a la vuelta con el triple cambio de Luis García en el 55 –Manu Sánchez jugó al despiste– y el inmediato penalti por mano Toni Martínez. Fue una acción tan involuntaria como sancionada. Antes, a la media hora, Sedlar tuvo la suerte de su lado porque su abrazo por el hombro a Verdú bien pudo dirigir las miradas al punto fatídico.
Es curiosa la transformación a peor del Alavés en su tránsito por Madrid. Mientras que al Real de Ancelotti le puso contra las cuerdas en el Bernabéu al pasar de un 3-0 a un 3-2 y disponer de opciones de empate, al Getafe ni le plantó cara cuando la cosa iba 2-0 en el luminoso y quedaba aún media hora de reloj. Ahí, en lo peor, se confirmó el hambre de los pupilos de Bordalás y la desesperación de la tropa de Luis García. Jamás estuvo el 'Glorioso' para el 2-1 y sí, sin embargo, merecedor de más 'chicharros'.... De no ser por la mano tensa de su porterazo.
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