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Ríos posa en las escaleras de la sede de Lokarri en Bilbao. :: IGNACIO PÉREZ
«ETA está obligada a responder ya y a anunciar un alto el fuego verificable»
POLÍTICA

«ETA está obligada a responder ya y a anunciar un alto el fuego verificable»

Con la declaración de ayer, la antigua Batasuna ha «evidenciado» su separación de la banda, dice el líder de la red ciudadana Paul Ríos Coordinador de Lokarri

ANTONIO SANTOS

Domingo, 28 de noviembre 2010, 03:39

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Dirige Lokarri, la «red ciudadana por el acuerdo, la consulta y la reconciliación» que desde hace un año financia al abogado sudafricano Brian Currin para promover un alto el fuego de ETA unilateral e irreversible, pero lleva dos décadas participando en movimientos sociales. Su conocimiento de la situación actual y de los pasos dados por el mediador internacional en Euskadi le lleva al convencimiento de que en la izquierda abertzale no hay marcha atrás y que seguirá apostando por las vías exclusivamente políticas «hagan lo que hagan» el Gobierno y la banda terrorista.

- ¿Cómo interpreta el acto de ayer de Batasuna en Pamplona?

- Es un paso muy importante para que el sector político representado por Batasuna y la izquierda abertzale pueda volver a la legalidad. Ha quedado muy claro su compromiso con las vías pacíficas y políticas, rechazando tanto la amenaza como el uso de la violencia. Han confirmado que en su actividad no tiene cabida la estrategia violenta.

- ¿Cree que es el primer paso hacia la legalización?

- Con lo que han dicho podrían cumplir ya los requisitos que marca la ley de partidos. Ha habido hasta ahora dos grandes razones para la ilegalización. La primera: no tener una posición clara de rechazo o condena a la violencia, postura que esta vez sí ha quedado evidenciada. Y la segunda era que Batasuna estaba a las órdenes de ETA. A mi entender, la izquierda abertzale acaba de demostrar que toma sus decisiones independientemente de los pasos que dé en el futuro ETA. La izquierda abertzale ha tomado su propio camino.

- ¿Y no puede haber marcha atrás?

- Rubalcaba planteó aquello de «o votos o bombas» y ha quedado claro que la izquierda abertzale apuesta solo por la vía de los votos.

- ¿El pronunciamiento de ayer de Rufi Etxeberria mete más presión al Gobierno de Zapatero o a la propia ETA?

- Yo no hablaría tanto de presión, sino que significa que es un paso unilateral. Lo han hecho sin esperar a lo que diga ETA o el Gobierno. Ante el dilema que tenían encima de la mesa, la izquierda abertzale ha respondido de manera muy clara. Sí es evidente que, en estas circunstancias, sería todavía más incomprensible que ETA no respondiese a los llamamientos para que emita un nuevo comunicado, el del alto el fuego verificable. Parece obligada a ello.

- El PP dice que no se lo cree y el consejero de Interior advierte que hay que esperar a ver qué sucede.

- A la izquierda abertzale no se le puede pedir más de lo que dice la ley. ¿No creérselo? En Lokarri estamos en contra de la ley de partidos, pero, si no tengo entendido mal, PSOE y PP la están reformando para evitar que pueda haber un engaño en las próximas elecciones. Que estén tranquilos PSOE y PP porque van a tener herramientas para que no se produzca un nuevo engaño.

- El PP vasco entiende que es necesaria una cuarentena con Batasuna.

- Otras organizaciones también le exigen a la izquierda abertzale que reconozca el daño causado en cincuenta años. Moralmente sería bueno, ¿pero dónde está eso en la ley?.

- ¿Se dan entonces las condiciones para un nuevo proceso de paz?

- No, porque para que no se frustre como los anteriores, ETA debe declarar su fin definitivo y la izquierda abertzale, ser legal.

- ¿Qué debe llegar primero, el fin de ETA o la legalización?

- Deben darse las dos. El fin de la violencia ayudaría mucho a la legalización, pero tampoco debería ser 'sine qua non'. Viendo cuál es la realidad, sin violencia es más sencillo ser legal. No obstante, con los pasos que ha dado, la izquierda abertzale debería ser legal aunque ETA no lo deje.

- ¿Y si se trata de una nueva treta de Batasuna?

- Basta con los hechos. Hace un año hicieron pública la declaración de Alsasua y, desde entonces, han realizado manifestaciones críticas con la vuelta a la violencia tras el proceso de 2006. Han expresado su voluntad de avanzar por vías pacíficas, han suscrito el acuerdo de Gernika, ahora lo de Pamplona... Han dado pasos unilaterales y sin condiciones. Es lo que me hace confiar en que van a mantener esta determinación independientemente de lo que hagan otros.

Recelos y ansiedad

- Cuesta creerlo después de la decepción del anterior proceso.

- Contestaría aludiendo al documento 'Zutik Euskal Herria'. Señala que la sociedad vasca ha responsabilizado a la izquierda abertzale de los fracasos de anteriores procesos de paz. Aprendida la lección, no tendría ningún sentido generar expectativas para luego romperlas, porque la sociedad les iba a culpar a ellos. Si están siguiendo este camino, es porque van a llegar a sus últimas consecuencias.

- Ha dicho usted que sería incomprensible que ETA no emitiera ya el comunicado del alto el fuego verificable. ¿Por qué no se ha producido todavía? ¿Hay problemas dentro de la banda?

