Imagen desoladora, negras perspectivas
Pese a tomar ventaja, el equipo se desmorona en una lamentable segunda parte y ve ya el tramo final de liga como un Everest
Era un partido determinante y los 97 minutos sobre el césped del Martínez Valero determinaron que el Alavés, simplemente, sigue sin estar a la altura ... de la categoría. Incapaz de conseguir una mínima regularidad, alterna partidos discretos con otros pésimos. Imagen desoladora, negras perspectivas. El Elche, un rival directo en la carrera por la permanencia, mostró una manifiesta superioridad técnica individual a la que se unió ayer también la táctica, la de conjunción como equipo y lo que usted tenga a bien añadir. Ni tenerlas, resumirían los aficionados al mus. Porque a la escuadra albiazul -el árbitro evitó el 1-0 a los 28 segundos por una 'faltita' sobre Duarte- ni siquiera le dio para sostenerse de mano con los reyes que el 0-1 de Joselu pusieron en sus botas. Un Alavés que acumula ya once jornadas sin ganar y no se colocaba por delante en el marcador desde el 20 de noviembre en Sevilla. Pero tampoco con ventaja inicial, ante un adversario que no había remontado un partido en toda la competición, le dio siquiera para puntuar. Recibió el empate cuando los jugadores apenas habían salido del vestuario después del descanso. A partir de ahí, un penoso ejercicio de impotencia ante un oponente que golpeó con insistencia sobre el saco albiazul hasta convertir al grupo de Mendilibar en un irreconocible bulto de cuero retorcido.
Así, en el momento en que se esperaba una progresiva reconstrucción, llegó otro golpe a los cimientos de la esperanza. Un misil -incluido el 'average' que se queda en Elche- que impactó sobre los cascotes de las múltiples fechorías anteriores perpetradas por la escuadra vitoriana. Dos puntos de 15 con el nuevo técnico y 4 de 33 es el escalofriante cómputo general desde el inicio de noviembre. Las sensaciones que transmite el plantel albiazul se parecen al roce con un reptil. Ese frío viscoso del que uno difícilmente se olvida.
Porque mientras las nuevas incorporaciones tratan de encontrar su sitio en el campo -ayer Jason fue de lo poco atrevido antes del descanso-, la realidad es que a este Alavés no le da para nada. Con un sistema defensivo otra vez poroso que convirtió la banda izquierda en autopista para Mojica y un ataque que se antoja un sirimiri cuyas gotas se despositan en el goretex de la zaga contraria sin siquiera empaparla. Las dos áreas como enemigas, por más que ayer Joselu, otra vez Joselu, acertara en una acción aislada y durante un cuarto de hora el equipo vitoriano pareciera ser capaz al menos de contener al adversario. Es la única forma, en realidad. Si eres inferior, solo cabe enredar los duelos y esperar a que un golpe de eficacia o suerte te coloque en ventaja. Así sucedió, pero...
Y con 1-1 llegó la sustitución del delantero alavesista. Ese que ha anotado 11 de los 17 goles en un equipo donde solo Laguardia (2), Loum (1), Luis Rioja (1) y Pere Pons, además de un tanto en propia puerta del Granada han marcado en la meta contraria esta temporada. Cinco futbolistas han saboreado el acierto en 23 jornadas. Casi todo dicho. Y la inexplicable salida del campo de Joselu solo sirvió para constatar lo que siempre se había vislumbrado. Un Alavés hecho por el tejado donde el ariete ejerce de viga maestra, aunque frecuentemente el equipo se apoye en pies de barro.
Llegó el 2-1 y la impotencia de un equipo albiazul que con su referente ofensivo en el campo no es ningún ejército blindado arrollando el área adversaria, pero sin él dispara flores. Por delante, un Everest de quince partidos. O el Alavés es capaz de ponerse el equipo de montaña o le esperan semanas de congelaciones.
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