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Así han vivido los más pequeños su primera hora fuera de casa
Los menores de 14 años pueden desde hoy salir durante a pasear y jugar en un radio de un kilómetro
Judith Romero y Nerea Pérez de Nanclares
Domingo, 26 de abril 2020
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Irati Feijoo | 11 años
«Me da pena mi hermana. Ella tiene quince años y no puede salir de casa»
Irati Feijoó ha esperado a la tarde para dar un paseo con su madre. «Al principio no me apetecía, ya me había acostumbrado a estar en casa y me daba pereza, pero luego me han entrado ganas». Sobre todo, cuando su hermana Maitane, de quince años, le ha hecho ver que es una afortunada por poder salir a la calle. «Me da pena. Ella dice que es injusto que salgan unos y otros no». Irati ha cogido su balón de fútbol y se ha dirigido a saludar a distancia a sus abuelos. Eso sí, después de despedir a su hermana, que no le perdía ojo desde la ventana.
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Aitana Iglesias| 8 años
«Me he vuelto a casa porque me molestaba la luz»
La primera salida de Aitana a la calle ha sido breve. «Ha sido pisar la calle por la mañana y decir que le molestaba la luz», explica su madre, Ivana. Así que han regresado a casa. Por la tarde, lo han intentado de nuevo. «Hemos ido a la tienda de chuches a comprar un helado», añade. Eso sí, con el gel desinfectante, en el bolso. «Sabe que no puede tocar nada, pero no está de más».
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Izotz Marchán | 12 años
«¿Se me habrá olvidado parar?»
Izotz tenía claro cuál iban a ser los tres destinos de su primer paseo. Sus abuelos viven a menos de un kilómetro de su casa y verles era lo que más deseaba. Pero también tenía claro dónde iba a hacer otra parada obligatoria. Como no podía ser de otra forma, en el camino, el portero del Alevín A de Aranbizkarra tenía que comprobar cómo estaba su campo. «¿Se me habrá olvidado parar?». Seguro que no.
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Naia | 3 años
«No se puede ir al parque porque está el bichito»
Naia ha aprovechado la mañana para cruzar la calle a toda velocidad con su bicicleta. Aunque aún lleva los ruedines, la pequeña de tres años se atreve con todo y se fija en cada detalle. «Las tiendas están cerradas, ¿verdad ama?», le decía a su orgullosa amatxu Maialen Pérez de Arrilucea. Ginecóloga en el hospital de Txagorritxu, hace que el confinamiento sea lo menos duro posible para Naia. «Los niños de la gela (clase) se mandan vídeos para verse de vez en cuando», apunta. «No se puede ir al parque porque está el bichito», zanja Naia.
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Maider Sánchez | 11 años
«Ama, aunque no me veas estoy sonriendo »
No sabía muy bien qué ropa tocaba poner. Se despidió de la calle con ropa de invierno y regresa en un día gris de primavera. Hoy vuelve a coger su patinete, con el que se desplaza a diario a la ikastola para romper su confinamiento. Maider Sánchez pisa la calle y sonríe. «Ama, aunque no me veas, estoy sonriendo». Sale a la calle con un listado de recomendaciones. «Sobre todo, me han dicho que no toque nada. Cien veces, por lo menos». Y en su primer día de salida, ¿cuál ha sido su destino? Su ikastola Arantzabela. «La echo de menos».
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June y Nahia Casal| 12 y 6 años
«Hemos podido saludar a nuestros abuelos. Viven a menos de un kilómetro»
June y Nahia Casal tienen la suerte de tener la casa de los cuatro abuelos a menos de un kilómetro de su casa. Saludarles desde la calle y verles asomados a la ventana es «lo que más ilusión» les ha hecho, dice su madre Irutxe. Aunque por el camino June ha soltado un pequeño suspiro de resignación al ver su parque precintado, ese en el que tanto añora jugar.
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Egoitz Fuente | 12 años
«Echo de menos a mis amigos y jugar a fútbol»
Lo que más echa en falta Egoitz Fuente es ver a sus amigos de la ikastola Ikasbidea y «jugar al fútbol». En tiempos de pandemia ha cambiado el cuero por el naranja del baloncesto, porque así puede lanzar a canasta con su aita. «No lo ha llevado mal», reconoce su padre, Kepa, que es sanitario. Los dos han bajado pertrechados con guantes, para evitar el contacto de la piel con el balón, que sí toca el suelo.
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Lili | 6 años
«Me he acercado a la ventana de mi prima para felicitarle el cumpleaños»
Lili cumple mañana 6 años , pero su prima los hace hoy. Así que ha decidido acercarse junto a su ama, Oihana Zabaleta, hasta su ventana para felicitarla. Viven en Zabalgana y su hermano Peio ha salido con su padre en bici. «¡Felicidades, prima!». Aunque para el abrazo va a tener que esperar.
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Ander y Naia | 2 y 5 años
«¡Tenía ganas de ver las palomas!»
Ander y Naia han paseado con su padre, Héctor Pérez, por el barrio de Zabalgana, «¡Tenía ganas de ver las palomas!», exclama Ander. Su aita encuentra un alivio poder salir a dar una vuelta con ellos. «Mi mujer y yo teletrabajamos y a veces se hace difícil amoldarse», confiesa. Esta mañana se preguntaba si debía haberse puesto una mascarilla para pasear con los pequeños y reciclar los cartones.
