La carrera de un vasco contra la alambrada
El bilbaíno Óscar Pasarín correrá 591 kilómetros por el monte en diez días para apoyar a CEAR en su lucha por los refugiados y contra las vallas de cuchillas
Isabel Ibáñez
Jueves, 19 de junio 2014, 00:09
Óscar Pasarín lleva cuatro años corriendo por el monte. Cada semana entre 100 y 140 kilómetros campo a través, acompañado casi siempre de sus dos perrillas, Thelma y Kala. En 2012 quedó en el puesto 14 de la prueba '101 Peregrinos'. Desde entonces ha participado en muchas otras carreras llegando entre los primeros. Ahora es diferente. Hacía tiempo que quería plantearse un reto personal, pero hasta hace poco no sabía que podía combinarlo con uno más solidario. Su hermana Estefanía, voluntaria en la ong CEAR-Euskadi (Comisión de Ayuda al Refugiado) le dio la idea. ¿Por qué no correr en favor de esa otra gente que también se echa al monte para huir de una realidad insoportable en busca de algo mejor? Propuso la iniciativa a la ong y el día 27 comenzará a recorrer 591 kilómetros con un objetivo: echar abajo un muro, unas vallas llenas de cuchillas plantadas en Ceuta y Melilla para intentan impedir la entrada a personas que solo quieren escapar de una existencia como poco difícil.
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El martes presentó el reto con los responsables de CEAR-Euskadi y junto a Abdoul Salam Coulibaly. Él sabe bien lo que es correr por el monte. Cuenta cómo salió de su Malí natal escapando de los enfrentamientos derivados del golpe de Estado que se estaban recrudeciendo. Eso fue hace casi tres años. Para llegar a Bilbao tuvo que pasar primero por Argelia, donde hay gente muy solidaria con ellos y otra que no lo es tanto y que llega a venderles el pan hasta tres veces más caro, aprovechándose de su necesidad. Después de mucho tiempo, consiguió sitio en una patera. Tuvo suerte, la travesía duró un día y las 36 personas que viajaban en el barco (entre ellas una embarazada y dos niños) llegaron con vida. Pero fue suficiente para que Abdoul le haya cogido un terror al mar (dice que no quiere volver a pisar la playa). Sobre todo porque la gente que organiza el viaje no participa luego en él. Al llegar a Tarifa, Abdoul fue encerrado en un centro de internamiento de extranjeros donde pasó dos meses "aterrorizado", saliendo apenas dos veces al día para pasear por el patio. Finalmente llegó a Bilbao, donde está esperando con un permiso especial la resolución a su solicitud de asilo. En 2013, según datos de CEAR-Euskadi, en España se presentaron 4.502 peticiones, la mayoría de Malí, como Abdoul, y Siria. Solo se concedieron 206. En Euskadi las solicitudes el año pasado fueron 62, mientras que únicamente se aceptaron las presentadas por una familia rusa con tres niños y la de un afgano.
En Abdoul pensará muchas veces Óscar Pasarín durante la dura travesía que se ha impuesto. 36.000 metros de desnivel; como si subiera al Everest cuatro veces. "Con Abdoul le he puesto cara a una situación, la de los refugiados, que conocía de oídas. Cuando le estaba escuchando contar las desgracias que ha tenido que pasar hasta llegar aquí, encerrado en una cárcel por no haber hecho nada (en referencia al centro de internamiento), yo pensaba que lo mío comparado con esto es ridículo". Pero no lo es. Su recorrido de diez días es un buen medio para lograr un buen fin y el que así lo desee puede ayudarle de varias maneras. La primera, difundiendo la información entre los contactos de las redes sociales. También se puede colaborar con la causa comprando kilómetros de los 591 que correrá Óscar. Incluso acompañar al corredor en alguno de los tramos de la carrera, que atravesará 112 municipios siempre campo a través. Aquí puede verse el camino. Y finalmente, se puede firmar por la retirada definitiva de las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla. Todo ello es posible a través de la página web.
El 6 de julio, Óscar, que trabaja de cocinero en una empresa de comidas para las escuelas vascas, llegará a Bilbao con el trabajo hecho. El calor será el mayor enemigo a combatir, por eso saldrá hacia las cuatro o cinco de la mañana bien armado con su frontal para ver el camino de noche. Unos 80 kilómetros diarios de media. Espera terminar las jornadas sobre las tres de la tarde. Lleva consigo una maleta con la ropa de correr, otra de recambio, chubasquero, una botella de 1,2 litros de agua que irá rellenando por el camino y papilla de 8 cereales como las que comen los niños para reponer fuerzas. "Nunca he corrido tanto como lo que me planteo hacer. Lo máximo han sido 200 kilómetros en 32 horas. Pero me estoy preparando bien", dice Óscar. Entrena a diario, generalmente por el Pagasarri. Sus perrillas no podrán ir a su lado en esta ocasión, "demasiado recorrido para ellas", dice él, pero la imagen de Abdoul y de todas esas personas que hemos visto con heridas sangrantes después de saltar la valla le acompañarán en su gesta.
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