El submarino que 'hundió' un tren
El 'USS Barb' 220 lucía en su bandera de combate una locomotora como señal de la destrucción de un convoy ferroviario en Isla Grande de Japón
Mikel Iturralde
Lunes, 7 de abril 2014, 16:35
La bandera de combate del submarino estadounidense de la serie Gato 'USS Barb 220' no deja lugar a dudas. El 2 de agosto de 1945 entra a puerto en Midway, cerca del extremo noroccidental del archipiélago de Hawai, enarbolando una curiosa enseña en la que claramente se muestra la silueta de un tren. Se acerca el final de la contienda. La nave luce un trofeo de guerra del que no puede presumir ningún otro barco de los miles que participaron en la Segunda Guerra Mundial.
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El pabellón nacional que arbolan los navíos de guerra justo antes de entrar en contienda tiene unas dimensiones especialmente grandes, y sólo se larga a popa en las acciones de combate y en grandes solemnidades. No se debe de confundir con el pabellón naval o de guerra, que es la bandera que indica nacionalidad en los buques a diario, aunque normalmente tengan el mismo diseño. Es la seña de identidad de las acciones más destacadas de los navíos. Y la tripulación del 'USS Barb 220' no puede estar más orgullosa de su bandera. Es uno de los submarinos mas laureados de la Marina estadounidense. Primer buque en merecer la Mención de Unidad Presidencial (PUC), recibe 8 estrellas de batalla por sus servicios; hunde 25 cargueros; deja otros 8 tocados; acaba con 5 cruceros y el portaaviones de escolta 'Unyo'; 8 banderas de embarcaciones de menos de 500 toneladas (cada una de ellas indica el triunfo sobre 7 barcos); inicia con éxito el ataque con cohetes contra las ciudades de Shari, Hokkaido, Shikuka, Kashiho y Shiritoru en Karafuto, y llega a destruir el 60% de Kaihyo; destruye distintos objetivos japoneses cañoneados en tierra; y destroza un tren militar, con la locomotora incluida, en territorio de la Isla Grande japonesa. Su último comandante, Eugene Bennett Fluckey, fue galardonado con la Medalla de Honor. Es, sin dudarlo, uno de los submarinos con mejor récord de la Segunda Guerra Mundial.
Los submarinos 'Gato' fueron utilizados por la Armada de Estados Unidos durante la contienda mundial. Junto con las clases 'Balao' y 'Tench', constituyeron la columna vertebral de su fuerza sumergible. El nombre procede de una especie de tiburón y, como la mayoría de estas embarcaciones de la época, recibieron nombres de peces. El primer submarino de esta clase fue el 'USS Cat' (SS-212). Estaban considerados submarinos de flota, pensados para actuar como adjuntos a las embarcaciones principales en misiones de reconocimiento. Observar, atacar y desgastar a la flota enemiga eran sus misiones antes de la batalla principal que se desarrollaría entre cruceros y acorazados.
El submarino que 'hundió' un tren
El ataque a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 destruyó la flota del Pacífico y con ella la idea de la batalla naval liderada por acorazados, dejando a los submarinos 'Gato' sin misión tras veinte años de desarrollo estratégico. Las cualidades con las que habían sido concebidos permitieron su uso en nuevas misiones de ataque a las líneas mercantes de Japón. Hubo en total 77 unidades de esta clase, construidas en cuatro astilleros distintos; de ellas, se perdieron una veintena en el conflicto. El armamento típico consistía en diez tubos lanzatorpedos (seis a proa y cuatro a popa), un cañón de cubierta de 76 milímetros y dos cañones antiaéreos, de 40 y 20 milímetros. Su sistema de propulsión era diésel-eléctrico, con motores diésel moviendo unos generadores eléctricos que a su vez movían las hélices para navegar en superficie, y motores eléctricos alimentados por baterías (las cuales eran cargadas por los motores diésel mientras el submarino navegaba emergido) para navegación sumergida.