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Alaia y Lia Montes
«Hoy no hemos dicho ninguna vez 'me canso'»
Alaia y Lia Montes estaban «muy contentas» en su bicicleta mientras paseaban a su perro Zuri. Hoy no salía de sus bocas ningún «me canso» a pesar de llevar 45 minutos pedaleando por la calle. Y el modo de transporte toca ir alternándolo. «Mañana patines y luego patinete», explica Alaia. Su madre, Raquel, reconoce que ya pesaba el confinamiento. «Estas dos últimas semanas se chinchaban mucho. Se les notaba. Por fin ha llegado el día, toca a recuperarnos un poco. A ver si lo hacemos todos bien y acabamos con esto». Su perrito está «muerto» de tanta caminata hoy. Hasta ahora solo andaba un ratito y debajo de casa.
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Iraia | 3 años
«Ponte lejos, 'mami'»
«Ponte lejos de las chicas, 'mami'». Iraia disfruta con precaución y su paraguas rojo de Ladybug de su primer paseo y no deja que las periodistas se le acerquen demasiado. Su madre, Beatriz de los Bueis, espera que salir a la calle ayude a que la pequeña «no tenga rabietas». «Con ella hoy no me he puesto la mascarilla. Con este día de lluvia no hay casi nadie por la calle», se justifica esta vecina de Zabalgana.
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Maite | 6 años
«Después desinfectaremos bien el patinete y lo dejaremos en el trastero»
A Maite se le hacía raro salir con el patinete con la mascarilla puesta, pero se moría de ganas de salir y, junto con su madre Ana Concha, ha sido de las más madrugadoras pese a la fina lluvia que mojaba Zabalgana. «Ayer les explicamos que se iban a encontrar algo totalmente a lo que dejaron cuando salieran a la calle. Nos han visto a su padre y a mí con mascarillas, así que no les extraña demasiado», explica Concha. Han optado por no sacar balones por el momento y han tomado precauciones de cara al patinete. «Lo desinfectaremos bien y lo dejaremos en el trastero», avanzaban.
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Ibon | 2 años y dos meses
«Hemos cogido flores y visto perros, urracas, palomas...»
El pequeño Ibon tiene dos años y dos meses y, tras el primer paseo en dos meses, llegó a su portal bastante cansado. Como recuerdo de su reencuentro con el exterior se llevó algunas hojas y un trocito de una hortensia. «Lo ha llevado bastante bien pero estos días le ha costado dormirse porque no se cansa durante el día», reconoce su ama, Pilar Moral. Ibon no se olvida de sus compañeros de clase y, cada mañana, los saluda uno a uno en la orla de clase que tiene en la habitación. «Hoy ha estado chispeando, pero para nosotros ha sido un día buenísimo», celebra Pilar.
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Eneko y Nerea Arizmendi | 12 y 10 años
«Se nos hace raro volver a la calle»
Eneko y Nerea Arizmendi, de 12 y 10 años, no han salido de casa ni un día, ni siquiera un par de minutos, en todo ese tiempo. «Nada de nada. Sabemos de otros padres que han llevado a los hijos al supermercado o a por el pan pero a nosotros no nos parecía bien, hay que tener mucho cuidado», explica su padre en su primera, y madrugadora, 'aventura' al aire libre hacia el Alto de Las Neveras. A las nueve de la mañana ya estaban en camino. No hay más de un kilómetro desde su casa en el barrio vitoriano de Adurza hasta ese rinconcito de la ciudad. También podíamos haber ido hacia el centro, hasta El Corte Inglés o así, pero queríamos ver verde», cuenta. Vitoria se muestra más 'green' que nunca, no sólo por esas hierbas que crecen en los alcorques a su antojo sino porque la presencia de carbono en el aire se ha reducido hasta un 75% y la contaminación sonora otro tanto. «Tengo ganas de tumbarme en la hierba», admite Nerea en un paseo que ha deslucido la lluvia. «Es que en casa sólo pisas suelo y es plano, y en la calle puedes correr», agrega Eneko sobre esa sensación de volver a pisar asfalto.
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Pero lo que más les apetece a estos hermanos, dicen, es ver a sus amigos aunque asumen que aún habrá que esperar un poquito más para el reencuentro. Sus padres, además, han decidido que hoy no era día de bicicletas ni de patinetes. «Con la bici, si te cruzas con alguien, es más difícil esquivarle y mantener las distancias. Y si bajamos todos con las bicis es un cachondeo», comenta el aita. Y estirar un poco las piernas, paso a paso, tampoco viene mal tras el parón al que ha obligado el dichoso coronavirus. En casa practican algo de ejercicio con los vídeos que les envía el profesor de gimnasia de la Ikastola Adurtza, donde Eneko estudia sexto de Primaria y Nerea, quinto, y sacan chispas al videojuego 'Just dance' para bailar, «que es más divertido». Ahora, en la calle, «espero no cansarme», confía la pequeña de la familia. Sobre este pedacito de normalidad que se inicia este domingo, afirman, «se hace raro». La última vez que salieron, el día anterior al decreto del estado de alarma, se acercaron hasta Olárizu. «Una y no más, aquello parecía una romería».
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