Una persona sola en uno de cada tres pisos en Vitoria
Álava arroja la mayor tasa de hogares unipersonales en Euskadi. La tendencia crece por el aumento de solteros
Nunca antes en la historia de la humanidad había habido tantos cambios, ni tan vertiginosos, ni en tantos ámbitos diferentes como ahora. Todo avanza rapidísimo ... en materia tecnológica, cultural, social... En fin, que vivimos de un modo muy distinto a como lo hacíamos hace muy poco tiempo. Sobre todo, vivimos más solos. Aunque cuidado con esto: una cosa es el problema de la soledad impuesta y no deseada, y otra muy distinta la soledad buscada. Hay ahora cambios de hábitos en cuanto a las relaciones, deseos de independencia, mejora económica, egoísmo quizás. Todo esto lo analizaremos más adelante.
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Primero, los datos. En menos de tres décadas la cantidad de viviendas de Álava en las que vive una sola persona se ha multiplicado por cuatro. En 1991, según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), eran 10.015 los hogares unipersonales, mientras que en 2020 (último dato disponible) se habían disparado hasta los 42.800. El revolcón es enorme porque el territorio ha ganado población en estos treinta años –un 20,8%, de 276.547 a 333.940 habitantes– pero no tanta como para explicar el notable incremento de vecinos que han decidido o se han visto empujados a vivir solos.
«Hay más gente que quiere comodidad y con medios económicos para vivir sola»
teresa bazo
Catedrática en Sociología
Si se tiene en cuenta que en Álava hay 140.800 hogares resulta que los unipersonales suponen el 30,4%, la mayor tasa de Euskadi. Su capital, Vitoria, incluso supera ese porcentaje y en un 31,2% de sus viviendas sólo aparece una persona censada. En Bizkaia, la proporción es algo menor, del 28,4%, y en Gipuzkoa cae hasta el 26,1%. En cualquier caso, la media vasca, del 27,9%, está por encima de la española, que también ha crecido mucho pero se mantiene en el 25,8%.
Cada vez más
Puede que lo más preocupante sea que el fenómeno sigue en ascenso. El repunte en los últimos tiempos ha sido muy notable y continuado: en 2011 había 37.865 hogares unipersonales en Álava, con lo que en una década ha subido en torno a un 13% (hasta los mencionados 42.800). En sus proyecciones a 2035, el INE prevé un crecimiento sostenido de este modo de vida en toda España. Euskadi pasará del mencionado 27,9% actual al 31,9%. Nada menos que cuatro puntos más en tres lustros. En el conjunto del país, del 25,8% al 28,9%. Eso quiere decir que en el País Vasco el aumento avanzará a más ritmo que en el resto de comunidades autónomas.
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¿Qué está pasando? La tentación es explicar el asunto mirando hacia el envejecimiento de la población. Hacia las viudas, sobre todo. Pues no. Ellas (la gran mayoría son mujeres) sólo suponen el 20,8% de quienes viven sin compañía en el territorio. De hecho, más del 60% de la gente sola tiene menos de 65 años (suman 26.000 hogares). Claro, se podría suponer: son los separados, divorciados... Pues tampoco. Esta gente que se ha quedado sin nadie con quien desayunar tras una ruptura de pareja supone únicamente el 11,9% del total (en torno a 5.100 hogares). Es cierto que se trata de un colectivo creciente en los últimos ejercicios, pero no explica por sí mismo que el fenómeno esté disparado.
«Estamos viviendo una enorme transformación en valores y eso crea conflictos, tensiones»
roberto san salvador del valle
Deusto Cities Lab
La explicación hay que buscarla en los solteros. Y solteras. Son quienes habitan 24.600 hogares unipersonales en Álava. Es decir, más de la mitad de los 42.800. La cifra ha crecido en los últimos seis años, desde 2014, porque entonces eran unos 22.800. Una cosa curiosa es que hay más hombres (son 13.200) que mujeres (11.400).
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«Vivir solo es caro, y ellos tienen sueldos más altos», apunta la catedrática en Sociología Teresa Bazo. Es cierto. El salario medio masculino en Euskadi es de 31.970 euros, y el femenino, de 24.757. Es decir, 7.213 menos. Pero el asunto tiene unas raíces más profundas porque de lo que estamos hablando aquí es de un nuevo modo de ver la vida. «Un cambio social aceleradísimo».
