Dylan en una imagen de archivo de 2011.

Bob Dylan, el arqueólogo

A sus 73 años, edita 'The Basement Tapes', las 138 canciones que grabó con The Band en un sótano en 1967 en unas sesiones tan legendarias como vitales en la Americana

Miguel Pérez

Sábado, 8 de noviembre 2014, 02:33

Si alguien pensaba que Bob Dylan tenía ya poco que ofrecer pasada la frontera de los 70 años, se equivocaba. Y mucho. Aparte de su próximo proyecto de versionar a Frank Sinatra, el cantautor maldito acaba de lanzar al mercado un trabajo de arqueología definitivo: el undécimo volumen de las bootleg series que, bajo el título de The Basement Tapes Complete, recopila 138 canciones pertenecientes a las grabaciones que realizó en 1967 junto a The Band, todas ellas en su versión original y en bastantes casos, inéditas. La caja contiene seis discos (hay una edición abreviada y más económica) y tiene el valor añadido de arrojar luz sobre una de las etapas más creativas de Dylan, pero también de las menos conocidas, lo que ha generado decenas de leyendas durante décadas.

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En cierta medida, puede decirse que 'The Basement Tapes' nació de una desgracia. El cantante sufrió un accidente de motocicleta en el verano de 1966 cuando circulaba cerca de Woodstock, lo que le obligó a dejar los escenarios y guardar reposo durante una larga convalecencia. Se dice que el siniestro no fue para tanto, pero que el profeta americano aprovechó para retirarse un tiempo de las giras agobiantes, las presiones de la industria, el consumo desenfrenado de sustancias tóxicas y las críticas recurrentes por su 'electrificación en el festival de Newport. Necesitaba tiempo para construir su música. Dylan decidió pasar esos meses recluido en un ambiente rural en una casa del Estado de Nueva York, bautizada como Big Pink, acompañado por sus músicos, los miembros de la que sería conocida como The Band, Robbie Robertson, Rick Danko, Richard Manuel, Garth Hudson y Levon Helm, que se incorporaría más tarde, motivo por el que no aparece en todas las grabaciones. Sobre The Band se ha escrito mucho y no pasa nada por acompañar la escucha de estos discos ahora digitalizados con algunos de los libros que relatan su historia, o rematar la audición con la película que Scorsese realizó del concierto de despedida del grupo, una joya.

Durante ese tiempo, de enorme creatividad influenciada claramente por la contracultura, grabaron más de un centenar y medio de canciones, entre composiciones propias de Dylan y versiones de Johnny Cash, Bob Nolan, John Lee Hooker o Clarence Williams, entre otros. Al parecer, el cantautor consiguió aquí un grado de sosiego y felicidad que pocas veces logró con posterioridad. Lo que sí resulta cierto es que de aquel sótano Dylan salió completamente transformado y convertido en un artista maduro capaz de imponer su música. En la obra ahora publicada pueden apreciarse aquellas sesiones tal y como fueron, incluyendo improvisaciones y unos cuantos temas originales que permanecían en el anonimato. Baste saber que el autor de Like a Rolling Stone se hallaba en puro estado de gracia y escribió decenas de canciones como si el mundo se fuera acabar a la mañana siguiente. Respecto a las versiones, la caja ofrece una buena idea de cuáles eran sus criterios musicales.

La importancia de The Basement Tapes obedece a varias razones. La primera de ellas, que nadie sabe muy bien que pasó durante aquellos meses de encierro en Big Pink. Los propios involucrados han tenido sumo cuidado en alimentar los rumores, el misterio y la mitología en torno a aquella reclusión voluntaria. Aparte, las grabaciones tuvieron lugar en un instante crucial de la música popular norteamericana, del folk, de las melodías enraizadas en la tradición y de la búsqueda de nuevas expresiones y su paso a otros derroteros, como el propio Dylan encarnó mejor que nadie en Newport. Si alguien quiere conocer algunas claves de ese nuevo rumbo, esa labor propia de exploradores sonoros, las grabaciones de este bootleg son imprescindibles. No solo es parte de la historia de Dylan, es la crónica de la música americana. De hecho, es también el nacimiento de la Americana, como la conocemos hoy en día.

Cintas originales de las sesiones

Pero hay otras dos razones que sustentan la importancia más que notable de esta obra. The Basement Tapes recoge la primera época de esplendor de un joven Dylan, que por aquel entonces ya saboreaba el éxito y el malditismo a un mismo tiempo mostrando el carácter de un rebelde en tiempos llenos de furia y tormenta. Y, finalmente, servirá con toda seguridad para aclarar muchos de los mitos surgidos al calor de aquel encierro y satisfacer la curiosidad de miles de fans, que durante décadas han tenido que conformarse con apenas unas muestras oficiales de las sesiones de 1967 (el álbum con solo un puñado de temas no salió hasta 1975), unas cuantas versiones y un disco pirata. Estas demos fueron al parecer las primeras de la historia discográfica en ser pirateadas, aunque de forma muy parcial, lo que no es óbice para que el disco ilegal surgido de esta maniobra sea uno de los más buscados entre los seguidores de Dylan.

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La edición completa de The Basement Tapes sólo ha sido posible ahora gracias al empeño de Garth Hudson, uno de los antiguos componentes de The Band, y el hallazgo de algunas de las cintas originales de las sesiones, que se creían desaparecidas. Esta circunstancia convenció a todos los involucrados en la operación de la necesidad de llevarla a buen término, ya que las piezas inéditas realzaban todavía más el valor de lo que, en otro caso, hubiera sido una buena recopilación histórica. Hudson recurrió al productor Jan Haust para restaurar, limpiar y digitalizar las demos. Milagrosamente, la mayor parte del material ha aguantado bien el paso del tiempo, lo que ha permitido reproducir las grabaciones originales sin retoque alguno y con integridad. Dylan, y evidentemente The Band, han hecho un viaje en el tiempo para recuperar un capítulo crucial de la música americana. Al tiempo, contribuyen a dar lustre y esplendor a esa veta que ha encontrado la industria musical en los últimos años de reverdecer material histórico: las bootleg series son una iniciativa muy apreciada en estos tiempos donde cualquier canción puede ser filtrada y pirateada en internet a los diez minutos de haberse grabado. Recuperar bobinas de cinta cubiertas de polvo resulta todavía un poco más complicado. Aunque luego terminen en la red.

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