Las barreras de las cabinas han desaparecido este sábado en el peaje de la AP-1 entre Burgos y Armiñón. Fotos: Igor Aizpuru | Vídeo: Atlas

Primeros viajes sin peaje entre Burgos y Armiñón

Numerosos camioneros se adentran en la carretera por primera vez en años en una mañana de sábado con poco tráfico

Judith Romero

Sábado, 1 de diciembre 2018, 13:34

Las señales fijas cercanas al peaje de Armiñón todavía indican la necesidad de pagar el peaje y retirar el ticket para el 'toll', pero los conductores que transitan por los 84,3 kilómetros de la AP-1 entre Burgos y Armiñón ya no tienen que recurrir a la cartera para hacerlo. Las barreras de las cabinas de peaje han desaparecido y las ranuras para tickets y tarjetas de crédito han dado paso a una gran pegatina amarilla con las palabras 'Pase sin pagar, autopista gratuita, toll-free'. Eso sí, pese a la señalización especial y la prohibición de detener la marcha, aún hay conductores que se detienen atónitos ante la máquina, dan marcha atrás y se preguntan si tienen que pagar ante esta nueva situación sin precedentes en España.

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«Los turistas extranjeros están desconcertados, pero nosotros estamos encantados con la medida», celebraban Luis, Víctor y Giovanni. Estos tres compañeros de Burgos comparten coche para ir a Vitoria a trabajar cada día y reconocen que la supresión del peaje al terminar la concesión de la autopista va a hacer que se ahorren una suma considerable de dinero. «Hasta el momento pagábamos 30 o 40 euros al mes por cabeza, pero tal vez ahora pillemos atascos más a menudo», reconocían mientras trataban de reparar una de las ventanas de su turismo. Instantes después cumplían con la indicación de atravesar el peaje sin detener la marcha y a una velocidad de 20 kilómetros por hora. No obstante, buena parte de quienes este sábado se adentraron en el antiguo peaje de Armiñón eran camioneros que, acostumbrados a transitar por la N-1, quisieron probar la experiencia en una mañana sin tráfico.

«Hasta ahora iba siempre por la nacional para no pagar, pero creo que seguiré haciéndolo cuando lleve mucho peso», razonaba el camionero búlgaro Delyan Atanasov en un área de descanso. Sus compañeros de profesión coinciden en que, aunque es más cómodo circular por una carretera más amplia, la AP-1 tiene muchas cuestas en el sentido sur, lo que hace difícil transitar con cargas pesadas. Echarán de menos los bares y negocios de la nacional –«mucho más acogedores que un área de servicio»-, pero prima el tiempo que se ahorran en entregar sus mercancías. «Los negocios de la N-1 están condenados a desaparecer con la gratuidad de Armiñón», valora Atanasov.

«Ya era hora»

Iván Malaina trabaja en la planta que Fagor tiene en Tafalla. Ir y venir dos veces a la semana le suponía un coste total de 200 euros al mes. «Llevo 38 años usando esta autopista y no puedo estar más contento, voy a tener más dinero para dedicar a mis hijos», celebra este hombre originario de Miraveche. Pero más que por la satisfacción económica, Malaina se alegra al pensar en que menos víctimas se sumarán a las más de 250 personas que han perdido la vida en la N-1 en los últimos años. «La Plataforma de Afectados ha hecho un gran trabajo para lograr la gratuidad de la AP-1», reconoce.

Marisa y Jesús, vecinos de Vitoria, comentaban la noticia en la estación de servicio de Iruña de Oca y deseaban que sucediera lo mismo en la AP-68, que con la eliminación del peaje de Armiñón pasará a tener uno nuevo en Ribabellosa. «Tengo familia en Burgos y seguiré yendo a verles como hasta ahora, pero ahora me pedirán que con el dinero que me ahorro del peaje les lleve unas pastas», bromeaba Marisa.

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