Se refiere la socióloga a algo que no es exclusivo ni de Álava ni de España: un cambio en los valores. En mucha gente priman anhelos como «la independencia, la comodidad personal... Hay muchos novios que viven cada uno en su casa. Hace no tanto tiempo eso sólo lo hacían Woody Allen y Mia Farrow». Pero, en estos momentos, puede que porque seamos «más hedonistas» y tengamos menos ganas de que alguien «nos incomode», es algo frecuente. También porque «hay más personas con capacidad económica para hacerlo».
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Igualdad de género
El cambio de valores ha tenido otra derivada. «La gente se casa muy tarde. Las mujeres estudian y quieren dedicar años a su desarrollo profesional, a poner en valor el tiempo que han pasado formándose». Quien habla de casarse habla de juntarse. Pero lo cierto es que posponer demasiado la decisión de establecer una relación seria con convivencia incluida, o la de tener hijos, a veces acaba suponiendo que ni una cosa, ni otra.
«Hoy en día a veces es difícil desarrollar una vida en pareja, y eso lleva a la soledad no elegida»
unai martín
Sociólogo de la UPV/EHU
Ya sea impuesto o buscado, el fenómeno 'single' está al alza. También se refiere a la «transformación en los valores» Roberto San Salvador del Valle, director de la cátedra Deusto Cities Lab. «Se ha aminorado la presión que suponía vincular sexo con pareja estable» y eso ha propiciado el auge de este nuevo modo de vivir. ¿No está siendo un cambio demasiado rápido? «Sí, y nos está exigiendo una tremenda resiliencia. Los fenómenos relacionados con el deterioro de la salud mental nos indican que tenemos cierta dificultad antropológica para adaptarnos al modelo que nos hemos impuesto». Habla el experto de las tensiones y «los conflictos» que, en un mundo que se mueve tan rápido, se generan «en la pareja, entre padres e hijos, culturales entre autóctonos e inmigrantes, entre amigos...». En fin, que al final quedarse viviendo solo puede terminar reflejando «el fracaso que se plantea en la convivencia estable; nos refugiamos en la soledad para eludir la conflictividad que provoca el roce permanente».
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Eso forma parte del «proceso de individualización» que estamos viviendo, apunta Unai Martín, sociólogo, investigador y profesor en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Habla de la «segunda transición demográfica» y de la pérdida de capacidad estructurante de las instituciones que antes marcaban la vida de la personas. Sobre todo, «la familia y la religión». Aunque hace notar que la vida en pareja sigue siendo la opción mayoritaria de convivencia (recordemos, los hogares unipersonales son tres de cada diez en Álava), en una sociedad «líquida» hay otras opciones, otros proyectos vitales que pasan por la soledad.
Sin elección
Eso sí, en ocasiones, quizás a menudo, esa soledad no es deseada, sino consecuencia de las circunstancias. A juicio del sociólogo, este entorno actual tan vaporoso provoca que para muchas personas «no sea tan fácil desarrollar un proyecto en pareja». «Es importante tener en cuenta el factor de la soledad no elegida», apunta.
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juan alayo
Urbanista
Esta alerta sobre la falta de compañía vale para jóvenes pero, muy especialmente, para personas mayores. Es uno de los grandes retos de las sociedades desarrolladas: la noticia fantástica del aumento de la esperanza de vida va acompañada de procesos de soledad (viudas sobre todo) que suponen un problema grande. Aunque no siempre. En esto hace hincapié Teresa Bazo. «Hay muchas personas mayores que viven solas porque así lo quieren, y no hay que verlo como síntoma de desvalimiento, sino de independencia». Se refiere a que quienes quieren mantenerse en su casa a menudo lo que demuestran es carácter, que «tienen medios suficientes y salud para ser autónomos, para moverse, para ir a comprar... La soledad elegida es muy querida».
Pero es muy difícil saber qué hay detrás de las cifras. Es decir, saber en cuántos de los 42.800 hogares unipersonales de Álava hay una soledad deseada o una soledad impuesta. Puede que ni quien esté en esa situación lo tenga muy claro.
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