Ignacio Pérez

Educación para la igualdad

Miércoles, 9 de marzo 2022, 00:03

Con motivo de la celebración del 8 de marzo, EL CORREO entrevistó ayer a diez relevantes mujeres del mundo político, cultural, social y económico en ... Álava. Buena parte de ellas coinciden en sus testimonios al destacar la importancia de la eclosión del movimiento 'Me Too' en Estados Unidos en 2017, que ayudó a destapar el acoso y las agresiones sexuales que sufren mujeres de todo el orbe, independientemente de su origen o cultura. Dicho movimiento impulsó al año siguiente una conmemoración del Día Internacional de la Mujer con un carácter mucho más universal que nunca -bajo el lema 'Si nosotras paramos, se para el mundo'-, reivindicando poner fin a la brecha salarial, a la discriminación en todos los ámbitos de la vida y, sobre todo, a cualquier tipo de violencia sufrida por las mujeres simplemente por el hecho de serlo.

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No obstante, y supongo que por deformación profesional, lo que más llamó mi atención de las citadas entrevistas fue la importancia que algunas de ellas daban a la educación. A mi modo de ver, y en diversos aspectos, es la clave para acabar con todos estos atropellos. En primer lugar, educación «en todos los niveles» -como decía la vicerrectora del campus de Álava (UPV/EHU)-, que forme a todos y todas las jóvenes en la igualdad. Aunque pueda parecer lo contrario -y pese a ciertos eslóganes muy sugerentes para la camiseta o en la pancarta, si bien superficiales y con poco contenido-, buena parte de la juventud da aún muestras de comportamientos muy poco comprometidos con la equidad. Por poner solo un ejemplo, una encuesta realizada por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) en el último trimestre de 2021 revelaba que casi la mitad de los varones de 15 a 29 años consideraba que la violencia hacia las mujeres no era un problema grave en la sociedad. Prueba de que no se trata de «un invento ideológico» -como afirmaban algunos de los encuestados- es que ese año terminó con 44 mujeres muertas por violencia machista, y llevamos seis en lo que vamos de este. Y es que, desde mi perspectiva, la formación desde los primeros estadios de la vida da a las personas pautas básicas para la convivencia. En segundo lugar, favorecer una educación superior de las mujeres que les permita romper techos de cristal y lograr plena libertad en todos los aspectos de la vida, con el fin de evitar verse atrapadas en situaciones que puedan llevarles a verse en cualquier coyuntura de dependencia.

A pesar de que algunas de las citadas mujeres ayer entrevistadas no eran muy optimistas respecto a los logros pasados y futuros, creo que -aunque de manera algo lenta-, la sociedad está avanzando para conseguir que esta idea se convierta en una realidad. Así, por ejemplo, el estudio 'Igualdad en cifras' realizado por la Dirección para la Igualdad de la UPV/EHU indica que en 2020 el 56,77% de las tesis que se leyeron en esta Universidad fueron defendidas por mujeres; que más de la mitad de los miembros del profesorado más joven -adjuntos y agregados- son actualmente mujeres, si bien los puestos más altos -titulares y catedráticos, ocupados por profesionales de mayor edad- los siguen copando hombres; y el personal de administración y servicios es clara y mayoritariamente femenino. A mi juicio, si bien se trata de datos de una institución determinada, muestran que -a pesar de las dificultades-, vamos avanzando hacia una sociedad más claramente igualitaria, en la que la educación a todos los niveles será clave para conseguir terminar con la lacra de la violencia y la discriminación hacia las mujeres.

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