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El joven pianista Tigran Hamasyan.
Este martes en bilbao

El tigre del piano

El armenio Tigran, una de las revelaciones más interesantes del jazz contemporáneo, soñaba con ser guitarrista de metal. De hecho, aún lo sigue soñando

CARLOS BENITO

Martes, 4 de febrero 2014, 07:23

Las repúblicas soviéticas se revelaron a menudo como eficientes fábricas de músicos. Tigran Hamasyan nació en Armenia en 1987, cuando todavía faltaban cuatro años para la independencia, y en su hogar se hablaba de música con conocimiento, con esa base sólida que proporciona la atención educativa a estos asuntos: su padre era joyero y su madre diseñaba ropa, pero en los ratos libres él se dedicaba a tocar el violín y ella le daba al piano, y en casa -primero en Gyumri, al noroeste del país, y después en la capital, Ereván- sonaba continuamente jazz y música clásica, aunque lo que más impactó al pequeño Tigran fue la coleccion de discos de rock duro de su padre, con nombres como Black Sabbath, Led Zeppelin o Deep Purple. "Mi ambición de la infancia era tocar la guitarra en un grupo así. Todavía hoy, si pudiese convertirme en un guitarrista genial en un par de años, dejaría el piano y me pondría a aprender. Me encantaría liderar una banda de thrash metal", declaró hace unos meses al Guardian.

Pero la vida le fue llevando por otros caminos. Empezó a aprender piano con tres o cuatro años. A los nueve, se metió en el jazz, y pronto se sumó a una big band como vocalista: cantaba standards como Dream A Little Dream Of Me o What A Wonderful World, y también el Oh Darling de los Beatles. Pero, cuando ya entraba en la adolescencia y despuntaba como pianista, su interés se fue desplazando desde el jazz hacia el folk armenio: esa fase coincidió, de manera que no parece casual, con la emigración de toda la familia a Estados Unidos, donde residen desde que Tigran tenía 16 años. Fue entonces cuando se empeñó en hacer compatible el vocabulario del jazz con el tesoro de la música tradicional de su país, una empresa en la que le sirvieron de inspiración los compositores clásicos que medio siglo antes habían hecho algo parecido con su propio lenguaje. Pese a ganar concursos de jazz, tocar en festivales de jazz y recibir elogios de jazzmen (incluidas figuras como Herbie Hancock o Chick Corea), Tigran nunca se ha sentido del todo cómodo con esa categoría y prefiere definirse como un improvisador que parte de la música folk armenia. "El jazz no incluye elementos étnicos, de manera que es sencillo combinarlo con diferentes culturas explicaba el verano pasado a la web PanArmenian. Para mí, el jazz es un instrumento, un espacio en el que soy libre para improvisar".

En 2011, después de editar tres álbumes con distintas formaciones, Tigran suprimió el apellido de su nombre artístico y lanzó su primer disco de piano solo, dentro del catálogo del prestigioso sello Verve. En aquel A Fable combinó composiciones propias con una melodía tradicional armenia, un himno medieval y un standard de jazz. Acompañando al instrumento se escucha en ocasiones su voz, que entona sencillas líneas melódicas o marca el ritmo, a modo de beatbox humana. "A veces escribo cosas en las que oigo una cierta voz y me apetece cantarlas", resume con sencillez. También en su disco más reciente, el quinto, titulado Shadow Theater, ha buceado en el legado armenio, pero este énfasis en el folk no debe conducir a error: su reconstrucción de las melodías ancestrales elimina todo rastro de rigidez, como si las canciones se volviesen fluidas y empezasen a explorar los terrenos de otros géneros, con inesperadas armonías y cambios de ritmo. El resultado es una música en la que la raíz resulta, a menudo, poco reconocible, como un jazz que ha crecido sobre un suelo extraño.

En esa sensación también influye, quizá, el hecho de que Tigran siga escuchando de todo: le apasionan el folclore escandinavo y la música india, pero también Sigur Rós o Radiohead, y en su corazón sigue reservando un sitio especial para el metal, sobre todo para la inquieta banda sueca Messhuggah. Tigran, por cierto, ha participado en Jazz-Iz-Christ, la extraña iniciativa instrumental del cantante Serj Tankian, de la banda de metal alternativo System Of A Down, cuyos miembros también tienen raíces armenias. En ese proyecto Tigran sigue tocando el piano, pero a lo mejor supone un primer paso para acabar cumpliendo su sueño de convertirse en guitarrista de rock duro.

Vídeo: Tigran - What The Waves Brought

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