Un equipo, una piña. El Baskonia ante el reto copero. / Efe
Copa del rey | Málaga 2014

El Baskonia ante la Copa: Hora de levantar los brazos

Laboral Kutxa tiene una misión: reencontrarse a sí mismo, volver a reconocerse como un equipo competitivo, difícil de ganar, más allá de su estado de forma puntual

JUANJO BRIZUELA

Viernes, 7 de febrero 2014, 14:36

El baloncesto es posiblemente uno de los deportes colectivos más completos que existe. Para jugar a él las piernas son la base principal: correr, desplazarse, defender, saltar, tirar Se necesita también usar mucho el cuerpo para ganar espacios, chocar con el rivalY se usan evidentemente los brazos y manos, para botar, pasar, tirar y llamar la atención del compañero, para usarlos en acciones defensivas como capturar el rebote, defender líneas de pase, defender al hombre-balón Todo el cuerpo en plena sintonía con otros dos elementos esenciales: visión (ojos) e inteligencia para interpretar el juego (cabeza).

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El rendimiento en el deporte pone en la misma balanza el aspecto técnico-táctico, el físico y el mental para competir en cualquier situación frente a un rival. Equipos talentosos sin físico tienen problemas cuando se enfrentan a un rival opuesto. Equipos físicamente potentes tienen problemas ante equipos talentosos y con gran lectura del juego. Ambas son estrategias válidas pero de cómo estén configurados los equipos y qué aspecto supere sobre el resto podemos entender las oportunidades y las opciones de un equipo en cada competición.

El Laboral Kutxa llega a la Copa ACB, la competición más atractiva hasta la fecha, en un dudoso estado de forma global. Ha accedido a la Copa gracias a su último punch final ganando 4 de sus últimos 5 partidos en ACB. Nada que objetar en este sentido. Pero sus prestaciones y sensaciones en el juego en algunos de estos últimos partidos, finalmente transformados en derrota, además de la baja de última hora de Heurtel, dejan un enorme mar de dudas sobre su papel en este torneo. Dudas que se instalan principalmente sobre si será capaz de competir 40 minutos al máximo en cada partido, al menos en la primera eliminatoria contra el Valencia Basket (hoy, 19.10 horas), de la que depende su continuidad en Málaga.

Fallar un tiro, tocar un balón sin cogerlo entre las manos, no poner una mano ante un tiro exterior, todos cometemos errores. Estas situaciones se dan en cualquier partido. Pero lo que más preocupa en esos momentos es la sensación de bajada de brazos, de resignación ante el fallo y de incapacidad en lo que se refiere a la posibilidad de revertir esa situación. Cuando el aspecto mental falla, afecta al físico y al juego colectivo del equipo. Es cuando esa balanza se desequilibra del todo.

Cuanto más ritmo en la cancha, mejor

Afortunadamente la Copa es la competición donde todos parten de la misma situación. De cero. No importa el puesto que ocupes en ese momento en la Liga. Tienes que enfrentarte sí o sí a un rival puntero de la competición, independientemente de su situación clasificatoria. Cada partido es una final en la que si ganas sigues, y si pierdes te vuelves para casa. Este hecho en principio podría beneficiar a quienes llegan en peor situación y en cambio es un factor de presión añadida a quien llega en excelentes condiciones. Aquí radican las sorpresas que cada año se han dado y que podrían darse, por qué no, de nuevo en Málaga.

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Laboral Kutxa tiene en esta Copa para mí una misión: reencontrarse a sí mismo, volver a reconocerse como un equipo competitivo, difícil de ganar y que gracias al talento de sus jugadores es capaz de obtener ventaja en cada situación del juego, a pesar de la fatal baja de Heurtel conocido ayer. Ha de recuperar su identidad de juego que está basada en ritmo, espacios, dominio de rebote y equilibrio interior-exterior. Tiene que conseguir que todos, absolutamente todos los jugadores, sumen lo mejor de sí mismos a las, ahora, dos piezas clave del equipo, Nocioni y Pleiss, diluyendo el debate entre primera y segunda unidad, convirtiéndose en un bloque esté quien esté en pista.

Ha de mostrarse más agresivo en ambas partes del campo: en defensa partiendo desde el 1x1 con balón inicial hasta el dominio del rebote, protegiendo a su referente interior: Pleiss. En ataque, siendo más vertical en el juego, donde el juego sin balón y el pase sirva de nexo de unión entre todos los jugadores, buscando el equilibrio dentro-fuera bien sea con penetraciones, juego sobre el poste bajo o bien el 1x1 para buscar la ventaja del hombre exterior.

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Tiene que correr. Más, mucho más. Este equipo brilla cuando es capaz de aumentar el ritmo del partido hasta convertirlo casi en una pequeña locura. Con Heurtel ha sido posible en muchos partidos de esta temporada y ahora con Hodge se puede mantener este alto ritmo. En cambio sufre mucho cuando el juego es pausado, agotador en el esfuerzo y rozando los 24 segundos. Cuanto más ritmo se ponga sobre la cancha, mejor. Las rotaciones de los jugadores y los cambios tácticos juegan aquí una importancia excepcional. Y recursos tenemos.

En el ecuador de la temporada y con el camino recorrido, sinceramente es difícil pensar que el Baskonia sea capaz de levantar los brazos con el trofeo. Por una trayectoria tan lastrada por lesiones, cambios e inestabilidad en el juego y también por los rivales, entre los que destaca por encima de todos el Real Madrid de Pablo Laso, principal referente y favorito, el Baskonia tiene que dar su mejor versión de sí mismo para llegar vivo al domingo. Pero de lo que sí podemos estar seguros es que si el equipo no baja los brazos en el partido, si es capaz de poner sobre el campo su juego colectivo y altruísta, su intensidad en defensa y sus ganas de ir a por el rival, se llame como se llame, se puede llegar lejos. Se necesita para ello confianza, a pesar del dolor de las bajas de última hora, porque sólo así las piernas, el cuerpo, la capacidad táctica y la inteligencia podrán hace el resto.

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