Con la excepción del 'USS Dorado' (SS-248), todos los 'Gatos' actuaron en el teatro de operaciones del Océano Pacífico, si bien seis de ellos fueron transferidos en 1942 a patrullar el Golfo de Vizcaya y a ayudar en la Operación Torch, para volver al Pacífico apenas un año después por considerarse un desperdicio de recursos al no hundir ningún barco enemigo. Los 'Gatos' destruyeron más de 1.700.000 toneladas de buques japoneses incluyendo tres submarinos (I-29, I-168, e I-351), para solo perder una unidad a manos de los submarinos japoneses, el 'USS Corvina' (SS-226), hundido por el 'I-176'.
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El 'USS Barb' se ganó una terrible, casi inigualable, reputación como cazador, mandado por el capitán de corbeta Fluckey, cuyo apodo cambió de 'Gene' a 'Lucky' a medida que el barco conseguía más triunfos. Y por azar del destino tuvo una conexión con naves de nuestro país. Curiosamente este submarino tan laureado atacó por error un petrolero español y lo dañó gravemente, aunque sin llegar a hundirlo. Pero en su pabellón de guerra figura una bandera nazi (una esvástica negra sobre fondo rojo) a pesar de que el hecho se ocultó oficialmente.
A la vista del error cometido, y para evitar conflictos diplomáticos con el Gobierno español, los estadounidenses silenciaron el ataque. Pero dos de los veinte torpedos que llevaba el submarino impactaron sobre uno de los petroleros de la modesta, pero moderna, flota de Campsa. El Campomanes navegaba en lastre con las luces de navegación encendidas, si bien no tenía iluminado el costado ni la cubierta, de Bilbao a Aruba, en el Caribe. El 26 de diciembre de 1942 sufrió el impacto de los torpedos cuando estaba en aguas portuguesas, entre Cabo Silleiro y Montedor. Fue alcanzado por babor a la altura de las máquinas. La explosión causó un desgarramiento de ocho metros de largo en el casco. Ante el riesgo de que se hundiera, la tripulación decidió abandonar la nave y embarcarse en los botes salvavidas, hasta que fueron recogidos por el pesquero 'Álvarez Feijoo'. El buque quedó a media inmersión y pudo ser remolcado a Ferrol por los bous 'SantaRosa', 'Tiburón' y 'J. Ignacio', parte de la flotilla del Cantábrico que había sobrevivido a la Guerra Civil. Posteriormente, fue reconstruido.
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Cuando en los 80 se examinó documentación de estos buques, se constató que el 'USS Barb' había regresado de aquella patrulla con veinte torpedos, dos menos que su dotación normal, y que en la bandera de combate de la embarcación aparecía una enseña alemana. El teniente de navío J.R. Waterman estaba convencido de haber hundido un petrolero germano.
Curiosamente el 'Campomanes' habí sufrido un ataque anterior. Construido en 1932 en Cádiz por la Sociedad Española de Construcción Naval, fue hundido en Valencia durante la Guerra Civil por la aviación, pero fue reflotado posteriormente. Campsa dispuso de otros petroleros de 6.000 toneladas como el 'Campuzano', 'Campeche' y 'Campero'. Los buques más grandes, 'Campoamor' y 'Campeador', de casi 8.000 toneladas de arqueo cada uno, fueron construidos en los astilleros de Euskalduna. Completaron la escuadrilla el 'Elcano', que superaba ligeramente las 5.000 toneladas; y el 'Remedios' (ex 'Conde de Churruca') y el 'Zorroza' (ex 'Artza-Mendi'), con algo más de 4.000. Todos ellos permanecieron con la República y fueron destinados al transporte de combustible en el Mediterráneo y Mar Negro.