- Solo han pasado quince días desde que Currin estuvo por aquí y tres semanas desde que lo dijera Eguiguren en televisión. Todos tenemos ansiedad, pero pido calma. No percibo ningún problema nuevo que dificulte ese paso.

- ¿Y si el comunicado no llega antes de fin de año?

- Tendremos problemas adicionales para que el proceso pueda avanzar, consolidarse y ser irreversible.

- ¿Qué tipo de problemas?

- Va en línea con lo de antes. La ilegalización es un problema y sería bueno que la legalización se produjera antes de las elecciones porque consolidaría el proceso.

- ¿Con el paso del tiempo se están enfriando las expectativas?

- Es un problema de ansiedad. Puedo entender que ETA tenga algunos problemas para dar el paso, pero cuanto más se dilate más dificultades se van a generar.

- Y si, aun así, no hay legalización, ¿qué escenario vislumbra?

- La izquierda abertzale ha tomado una decisión de manera independiente a lo que vaya a hacer el Gobierno. Esa es la mayor garantía. Van a mantener esta nueva estrategia, aunque no se les legalice. Lo que quedaría en evidencia es el carácter arbitrario de la ley de partidos.

- Ustedes abogan por una mesa de partidos. Pero si ETA desaparece, ¿tendría sentido, existiendo ya el Parlamento?

- En el mejor escenario, con ETA desaparecida y la izquierda abertzale legal, ¿alguien puede pensar que han terminado los problemas?

- ¿Cuáles quedarían?

- Víctimas, memoria, reintegración de presos y militantes de ETA, acuerdos mínimos de convivencia... ¿Cómo se quiere abordar todo eso? ¿En el Parlamento, con mayorías y minorías o mediante el diálogo? Sería mucho mejor aprovechar el impulso de la desaparición de ETA y la legalización para afrontar otros problemas. Y eso no es otorgar concesiones políticas a la banda.

- ¿Qué opina del manifiesto hecho público por las asociaciones de víctimas esta semana?

- Hay que diferenciar algunas asociaciones del colectivo de víctimas. A algunas agrupaciones se les han roto los esquemas. Siempre han apostado por la derrota de ETA y ahora están descolocadas por la posibilidad de que la violencia desaparezca por sí misma. Como querían la derrota y la humillación, están alzando su voz. Luego está el tema penitenciario. Las víctimas tienen qué decir en reconciliación, reintegración... pero las cuestiones penitenciarias corresponden a las instituciones. Estas asociaciones se oponen a una mesa de partidos porque es algo extraparlamentario y luego ellas quieren suplantar a las instituciones. Eso no les compete.

- ¿Las víctimas deben o no ser escuchadas en estos procesos?

- Por supuesto. Porque han sufrido durante estos años y pueden contribuir a que se asiente la paz.

- ¿Cómo?

- Entendiendo su dolor, teniendo todo nuestro respeto y reconocimiento, teniendo claro que estarán en nuestra memoria... Pero aceptar que tienen capacidad de decidir sobre el conjunto de la ciudadanía es desvirtuar la democracia.

La foto de Brouard

- ¿Cómo valora el gesto de las dos víctimas de ETA que acudieron al homenaje de Brouard?

- La foto valía más que mil notas de prensa sobre reconciliación. Sería importante que esos gestos se repitieran en el futuro, pero para que se produzcan requieren de una reflexión individual. Rosa Rodero y Cristina Sagarzazu han hecho este esfuerzo, pero no se lo podemos exigir a todas las víctimas. A las instituciones sí les pediría que contribuyan a que estos gestos se repitan.

- Josu Puelles no lo ve igual. Entiende que no hay reciprocidad en el mundo de Batasuna.

- Estos gestos no son exigibles a todas las víctimas y menos a familiares de víctimas recientes. Puelles fue asesinado hace año y medio y su hermano no ha tenido tiempo de llegar a la reflexión de Rodero y Sagarzazu. La grandeza de estas dos mujeres es que tomaron la decisión sin esperar reciprocidad.

- Lokarri está muy implicada en este proceso de paz. ¿Por qué?

- En verano de 2009 detectamos que había la oportunidad de un nuevo proceso de paz por el debate interno en la izquierda abertzale. Visto que ETA no hacía caso a la sociedad y que no estaba dispuesta a poner fin, pensamos que era una ocasión de que la izquierda abertzale le empujara.

- Financian el trabajo de Brian Currin y parece que se trata de mucho dinero. ¿Cómo lo hacen?

- Tenemos 2.000 socios y eso nos da capacidad para trabajar. Hemos tenido que renunciar a otras actividades, pero ha merecido la pena.

- ¿Es cara la labor de Currin?

- Menos de lo que la gente cree. Tampoco está cobrando lo que en otras mediaciones. Tiene una espina clavada con Euskadi desde 2006.

- ¿Qué cobra?

- Ha estado con nosotros cinco veces desde octubre de 2009. En viajes habrá supuesto 9.000 euros y en dietas, unos 6.000 euros. Es una cantidad importante para nosotros, pero ridícula para la implicación que ha tenido Currin.

- Acaban de publicar un documento sobre los errores de la tregua de 2006. ¿Qué no debe repetirse?

- Hemos identificado en el proceso de 2006 dos grandes errores. El primero, la amenaza de la vuelta a la violencia de ETA, como se comprobó con el atentado de la T-4. El segundo, la ilegalización de Batasuna. Esos errores hicieron que las conversaciones fueran secretas, que se dejara fuera a algunos partidos y que los ciudadanos no pudieran evaluar las negociaciones.

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