Diez pintxos de Vitoria de toda la vida
Nos vamos de ruta por el centro de la capital alavesa en busca de esos bocados que se han ganado, por derecho, un lugar de honor a la hora de representar la cocina en miniatura de la ciudad. Del chorizo al infierno del Tulipán de Oro al huevo frito del Sagartoki
Sergio Eguía
Viernes, 12 de febrero 2016, 00:39
San Sebastián lleva la fama y Bilbao carda la lana, aunque quizá es Vitoria la que tiene unos cimientos más sólidos en esto de los pintxos. Algo así como el hermano mayor del cuento mil veces versionado. El joven Ignacio disfruta de la playa en su lujosa cabaña de paja junto a su bella novia Easo, mientras Valentín, en su residencia de madera, cosecha los beneficios económicos de vivir a la orilla de una gran la Ría; pero cuando la cosa se pone seria y le ven las orejas al lobo, ambos buscan refugio entre las paredes de ladrillo de su hermano Prudencio y la cuñada Blanca. Eso sí es una señora casa con su ventana y balcón. Y menudas barras de pintxos que adornan sus calles.
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Porque en Vitoria, más que buscar los pintxos clásicos hay que rendirse a la evidencia de que la norma de la ciudad es mantener el nivel alto, reinventarse, llevar las cosas de siempre un paso más allá. Una costumbre que ha germinado con la reciente capitalidad gastronómica y el impulso institucional a este tipo de oferta culinaria. Coge el abrigo, que nos vamos de ronda por los bocados con más solera de Gasteiz. Las exquisiteces vanguardistas las dejamos para otra ocasión. Hoy nos quedamos en los de toda la vida, algunos clásicos modernos. Todos recomendables. La siguiente enumeración no es un ranking; es una ruta ordenada según el paseante encuentra los bares partiendo desde Manuel Iradier.
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