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El Alavés se sacude sus miedos
Dos goles de Joselu, uno al principio y otro al final, brindan una victoria necesaria a un equipo albiazul que sobrevive al asedio del Cádiz en la segunda mitad
Desahogo, alivio, respiro, sosiego. Un calmante. El Deportivo Alavés está en fase de supervivencia y en Cádiz llenó su mochila de esperanza. Y de tiempo. Para el equipo y para el entrenador. Fue una gran victoria. Por el fondo, más que por la forma. Por los puntos, claro. Por ser ante un rival directo. Y por lo que supone, más allá de los números, para un equipo tan necesitado de alegrías. Bienvenido de nuevo, Joselu; qué bueno que volviste. Elocuente la piña del grupo en la celebración del segundo gol del gallego, ya en el descuento. Un pasito más en la rehabilitación de un conjunto albiazul que logró su primer triunfo fuera de casa por la vía del sufrimiento. Y del compromiso colectivo. Otra hora y media de resistencia entre el primer tanto de su delantero, de penalti en el minuto 5, y el tanto que acabó con la agonía que fue el segundo tiempo, después del asedio amarillo en la segunda mitad.
Cádiz
Ledesma, Iza Carcelén, Haroyan, Víctor Chust (Jonsson, 46'), Espino, Fali, Tomás Alarcón (Álex Fernández, 46'), Salvi (Lozano, 67'), Alberto Perea, Sobrino (Álvaro Jiménez, 84') y Negredo.
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Alavés
Pacheco, Ximo Navarro, Miazga, Laguardia, Duarte, Loum, Toni Moya (Pina, 85'), Manu García (Pere Pons, 56'), Pellistri (Edgar Méndez, 56'), Luis Rioja (De la Fuente, 77') y Joselu.
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Goles (0-1) Joselu (6'), (0-2) Joselu (91')
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Árbitro Alberola Rojas (castellano-manchego). Amonestó a los visitantes Miazga (26') y Ximo Navarro (67').
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Incidencias Partido de la décima jornada disputado en el estadio Nuevo Mirandilla.
La actuación del Alavés fue, en líneas generales, discreta, tampoco es cuestión de que el maravilloso resultado eleve el tono de los elogios. Sin brillo, hay que darle valor a esa capacidad de aguante colectivo en un escenario de alta tensión. Miedo a ganar, parecía por momentos, cuando el Alavés no acertaba a tener la pelota para apuntillar a un rival tan voluntarioso en sus arreones de camino al área como inocente dentro de la misma. Aguantó como pudo el chaparrón hasta que el tesón de Miguel de la Fuente convirtió un error gaditano en el gol de la tranquilidad de Joselu. Explosión de júbilo en el campo y en el banquillo. Un pilar más para sujetar una progresión colectiva paulatina que todavía carece de la estabilidad de la confianza. Poco a poco. La tabla, de momento, asusta un poco menos.
Calleja rescató a Manu García para el once. Un 4-1-4-1 en fase defensiva, más cerca de Joselu el asturiano cuando el Alavés tenía la pelota. Y la cosa no pudo empezar mejor. Porque en el minuto 5 Joselu marcó en un penalti que él mismo se había fabricado aprovechándose de la ingenuidad de Alarcón para meter la pierna donde no debía, aunque no lo hiciera con demasiada contundencia. Lo más difícil parecía hecho, adelantarse en el marcador ante un rival nervioso al que le cuesta elaborar ocasiones.
Y en esa sintonía transcurrió la primera media hora. Proponía algo más el Alavés, que ejercía un control del juego sin prisas, pero apenas pasaban cosas. Un centro-chut de Duarte y un tiro cruzado de Sobrino como sucesos más relevantes hasta que Pellistri desperdició una ocasión inmejorable (m. 30). Joselu le dejó solo para encarar al portero, pero el uruguayo se entretuvo en una conducción defectuosa que le permitió al 'Pacha' Espino llegar a tiempo para arrebatarle el balón. Una de esas oportunidades que no se pueden fallar.
Y que alteró los ritmos del duelo. El Alavés perdió el control y el Cádiz apretó. Sin excesivo peligro –un disparo a media vuelta de Alarcón en el área fue su aproximación más inquietante–, pero, aferrado sobre todo al balón parado, empezó a merodear con más asiduidad la portería de Pacheco. Empezaron mejor el partido los albiazules, terminaron mejor la primera parte los amarillos. Un cambio de tendencia que se acentuó en la segunda mitad. Desde el primer minuto
La calidad de Perea por la banda izquierda impulsó a un Cádiz bravo y arrugó a un Alavés que quedó encerrado en su área. Demasiado ... atrás desde muy pronto. Un bombardeo de balones al área que ofrecía una imagen más propia de los últimos minutos que del arranque del segundo acto. Negredo avisó de chilena nada más empezar –buena respuesta de Pacheco– y el partido entró en una rutina de saques de esquina que el conjunto albiazul supo lidiar con empaque y cierta fortuna –bien Loum en ese ejercicio de contención aérea–. Aunque los albiazules parecían algo nerviosos en la protección de un tesoro tan valioso.
Sobre todo, con el balón. No le duraba nada. Era todo para un Cádiz tan acostumbrado a jugar sin él que se sentía extraño cuando se acercaba al área. Aunque también en la propia portería se dejaba notar esa tensión alavesista. En esa temeraria cesión al guardameta que hizo Ximo con el pecho, que se quedó a los pies de Perea y tuvo que ser salvada sobre la misma línea de gol por Víctor Laguardia (m. 62). Incendio sofocado.
Había que sufrir mucho todavía, aunque la entrada de Edgar –un gol anulado– y Pere Pons descongestionó un poco al equipo y el Cádiz fue perdiendo revoluciones con el paso de los minutos. La tranquilidad, eso sí, no llegaría hasta el descuento. Joselu ya había avisado dos veces. A la tercera, más sencilla, no falló, tras un buen servicio de Miguel, que aprovechó el lío que se hicieron entre Ledesma y su central para dejar solo al gallego. Y esa piña de la celebración fue el grito de liberación de todo el alavesismo. Por fin, un rayo de esperanza.
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