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The Smiths. / Tom Sheehan
DESDE MANCHESTER

Inadaptados del mundo, uníos

El álbum de debut de The Smiths cumple ya tres décadas, y Morrissey sigue empeñado en que "nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca" se reunirán

CARLOS BENITO

Lunes, 24 de febrero 2014, 10:39

Hay una visión estereotipada de la música de los 80, en la que suelen aparecer tipos con extraños diseños capilares que visten ropajes de fantasía, manipulan sintetizadores y entonan canciones intrascendentes. Y eso existió, no vamos a negarlo a estas alturas de la historia: hace unos días, por ejemplo, se cumplieron 30 años del lanzamiento de Doctor! Doctor!, una canción del trío Thompson Twins que serviría perfectamente como resumen de ese cliché tan colorista y tan latoso. Pero también hubo otros 80, con discos que tienen los mismos años pero parecen menos viejos: esta semana, le toca el turno de alcanzar las tres décadas al debut de The Smiths, un grupo que poco tiene que ver con la ligera vacuidad de muchos contemporáneos. Al fin y al cabo, se bautizaron así, con el apellido más común de Inglaterra, a modo de reinvindicación contra tanta tontería.

En sus cinco años de existencia, los Smiths habrían de convertirse en una de las bandas más influyentes del rock británico, gracias a la conjunción casi milagrosa de dos talentos que florecieron al entrar en contacto: por un lado, Johnny Marr, el guitarrista de los arpegios inesperados, cuyas notas saltaban por las canciones como pájaros inquietos; por el otro, Steven Patrick Morrissey, el vocalista que recogía en sus letras las ansiedades y las congojas de una juventud poco acostumbrada a convertirse en material pop. Los Smiths se convirtieron en el grupo de cabecera de los inadaptados, los impopulares, los inseguros, los tímidos, los feos, es decir, la mayoría, tantas veces ignorada. Su planteamiento parecía perfectamente definido desde el primer momento, redondeado por detalles exquisitos como esas portadas dedicadas a viejas estrellas, que seleccionaba el mitómano Morrissey: en el álbum de debut vemos al actor Joe Dallessandro en un fotograma de Flesh, la película de Andy Warhol.

Las canciones de The Smiths, el disco, no podían estar más lejos de la trivialidad tan abundante en la época. Las letras son poéticas, hermosas, están repletas de momentos deslumbrantes, pero también tienen cierta dimensión paradójica: consiguieron que miles de jóvenes se identificaran con sus versos de soledad, decepción o incertidumbre, pero a la vez siguen siendo objeto de debate treinta años después, porque nadie acaba de estar seguro de qué diablos significan. En más de un tema, por ejemplo, parece haber atisbos de relaciones turbias entre adolescentes y adultos, pero algunos analistas desechan esa interpretación y solo ven amores absolutos y difíciles, acosados por el paso del tiempo, por la sociedad o por la propia complejidad de las personas. "Quince minutos contigo, / jamás diría que no, / la gente no te ve ningún valor / pero yo sí", canta Morrissey en Reel Around The Fountain. "No soy el hombre que tú crees", confiesa en Pretty Girls Make Graves. "Conozco demasiado bien mi suerte / y probablemente nunca te volveré a ver", lamenta en Hand In Glove. Y, en Still Ill, dice: "Bajo el puente de hierro nos besamos / y aunque terminé con los labios doloridos / ya no fue como en los viejos tiempos".

Los Smiths no se quedaron muy contentos con el sonido de aquel primer álbum. En un principio lo produjo Troy Tate, exmiembro de The Teardrop Explodes, pero los resultados no eran muy satisfactorios y acabaron regrabándolo con John Porter, conocido sobre todo por su trabajo con Roxy Music. Aun así, The Smiths no quedó como el grupo quería, pero el público lo acogió con entusiasmo y alcanzó el número dos de las listas británicas. Morrissey, Marr, el bajista Andy Rourke y el batería Mike Joyce pudieron resarcirse pronto gracias a su frenético ritmo creativo, que les llevaba a intercalar sencillos y álbumes con una cadencia ilógica desde el punto de vista de la mercadotecnia. Antes de que acabase 1984 ya tenían en la calle otro elepé, Hatful Of Hollow, un fantástico cajón de sastre en el que recopilaban singles y sesiones radiofónicas.

The Smiths, tantas veces citados como referencia por otras bandas, se han convertido en el trofeo más deseado por organizadores de festivales y promotores de grandes conciertos, pero ellos se niegan sistemáticamente al teatrillo del reencuentro. Las heridas de una separación muy poco amistosa siguen abiertas en los dos líderes del cuarteto. "Los Smiths nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca se reunirán. Nunca", resumió hace algo más de un año un portavoz de Morrissey. El propio vocalista echó otro jarro de agua fría sobre las expectativas de algunos fans el mes pasado: "No tengo ningún interés en los Smiths", respondió en una de esas sesiones de preguntas que atiende a través de una web, la misma tanda en la que soltó aquella perla vegetariana de "no veo diferencia entre comer animales y la pedofilia". A lo mejor sirve de consuelo pensar que los Thompson Twins también han rechazado todas las ofertas para juntarse.

Vídeo: The Smiths tocan Still Ill en el programa The Tube

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