Abqar, historia de una relación que se quedó por el camino
El Alavés se reencuentra con el central, al que hizo debutar en Primera pero con el que no logró acordar la renovación en verano
El Deportivo Alavés se reencuentra este miércoles con tres héroes de sus ascensos a Primera. Bordalás ha reclutado este verano para el Getafe a ... Kiko Femenía, con el que logró el hito de 2016, y ha convencido a Abdel Abqar, pieza clave en el éxito de 2023. Será la primera vez que la entidad albiazul se tope con el que hasta hace pocos meses era su central titular. Su primer enfrentamiento tras su salida de la entidad alavesista, con la que se hizo un hueco en Vitoria antes de entrar en el laberinto de una renovación que nunca llegó.
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Abqar es titular en la defensa de tres centrales que adiestra el técnico alicantino. Una zaga robusta, sólida, con ese perfil competitivo único que transmite el que fuera entrenador babazorro durante aquella histórica temporada 2015-2016. El marroquí volvió a salir de inicio en el encuentro de este domingo ante el Barcelona, saldado con derrota (3-0). Entonces vio su primera tarjeta amarilla del curso tras propinarle un empujón a Lewandowski. Ya tuvo sus más y sus menos con el delantero. Porque, para bien o para mal, no se corta sobre el campo. Aunque, eso sí, su desembarco en Getafe a punto estuvo de naufragar por una vía inesperada.
El Getafe llegó a las horas finales del mercado ahogado por el límite salarial. La situación era tan grave que si no lograba dar salida a algún jugador importante de la plantilla se quedaría sin inscribir a seis de sus fichajes. Entre ellos, los propios Abqar y Femenía. Pero también permanecían en el limbo otro efímero exalbiazul como Javi Muñoz, el defensa Neyou y los atacantes Juanmi y Álex Sancris. Con el reloj en contra selló la cesión con obligación de compra de Christantus Uche al Crystal Palace por 20 millones -también el traspaso de otro exbabazorro como Álex Sola al Granada- y las cuentas cuadraron casi al final.
De esta forma, Abqar pudo debutar como azulón tras el parón en la victoria frente al Oviedo (2-0) y se mantuvo en el once en el duelo de este domingo. Se ha ganado pronto la confianza de Bordalás tras unos grises meses finales en Mendizorroza. Una lesión muscular le dejó fuera del equipo las siete jornadas decisivas, en la que Garcés se consolidó como pareja de Mouriño. La que había sido una pieza indiscutible durante todo el curso celebró esa permanencia en un segundo plano. Consciente de que no alcanzaría ya el centenar de partidos oficiales con la camiseta del Alavés. El contador, desde aquella noche copera en Segovia en la que se estrenó como lateral, se detuvo en 97.
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Del filial a indiscutible
Fueron varios meses en los que el club y el jugador trataron su renovación. Ya hace un año, en julio de 2024, ambas partes acercaron posturas pero sin llegar a un punto final de acuerdo. La apuesta del club por rechazar la oferta de Osasuna por el marroquí ilustraba esa confianza en un jugador novato en la Liga pero con notable potencial. Pero pasaron los meses y el acuerdo no terminaba de cristalizar. El club y los representantes del jugador se emplazaron a volver a negociar en otoño. Entonces, el Alavés le trasladó a Abqar una propuesta de renovación que mejoraba sus condiciones. Y los babazorros recibieron como respuesta la contraoferta final del futbolista, que ajustaba sus demandas para buscar un punto de encuentro. Peor no hubo más avances y el proceso encalló. Las apreturas para lograr la permanencia también desplazaron el foco de su renovación, algo similar a lo sucedido con Kike García.
Así, hasta que todos asumieron que separarían sus caminos tras cinco temporadas de palpable evolución. De su llegada con 21 años para reforzar al filial al salto, dos temporadas después, a la primera plantilla tras el descenso a Segunda. La falta de jugadores en esa parcela le dio minutos en verano y Luis García le extendió la confianza para la Liga. También en Primera, aunque el exceso de confianza le jugase algunas malas pasadas. Mientras, el reloj del fin de su contrato avanzaba. No hubo forma de pararlo. Ahora, ya sin las franjas blancas de la camiseta, Abqar se encuentra con su pasado y el que también pudo ser su presente.
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