Siete razones para escuchar a Europe

Parecía que ya se habían ido. Desgastados. Sin encontrar su lugar bajo el sol entre tanto dubstep, rock correcto de radiofórmula y canción latina. Pero no. Europe nunca ha salido de la friendzone, al menos de aquella en la que se mueven las hordas de iron fans bregados por el heavy y el blues rock carnoso más fieles. Y ahora vuelve para demostrarlo. 'War of Kings' es la nueva apuesta que editarán en la primera semana de marzo después de casi tres años de silencio discográfico a partir de aquel 'Bag of Bones' que quizá no tuvo la repercusión necesaria. Si todavía no sabes si dejarte seducir de nuevo por los suecos antaño mejor cardados de Europa, aquí tienes varias razones para dar el 'sí' definitivo.

El efecto Inda-Iglesias. Si no escuchas 'War of Kings', nunca podrás participar en el apasionante debate sobre si Europe es o no una buena banda de rock. La polémica 'trasnochados sí/trasnochados no' suele ser entre los aficionados tan acalorada como los debates del programa de Iñaki López en La Sexta. Si te aburres, siéntate con tu pareja o un amigo frente a frente, pídete ser Eduardo Inda y pon a los suecos de demagogos y falsarios. O bien, pídete a Pablo Iglesias y defiende que su hard rock es más honesto que el de cualquier otra banda sometida al poder de la troika creador de tendencias-discográfica-radiofórmula.

El efecto uvas de la ira. La banda de Joey Tempest asegura que 'War of Kings' es el disco que siempre quisieron hacer, que es lo que dicen todos los grupos con su último álbum, aunque en este caso hay algo de cierto. En el origen de la formación sueca, allá por 1979 cuando aún se llamaban Forcé, figuraba su amor por Led Zeppelin, UFO, Thin Lizzy, T. Rex o Deep Purple. Pues bien, indicios de todo ello pueden rastrearse en este nuevo disco, donde no hay concesiones comerciales, aparcan los matices blues y caen en brazos del hard rock guapo guapo, con riffs clásicos y momentos rabiosos como puñetazos en la tierra. Ponte el brazalete de Bulgari, que estamos en 2015, 'trasnochao', y a gozar.

El efecto Waterloo. Nacieron en Estocolmo, cinco años después de que 'Waterloo ganará sobradamente el Festival de Eurovisión con su pegadizo glam pop, dos más tarde de la histórica gira que desembocó en el filme de Lasse Hallström 'ABBA, the movie' y en plena euforia de 'Chiquitita'. Así que cuando Joey Tempest y sus muchachos anunciaron que querían dedicarse a la música, el entorno disquero sueco les aconsejó que aprovechasen los cardados para hacer algo más parecido a ABBA que a Black Sabbath. No hicieron caso y solo por eso merece la pena escucharles, aunque, sí, puedes ponerte malicioso, oir al mismo tiempo 'Carrie' y 'Chiquitita' y averiguar si la balada sueca tiene una marca propia. Como los muebles. Pero hay que ser muy malo para eso.

El efecto hermano mayor. Europe tuvo una infancia desgraciada. Surgieron cuatro años antes que Bon Jovi, pero los de Nueva Jersey les comieron la tostada y relegaron a una especie de condición de segundones. Nunca el hermano mayor fue tan menor y recibió tantas toñejas. Para empezar, Jon Bon Jovi fue declarado el vocalista más guapo del hard rock de los 80, con lo cual forraba más carpetas adolescentes que Joey Tempest. Cuando Europe quiso buscarse la vida en Estados Unidos, la primera multinacional que visitaron les rechazó porque ya tenían a Bon Jovi en nómina. Y mientras los autores de 'Its My Life' siguen encabezando las listas anuales de giras más rentables, Europe se pierde por la zona fría. No es extraño, si se atiende a la corrosiva biografía de Kee Marcello, que los nórdicos llegarán a la adolescencia de la fama emulando con gran éxito a los Motley Crue más destroyers, de esos que ni Pedro García Aguado logra corregir.

El efecto Llongueras. La industria del tinte y los peluqueros de medio mundo deben mucho a Europe. Miles de hombres desconocerían el significado de la palabra mecha sin la contribución de este grupo, impulsor del denominado hair rock junto a bandas como Poison, Dokken, Def Leppard y un amplio espectro de formulaciones musicocapilares más. Aunque visto a décadas de distancia duele más que las críticas de Belén Esteban, el glam rock constituyó en su momento una actitud valiente e infravalorada, que requería paciencia en el sillón del peluquero y temple para soportar la apretura del denim elevado a estilo de vida. Solo por aquellos rigores que sólo conoce quien ha tocado un concierto vestido con un pantalón de cuero ceñido es obligado rendir homenaje a Europe, cuya imagen más reciente recuerda, ejem, a Bon Jovi.

El efecto Doctor Amor. Todos los jóvenes de los 80 le debemos a Europe su indudable ayuda para combatir a la cobra. Sin 'Carrie', hoy habría menos matrimonios en el mundo o, por lo menos, no serían los mismos. 'Carrie' fue en el circuito del hard rock como 'Gavilán o paloma' en el Florida Park. Sonaba y desaparecían las líneas rojas y las zonas de seguridad. Las distancias se acortaban. Sin escape. Tolerancia cero a la maldita serpiente aguafiestas. No es que fuera 50 sombras de Grey, pero tampoco una película de Kaurismäki. Luego, de vuelta al círculo de la amistad, sonaba The Final Countdown y eras Rocky.

El efecto un millón de amigos. 'War of Kings' reúne a Joey Tempest, el guitarrista John Norum, el teclista Mic Michaeli, el bajista John Leven y el batería Ian Haugland; es decir, la formación clásica de Europe postForcé, que volvió a reunirse en 2003 después de años de alejamiento, proyectos en solitario y discrepancias a cuenta de la comercialidad por la que se iba deslizando la formación en los 80. Resulta entrañable que en este difícil mundillo plagado de egos y odios profundos, un grupo sea capaz de superar sus diferencias y aguantar otra vez más de una década juntos en la furgoneta sin que alguien se quede encerrado en los baños en la gasolinera. Y aún es más curioso que Europe le caiga bien a todo el mundo en todos los festivales y no se quejen aunque les junten en el cartel con Locomía.