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De Shakalin a Karafuto
Eugene Bennett Fluckey comanda la última caza de su nave. Hace algún tiempo que debería haber abandonado el servicio en el 'Barb' y nunca debería haber dirigido la misión. Con la Medalla de Honor en su uniforme, debería haber entregado el mando a uno de sus subordinados para que liderara la quinta salida en aguas del Pacífico. Pero logró convencer a sus superiores bajo la promesa de que, llegado el momento, alguno de sus oficiales dirigiría el ataque. En el ambiente flota una sensación agridulce. La tripulación es consciente de que este encargo bélico puede ser el último porque se palpa el final de la guerra.
El nudo sobre Japón se estaba estrechando, y el Ejército nipón se replegaba hacia posiciones defensivas. Los combates en las islas que controlaba el emperador Hirohito eran más que frecuentes y las incursiones de las tropas estadounidenses hacían estragos en las ciudades japonesas. La zona de patrulla del Barb se situaba cerca del nudo gordiano de la guerra, al norte de Hokkaido y al este de Sakhalin (Karafuto). El 18 de julio de 1945, el submarino de Fluckey se hallaba fondeado en la bahía Paciencia, frente a Karafuto. Su comandante prepara a la tripulación para el próximo objetivo, según las instrucciones del alto mando aliado: la destrucción de la línea férrea que casi podía observarse desde el periscopio del submarino. Fluckey pretendía causar el máximo daño y provocar el colapso en las vías del país del sol naciente.
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En 1938, el Gobierno japonés decidió unificar los ferrocarriles privados en bloques regionales, aumentando el tamaño de compañías como la Tokyo Kyuko Electric Railway y la Kinki Nippon Railway (Kintetsu) de Kansai. También fue durante la época bélica cuando se produjo una segunda ola de nacionalización de ferrocarriles: 22 compañías fueron adquiridas por el Gobierno de forma forzosa entre 1943 y 1944. Pero, al contrario de la primera ola de 1906-1907 durante la cual las líneas troncales quedaron integradas bajo el control gubernamental, la segunda se dirigió principalmente a los ferrocarriles de tipo industrial. Aquellas líneas adquiridas incluían la redes de Tsurumi, Hanwa y Iida. En 1944, la situación bélica obligó a eliminar todos los trenes expresos, coches de primera clase, coches-restaurantes y coches-cama. Bajo la ordenanza para la recolección de metales, algunos operadores ferroviarios fueron obligados a eliminar los raíles de aquellos tramos en que hubiera doble vía e incluso fueron forzados a suspender sus actividades con el fin de satisfacer la demanda militar con el acero de raíles.
Debido a la guerra, de la que el país nipón ya empezaba a dar signos de agotamiento, se eliminó un gran número de servicios ferroviarios para dedicarlos a transporte de tropas y material bélico, mientras que muchas líneas férreas fueron suprimidas y desmontadas para aprovechar el metal. Aún así, en 1944 la JGR operaba sobre 20.056 kilómetros de vías y mantenía una plantilla de 524.700 empleados, aunque no todos pertenecieran directamente a la compañía. No es de extrañar, por tanto, que el objetivo de los bombardeos de Estados Unidos se centrara sobre el tendido férreo.
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Desde 1920 Japón controlaba en la costa soviética la isla de Sakhalin, que los nipones bautizaron como Karafuto. Los funcionarios del emperador Hirohito gobernaban el puerto y la terminal de trenes Otomari (Korsakov) que conectaba con Wakkanai en Hokkaido por el Chihaku NR. Los japoneses construyen varias líneas de ferrocarril industriales de vía estrecha -la isla produce el 45% de la pulpa de madera doméstica utilizada para la fabricación de papel de periódico- y una red férrea principal de 1.067 milímetros de ancho, generalmente conocida como el Ferrocarril del Gobierno Karafuto. Durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, los japoneses evacuaron a sus ciudadanos y soldados desde el islote, en una retirada que controlaron tropas estadounidenses. A partir de la rendición, toda la isla pasó a manos de los soviéticos, que recuperaron su vieja denominación de Sakhalin. En 1951, en el Tratado de San Francisco, Japón renunció a sus derechos sobre la isla.
