¡Más sexo, más drogas, más rock and roll!
Cuidado, que están aquí Nashville Pussy, la bestia sureña empapada en sudor y bourbon. "Si tu vida es como una de nuestras canciones, es que tienes un problema", dicen
CARLOS BENITO
Martes, 11 de febrero 2014, 07:37
Cuando un grupo se llama Nashville Pussy, uno ya sabe que no puede esperar de él mucha sutileza. El estable matrimonio formado por Blaine Cartwright y Ruyter Suys lleva casi dos décadas girando por el mundo bajo ese singular bautismo, El Coño de Nashville, sacado de un disco en directo de Ted Nugent, y todavía les sigue sorprendiendo que a la gente le choque el nombrecito. Parece que, con el eco internacional de las rusas Pussy Riot, la palabra ha perdido gran parte de su efecto explosivo en los oídos anglosajones, pero aun así sigue sirviendo como reflejo de una apuesta decidida por cierto tipo de rock and roll: lo de Nashville Pussy está hecho de sexo y sudor, de drogas y carburante, de bourbon y costillas, hasta el punto de convertir a referentes como Motörhead o AC/DC en apóstoles del refinamiento.
Nashville Pussy han regresado tras un paréntesis de cinco años, en el que la pareja feliz no se ha mantenido precisamente inactiva: han grabado sus cosas de country punk como Nine Pound Hammer, el anterior grupo de Blaine, y se han dedicado a proyectos paralelos. Él puso en marcha los Kentucky Bridgeburners, banda de góspel que homenajea en el nombre a su estado natal, y ella se ha sumado a, ejem, Dick Delicious & The Tasty Testicles, grupo de metal con la vena humorística que se puede deducir de esos testículos suculentos. Pero al final han sucumbido de nuevo a la llamada de Nashville Pussy, esa mezcla de todo lo intenso y urgente que hay en la historia del rock: el nuevo álbum del cuarteto de Georgia, Up The Dosage, ha sido saludado por la crítica como el más consistente que han grabado hasta ahora, un artefacto fibroso y atiborrado de riffs en el que solo se conceden un par de momentos de reposo. Blaine Cartwright lo ha descrito como su propio Back In Black o "como Motörhead grabando Exile On Main St.", y ha declarado con orgullo que él es cada vez mejor cantante (le encanta decir que en este disco recuerda a Alice Cooper) y también que su señora le saca más chispas que nunca a la guitarra.
"Odio usar la palabra serio, pero sí que hay algo un poco más serio en este álbum. Todavía cantamos sobre juergas y sobre pasarlo bien, pero hay algo un poco más maduro en todo ello", ha reconocido Ruyter en Metal Insider, pese a que el álbum contiene títulos como El Sur está demasiado gordo para alzarse de nuevo, Antes de que se pase el efecto de las drogas, Hurra por la cocaína, hurra por Tennessee, la propia Sube la dosis o, por supuesto, Pussy no es una palabra sucia. La línea temática ha llevado a Blaine Cartwright a especificar que sus letras no son exactamente autobiográficas: "Si tu vida es como una canción de Nashville Pussy ha declarado a la web Selective Memory, es que tienes un verdadero problema. La gente siempre me pregunta si canto sobre mí mismo y yo respondo que no, que nadie es tan asqueroso". El cuarteto mantiene su clásico "equilibrio entre los estrógenos y la testosterona", ya que sigue en plantilla el batería Jeremy Thompson pero han sustituido a Karen Cuda por otra chica bajista, Bonnie Buitrago. Y, en el corazón de la bestia, como siempre, está el poco santo matrimonio de Blaine y Ruyter, que al parecer se siguen llevando a las mil maravillas: "El grupo es la prioridad principal ha explicado ella a Metal Insider. Como no tenemos hijos, el grupo es nuestro niño, y nuestras mayores broncas van sobre Nashville Pussy".
Vídeo: Nashville Pussy - Go Motherfucker Go