Comienza el reinado de Arzallus
El campeón aseguró que «la txapela es de mi padre», también bertsolari, y se la dedicó a su madre «por haberle enseñado el euskera» La de ayer quizás fue la mejor final de la historia, con todos los bertsolaris mostrando un gran nivel
FELIX IBARGUTXI
Martes, 17 de diciembre 2013, 11:54
El nuevo campeón de bertsolaris es Amets Arzallus. En segunda posición quedó Maialen Lujanbio, la que hace cuatro años logró la txapela. La final de ayer se desarrolló en el BEC de Barakaldo con un ambiente extraordinario de comunión entre bertsolaris y aficionados, con todos los finalistas a un gran nivel y con muchos bertsos de calidad altísima. Según dijo el presidente de la asociación de bertsolaris, Iñaki Murua, fue «la mejor final que ha podido gozar en toda su vida».
Habrá tiempo para un análisis más pormenorizado, pero dio la impresión de que el festival tuvo menos de épico que los anteriores, en consonancia con el tiempo abierto tras el cese de actividad por parte de ETA. Apenas se plantearon temas relacionados con la violencia y los presos, pero sí es cierto que en algunos casos los bertsolaris dirigieron hacia esa dirección temas que daban un abanico amplio de posibilidades de enfoque.
Hablando de comunión entre bertsolari y público, se pueden recordar los bertsos de despedida, después de que la presentadora comunicara el veredicto del jurado. La gente se puso en pie ante cada una de las despedidas. El campeón dedicó la txapela, «que es del padre», a su madre, «que cuando era niño me enseñó el euskera». Fue especialmente emotivo también el bertso de Beñat Gaztelumendi, que habló sobre su hermano Unai, trece meses más joven y compañero de improvisaciones desde hace muchos años. Sarriegi también tocó la fibra sensible de los presentes cuando recordó a sus dos abuelas y sus dos abuelos, todos aficionados al canto o a los bertsos, «y que nunca llegaron a verme cantando bertsos».
La subcampeona, Lujanbio, se despidió con un bertso 'institucional'. Pidió apoyo para las bertso-eskolak, «porque son como el campamento base, ante la cima del bertso».
El campeón recibió la txapela de manos de Joanito Dorronsoro, un especialista en melodías que se ha pasado más de tres décadas recogiendo y clasificando esos materiales. Tiene también el mérito de haber creado la bertso-eskola de Zumaia, su pueblo. Se limitó a poner la txapela a Arzallus.
A la hora del reparto de premios, hubo bastantes menos silbidos que en 2009 para los representantes de las instituciones no gobernadas por la izquierda abertzale. La representante de la Diputación de Bizkaia, Josune Ariztondo, y el del Gobierno vasco, Patxi Baztarrika, no tuvieron que pasar el mal trago de hace cuatro años. Parece que con 'los nuevos tiempos' los más ortodoxos se han aplacado.
El festival comenzó con aplausos a los siete miembros del jurado, cuando la presentadora, la ipartarra Joana Itzaina, dio las primeras instrucciones. Pero las palmas se tradujeron en ovación encendida cuando aparecieron los ocho competidores. Desfilaron en fila entre el público, para acabar en el estrado. Esa es una de las imágenes impactantes de todas las finales.
Luego, para seguir con el ritual implantado desde hace décadas, cada uno de los bertsolaris cantó el bertso de salutación, lo único que pueden traer preparado desde casa. En el 'txalómetro' parecieron ganar Arzallus, Lujanbio e Iturriaga. A partir de entonces comenzó el vértigo de la improvisación.
Y precisanmente Amets Arzallus habló de vértigo en el primer bertso puntuable. Cantó junto a su colega desde que eran niños, el también labortano Sustrai Colina. El tema era sugerente, daba juego: eran dos personas inscritas en Alcohólicos Anónimos que entraban a un bar para tomar un café. Entonces se produjo una de las máximas del bertsolarismo: los bertsos salen mejores cuando los improvisadores encuentran un enfoque adecuado desde el comienzo y luego se produce una dialéctica entre esos dos papeles bien diferenciados. Amets hizo de exalcohólico que se ve curado, y Sustrai de hombre todavía preocupado.
La sesión matinal se cerró pasadas las 14.30 horas, después de que los bertsolaris afrontaran el ejercicio de 'kartzelako gaia', que como ha sido habitual en el campeonato de este año fue bastante abierto: «La situación te ha puesto en el otro lado». La primera en cantar fue Lujanbio. Optó por una ruptura sentimental, desde el punto de vista de una persona que antes había roto relaciones y ahora se enfrenta a una ruptura provocada por su pareja. Mendiluze se puso en la piel de un profesor; Colina se convirtió en un padre que pasó por la cárcel en el franquismo y ahora ve cómo van a juzgar a su hijo; Arzallus cantó desde el punto de vista de un guardia civil andaluz de Intxaurrondo, apellidado Rodríguez, que ha pasado de interrogar y torturar a presos a ser juzgado por esos hechos. Su propuesta fue de las más jaleadas.
La sesión de tarde comenzó con bertsos menos dramatizados, más distendidos que los de la mañana, a excepción quizá del ejercicio llevado a cabo por Maialen Lujanbio e Igor Elortza. Ambos fueron muy brillantes. Tuvieron que torear con un caso de malos tratos sobre una mujer, encarnada por Lujanbio.
Pero pronto volvieron los bertsos dramáticos. A las 17.30 horas, Iturriaga se enfrentó en solitario a otro tema de fuerte contenido político. Era el hijo de un asesinado en un atentado. Hay que reconocer que el público responde bien ante bertsos dramatizados, y ayer hubo muchos aplausos.