A profundidad de periscopio
El comandante Fluckey informa a la tripulación sobre su próximo objetivo: las vías férreas de Karafuto. Sólo hay que seleccionar a ocho de sus componentes para bajar a tierra y colocar los explosivos. Todos se ofrecen voluntarios. Sólo se aceptan hombres solteros y con experiencia en misiones de sabotaje. Los ingenieros del submarino diseñan un curioso 'switch' que haría estallar los explosivos en cuanto un convoy presionara los raíles. El dispositivo es idea del teniente Hartfield. El oficial recuerda sus aventuras infantiles cuando colocaban nueces bajo los raíles para que el peso del tren rompiese las cáscaras de los frutos secos, que eran colocados encima de una piedra a escasos milímetros del riel. Sólo había que proceder de idéntica manera con el detonador en el lugar de las nueces para que el peso del tren hiciera contacto y produjera la explosión sin arriesgar la vida de los tripulantes. Esperaron un par de noches, hasta que la suerte les sonrió: con el crepúsculo apareció la bruma y se disipó la luz de luna.
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La misión se inicia a medianoche del 23 de julio de 1945. En los primeros minutos del nuevo día, el Barb emerge protegido por las condiciones atmosféricas a escasos 900 metros de la costa, desembarcan los botes inflables y desaparecen rápidamente los ocho hombres seleccionados para la acción. El submarino, mientras tanto, baja a profundidad de periscopio.
El comando llega a tierra sin ser visto y comienza a preparar las cargas, pero a mitad de la operación aparece un tren que a punto está de desbaratar la acción. Nadie ha previsto la posibilidad de que circulara por las vías elegidas un convoy nocturno. Sin embargo, logran esconderse sin contratiempos. Pasado el peligro consiguen colocar las cargas tal como se había planeado, lo que de inmediato se comunica al submarino.
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Fluckey se aproxima peligrosamente a la costa para ayudar al comando que regresa en los botes. A escasos metros de la llegada, un vigía del submarino da la voz de alarma. Un tren se aproxima al lugar de la explosión. De nuevo, la tripulación del USS Barb se ve sorprendida porque hasta la mañana siguiente no se esperaba la circulación de ningún convoy por las vías que pretendían volar. Escasos minutos después de la señal de advertencia, una tremenda explosión sacude la zona donde el comando había dejado su mortífera carga, mientras una intensa luz ilumina el horizonte y la embarcación. La locomotora y el tren saltan por los aires y acaban en un mar de fuego. La Karafuto Express transpota una docena de vagones cargados de explosivos, un ténder con el carbón que alimenta la caldera de la locomotora, tres o más vehículos de pasajeros con soldados y un coche de correo y equipaje.
Cumplida la misión, el USS Barb abandona la zona y se dirige a puerto. Fluckey y sus hombres entran en Midway el 2 de agosto. En su bandera de combate, además de los buques japoneses hundidos, se muestra con orgullo la figura de una locomotora de vapor. El submarino americano de Fluckey consiguió uno de los récords más altos de la flota norteamericana, con 90.000 toneladas hundidas. El desembarco fue la única operación terrestre en territorio de la Isla Grande del Japón en toda la guerra.
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El comandante Fluckey se retira de la Marina estadounidense como contraalmirante y luce, aparte de la incomparable Medalla de Honor del Congreso, el récord de cuatro Cruces Navales. Escribió un libro en 1992 sobre sus patrullas en el USS Barb (Thunder Below) y usó parte de las ganancias para organizar reuniones con los integrantes de las misiones. Ningún otro submarino hundió mas toneladas de buques en el Pacífico. El sumergible al mando de Fluckey no tuvo siquiera un muerto o herido en toda la campaña.
El USS Barb fue adquirido por la marina italiana en 1953 y recibió el nombre de Enrico Tazzoli. Navegó bajo el pabellón de Italia hasta 1973, fecha en la que fue dado de baja y vendido por 100.0000 dólares a un chatarrero que lo desguazó sin ningún pudor, desconocedor de la historia de este singular submarino.
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