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Benavídez, en el centro de la imagen, celebra con el resto de sus compañeros uno de los dos goles anteel Huesca. Rafa Gutiérrez

Ascenso del Alavés a Primera

El hombre que eleva la temperatura de la caseta albiazul

Entresijos del vestuario. ·

La implicación de Benavídez caló desde verano a un grupo picado al ping-pong y unido en la disconformidad arbitral

Domingo, 18 de junio 2023, 22:06

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El pasado 1 de julio, el Deportivo Alavés arrancó la pretemporada y sorprendió con el fichaje de un desconocido Carlos Benavídez. Centrocampista de «gran recorrido y capacidad asociativa», informó el club. «Me gusta raspar», dijo el uruguayo en la presentación. Con un rastreo rápido en Internet se descubrió que el mediocentro procedente de Independiente de Avellaneda había sufrido dos roturas de ligamento cruzado, una en cada rodilla. 24 partidos de liga en cuatro temporadas. Suficientes para que la dirección deportiva albiazul negociara su incorporación desde muchos meses antes. Suficientes para que el charrúa se comprometiera antes del descenso a Segunda. «No importaba.Necesitaba volver a ser yo», le contó al club.

Llegó con trenzas y mucha hambre. Se involucró desde el primer momento. Interiorizó el objetivo del proyecto. Ascender. Y lo exteriorizó. En cada rondo veraniego, en cada ejercicio de entrenamiento. Mordía y arengaba a sus nuevos compañeros. «Unidos lograremos muchas cosas», repetía con su voz rasgada. Un jerarca de 24 años de Montevideo nombrado capitán a los dos meses de llegar. Fue el tercer fichaje, pero, parafraseando a Gerard Piqué, «con Benavídez empezó todo». Tras su llegada, el club siguió una política de fichajes en la que los refuerzos compartieran los valores de la afición de entrega y sacrificio.

Durante la temporada hay dos momentos en los que se atisba su ascendencia en el vestuario. Durante la tangana contra los jugadores del Lugo, Benavídez, «con lo calentón» que reconocer ser, fue el jugador que más hizo por calmar a un desaforado Abqar, al que libró de la expulsión, y a un airado Luis Rioja, al que serenó después de que ya hubiera propinado el cabezazo que reflejó el acta. Dos meses más tarde, después de haber mostrado síntomas en Santander, su intensidad le jugó una mala pasada. Expulsado en el minuto 36. Entrada a destiempo. «Me mandé un cagadón», se sinceró en redes sociales. En lugar de enfadarse, sus compañeros se conmovieron por su desolación. «Ganaremos por ti», le dijo Rioja al descanso. «Eres un currante y el equipo te lo agradece. En tu barco siempre».

Hasta cuando llegó Antonio Blanco, obligado a cantar como método de inducción en el grupo, y dejó de jugar. En estos últimos meses el charrúa no ha bajado un ápice la intensidad en los entrenamientos. Los empleados del club le consideran una parte capital de la clave del ascenso, la piña del vestuario. Cuentan que, junto con Rioja, es el rey de la pista de ping pong ubicada en las entrañas de Ibaia. Ver a muchos pasar por debajo de la mesa tras un 7-0 son de los mejores momentos de la caseta albiazul. Dicen que alguno de los capitanes tiene las rodillas raspadas.

Vaciles a «¡Txus!»

Bromas ha habido para aburrir. A Owono se le vacila por gritar «¡Txus!» cada vez que sale de la portería. Rioja le chincha. 'Porriki', como le llamaba Pere Pons, es el más guasón y el primero en llegar cada día. El más madrugador es el portero guineano. A las 8:30 está en la universidad. Empezó una Ingeniería y ahora estudia ADE. «Compaginarlo no es complicado. Lo difícil es querer», promulga en un vídeo del club recomendado por Luis García.

«Ganaremos por ti», le dijo Rioja al uruguayo tras verle compungido por su expulsión ante el Zaragoza

Las entrevistas con este periódico también han dado juego. A Abqar, por comprarle fruta a su madre con su primer sueldo, y a Rioja, que se lleva la palma por la foto encima del tractor cortacésped. «A mí no me subes ahí», dijo tajante Laguardia en el momento de su sesión. El Kaiser es el nexo de unión entre subgrupos. Están los introvertidos vascos. Guridi apadrinó al tímido Alkain. «Le digo 'egun on' y ni me contesta», contó Luis García. Los ex de la Real acogieron al del Athletic, Villalibre. Luego, padres de familia por un lado y jóvenes locos por la Playstation por otro. De camino a Andorra la subieron al autobús. 8 horas de pique. Owono estudiaba. No le importa. «Soy malo», dice de sí mismo. Por último están los serbios, Sedlar, Maras y el preparador físico Nenad Njaradi, amantes de la rakia (licor serbio). Y los sudamericanos, Arroyo, Tenaglia y Benavídez. Cuidado con ellos. Son los más ácidos en las 'jodas'.

Unidos hasta para mostrar sus conformidad con las decisiones arbitrales. Guridi, tras su penalti por mano en Granada, Jason por partida doble (Andorra y Sevilla) y el propio Rioja. «Pasó el que tenía que pasar», expresó tras las expulsiones perdonadas de Gudelj y Badé. También tratan temas más profundos. La procedencia del mate. Benavídez apuesta por Uruguay.

Vídeo del fútbol base y las familias, método de motivar de Luis García

En las últimas jornadas, Luis García ha querido tocar la fibra sensible de sus futbolistas antes de saltar al césped. Contra el Granada, concentró a la plantilla en el hotel Ciudad de Vitoria como es habitual. Cuando la plantilla bajó a merendar, se encontraron con todos los familiares mostrándoles su apoyo incondicional. A la jornada siguiente, en Albacete, encargó un vídeo especial. En él aparecieron todos los equipos de la cantera albiazul. Los mensajes del fútbol base emocionaron a algunos jugadores en la oscuridad del vestuario del Carlos Belmonte. Para anoche en Las Palmas, el técnico se guardaba otra sorpresa. La definitiva.

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