Fernando cultiva 1.000 metros cuadrados en San Sebastián de los Reyes.

«Empecé a sembrar en el jardín de mis padres y al final dejé la Psicología»

Fernando García de Vinuesa, Horticultor ·

Dueño de 1.000 metros cuadrados de vergel, 'El Sembrador' visitará hoy las huertas de Abetxuko con Slow Food

Sábado, 9 de abril 2022, 00:26

Fernando García de Vinuesa (Madrid, 1982) no descubrió su verdadera «vocación» hasta que estaba a punto de graduarse como psicólogo. Empezó con las terapias, pero ... siempre con el gusanillo de emprender una huerta, que ya improvisaba en el jardín de sus padres. Tras 11 años, ya puede decir que vive de lo que le da la tierra. 'El Sembrador', como le conocen en Youtube, enseña a sus pupilos internautas horticultura y hoy compartirá sus conocimientos con Slow Food Araba durante su visita a las huertas de Abetxuko.

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– ¿Qué le llevó a abandonar la psicología y lanzarse a vivir de la agricultura?

– Fue una llamada de la vocación. Yo ya había empezado a sembrar algunas cosas en el jardín de mis padres. Desde que vi brotar las primeras semillas, ahí me picó algo que fue 'in crescendo' en los siguientes años. A partir de 2007, recién licenciado como psicólogo, empecé a profundizar en ese ámbito que me estaba interesando tanto. Me fui metiendo en el mundillo hasta que en 2011 dejé la psicología y me volqué en esto.

– ¿Y cómo consigue hoy vivir de su huerta?

– Lo primero que hice en 2011 fue crear un proyecto de transformación de jardines en huertos en el norte de Madrid. Es una zona amplia, hay mucho desconocimiento de la horticultura y dinero para contratar a personas capaces de crear esas huertas. Ahí vi mi oportunidad. Me dediqué a eso durante seis años y a gestionar su mantenimiento. Digamos que fue una muy buena experiencia práctica, no solo de emprendimiento.

– Tiene mérito que logre rentabilidad con unos estándares de producción ecológica...

– Sí, cuando dejé ese proyecto, me interesó ese modelo de producción agrícola a pequeña escala y muy productivo. En Estados Unidos lo conocen como 'market gardening'. Ahí es cuando pienso dejar el proyecto de huerta a domicilio y dedicarme a producir verduras y hortalizas. Salí a Inglaterra y Nueva Zelanda, me empapé de herramientas y técnicas desconocidas en España y descubro sistemas de producción que te permiten que una huerta de 1.000 metros cuadrados, cerca de un núcleo urbano grande, pueda ser rentable y productiva como para vivir de ella. También es cierto que no se puede cultivar cualquier cosa, hay productos que son adaptables a pequeña escala, pero si quieres diversificar, hay que ampliar la superficie.

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– ¿Diría que su proyecto va encaminado a eso que ahora llaman la 'soberanía alimentaria'?

– No tanto. Sí que soy autosuficiente en insumos, abonos y estiércol. Es un objetivo, pero para mí el proyecto es más sencillo que eso. Se trata de rescatar la huerta. Hasta hace 100 años todas las ciudades estaban rodeadas de ellas. Quiero rescatarla y que pueda ser replicadas.

– ¿Cree que el tipo de producto que elabora será el dominante el día de mañana?

– La gente quiere comer sano y a ser posible de lo que se produce cerca de casa. Va a ser difícil pensar en un futuro en el que se pueda prescindir de lo que sale de la tierra. Más que desaparecer creo que el siglo XX con la urbanización y ciertos progresos, ha dejado de lado el campo. Es el momento de recuperar viejos usos que siguen funcionando y nos servirán en el futuro.

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Apego a la tierra

«Mi proyecto es más sencillo que la autosuficiencia. El objetivo es rescatar la huerta orgánica»

– Sin embargo, no existen pocas amenazas. El cambio climático, la despoblación, la falta de relevo generacional...

– Practicar la horticultura no requiere vivir en el campo. Hay gente que vive en ciudades con espacios valdíos e improductivos que pueden ser transformados en huerta. Tampoco veo tanto una amenaza que no haya relevo, solo en que se puedan perder algunos conocimientos. Afortunadamente hay gente que queremos cogerlos. En cuanto al cambio climático, si cada vez llueve menos, sin duda, va a afectar. Pero hay otras consecuencias relacionadas que se obvian. Por ejemplo, la salud de los acuíferos y los herbicidas que se vierten porque, aunque practiques una agricultura orgánica, están llegando a la paja para hacer compost y otros recursos. Hay otras amenazas que tienen que ver con la agroindustria que me preocupa más que el cambio climático en sí.

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– ¿Le ha venido gente interesada en seguir tu ejemplo?

– Sí, pasa mucha gente que quiere lanzarse a cultivar. No solo vienen a mi huerta, también en mi canal es raro el día que no recibo un correo de alguien.

– ¿Qué consejo le daría a una persona que quiere iniciarse en la horticulutura?

– Que vean mis vídeos en YouTube porque para aprender hace falta más ver que leer. Y sobre todo, si existe la posibilidad de ir de voluntario a trabajar a una huerta, ahí es donde mejor se pueden aprender técnicas y variedades de plantas. Y este consejo vale tanto para el que quiera una huerta doméstica como comercial. Lo mejor es buscar conocimiento práctico en alguien y pasar tiempo con él.

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