Tejiendo caminos en la lucha contra el acoso escolar
La Fundación Ehunbide recibe en su primer aniversario la distinción de EL CORREO por su trabajo con las víctimas de 'bullying' alavesas
Ehunbide significa cien caminos en euskera, pero también es la abreviatura de 'bideak ehundu' (tejer caminos). Eso es precisamente lo que hacen en la fundación ... que lleva el nombre, construir un itinerario para ayudar a las víctimas de acoso escolar y a sus familias. El curso pasado, el departamento de Educación contabilizó 65 casos de 'bullying' en colegios alaveses, un 34% más que el año anterior. El pasado 28 de octubre cientos de estudiantes tomaron las calles del centro de Vitoria para condenar el suicidio de la joven sevillana Sandra Peña tras una prolongada situación de hostigamiento en su colegio y de manera improvisada, megáfono en mano, narraron en primera persona el infierno sufrido por muchos de ellos a manos de compañeros de clase.
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El acoso escolar se ha convertido en uno de los grandes problemas de los colegios y hasta hace un año no existía en Álava ningún recurso que lo abordara de manera integral. La Fundación Ehunbide –que cuenta con el respaldo del Ayuntamiento de Vitoria y la Fundación Vital– nació para llenar ese vacío y lo hace además de manera gratuita, para que ninguna familia que lo necesite se quede fuera. La mayoría de víctimas, si lo cuenta, busca refugio en familiares o amigos, pero muchos de estos casos nunca llegan a ser tratados por un profesional. «Muchas veces no saben a qué puerta tocar. Es una situación muy dura y tanto los alumnos como sus familias están perdidos a la hora de buscar ayuda», sostienen la psicóloga Zulaima García y la trabajadora social Joana Méndez, que junto con una segunda psicóloga forman el equipo de Ehunbide. A esto se suma que en demasiadas ocasiones los colegios e institutos no cuentan con el tiempo o los recursos necesarios para atajar esta situación que ya no solo se limita a las aulas sino que también se ha extendido a las relaciones virtuales.
Ampliar plantilla
En sus instalaciones de la calle General Álava, estas profesionales atienden a pequeños desde los 5 años hasta los 18. Actualmente hacen seguimiento activo a una treintena de chavales pero en su primer año de vida han atendido a un centenar de familias. Todavía un poco abrumadas, García y Méndez confiesan que no se esperaban tantas solicitudes. Al mismo tiempo se reafirman en que un proyecto así «era muy necesario». En este sentido, les gustaría ampliar la plantilla y poder estar presentes en más colegios, donde realizan charlas de concienciación sobre el acoso escolar y cómo actuar. Esta pata del proyecto es fundamental ya que «el 80% de los menores que son testigos de 'bullying' decide no intervenir».
Las víctimas que llegan a Ehunbide reciben acompañamiento psicológico y socioeducativo para tratar unas heridas que en muchos casos vienen de lejos. Sus profesionales tratan con menores que se han infligido autolesiones, que están aislados o con la confianza en sí mismos minada. «No hay un perfil de víctima. La toman con quien consideran el diferente, pero eso es algo totalmente aleatorio, puede ser por cualquier cosa. Así que nada garantiza a un niño que no pueda sufrir acoso escolar», reflexiona la psicóloga. En este espacio seguro les ofrecen terapia pero también una oferta de ocio con otros menores o apoyo escolar, ya que muchas veces el rendimiento de las víctimas se ve seriamente afectado.
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En el caso de las familias trabajan con sentimientos como la culpa o la incertidumbre de no saber qué hacer. A veces cuando tocan la puerta de Ehunbide es porque la situación ya ha llegado al límite. Aquí las profesionales advierten: «hay una tendencia a minimizar lo que dicen los niños, incluso los propios padres lo hacen y eso es un error. Frases como 'son cosas de niños', 'no pasa nada' o 'ya se pasará' pueden hacer mucho daño».
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