La externalización de servicios de Euskaltel, una epidemia entre las grandes empresas
Numerosas compañías vascas han acometido procesos similares o están a punto de hacerlo
MANU ALVAREZ
Lunes, 16 de diciembre 2013, 19:40
La decisión de Euskaltel de externalizar su área de sistemas -la informática- no es más que la punta de un iceberg que viene de lejos y que va a continuar creciendo, porque la decisión de las grandes compañías de subcontratar áreas incluso sensibles de sus negocios parece imparable. ¿Acertado o equivocado? Pues todo dependerá del resultado y el análisis siempre es relativo.
Si alguien le pregunta, por ejemplo, a los empleados del BBVA que fueron externalizados para pasar a la plantilla de OPPlus, la respuesta seguro que es negativa porque, pasado un tiempo, les obligaron a cambiar de lugar de residencia o a renunciar a su puesto de trabajo. Pero, ¿y si alguien le preguntase a los 1.800 empleados de Fagor, ahora en paro, si les hubiese gustado ser externalizados hace dos años para trabajar en empresas que atendiesen a otros clientes además de la empresa de electrodomésticos? Quizá ahí la respuesta fuese algo más positiva, porque también, quizá, ahora no estarían paro. Todo el mundo con dos dedos de frente coincide con la idea de que Fagor no hizo a tiempo sus deberes y que, como consecuencia de ello, hoy está donde está. Mejor dicho, ya no está.
Con toda seguridad, buena parte de quienes hoy analizan con ojos críticos la deriva de la empresa de electrodomésticos también hubiesen puesto reticencias si la dirección del grupo, por ejemplo, hubiese propuesto hace dos o tres años una dura operación de cirugía interna y quien sabe si la "externalización" de una parte importante de sus actividades menos rentables.
Euskaltel ha anunciado que se apresta a sacar fuera de la empresa los sistemas, pero también que en los próximos meses puede abordar nuevas operaciones del mismo estilo. Aunque sin confirmar, también figura el mantenimiento de la red en el catálogo de actividades subcontratables y tampoco los sistemas son la primera pieza del puzzle que la operadora de telecomunicaciones coloca fuera de su esfera de plantilla fija. La red comercial o el servicio de atención al cliente, sin ir más lejos y pese a ser elementos claves del negocio, hace ya tiempo que están subcontratados.
Muchas empresas vascas han acometido procesos similares en los últimos años; algunas están precisamente ahora en pleno proceso de externalización y otras se aprestan a hacerlo en los próximos meses. En el capítulo de los sistemas, por ejemplo, Aernnova, Gamesa, Tubacex, Tubos Reunidos o Cegasa, están en una situación similar a la de Euskaltel. No es sino un mecanismo de las empresas de rebajar costes en áreas que con el paso del tiempo han pasado a estandarizarse, han perdido peso crítico en el corazón del negocio y son ofrecidas ya por empresas de servicios con una calidad aceptable y un precio más reducido, gracias a una evolución tecnológica que ahora hace posible cosas que hace tan sólo cinco años eran impensables.
Pero, con toda seguridad, en Euskaltel se ha producido una coincidencia cósmica que va más allá de las tensiones por un proceso de externalización de servicios. La venta de las acciones que estaban en manos de algunos accionistas minoritarios -Endesa y Grupo Mondragón-; la desinversión parcial de Kutxabank y la salida del capital del Gobierno vasco, junto a la entrada de dos fondos de inversión, ha acabado con el espejismo. Una parte de la sociedad vasca llegó a pensar que Euskaltel era una organización sin ánimo de lucro, porque nació fruto de un impulso político -una negociación en Burgos entre Juan José Ibarretxe y Jaime Mayor Oreja, a cambio de que el PNV apoyase la investidura de Aznar en su primera legislatura-; quizá también porque estuvo presidida durante muchos años por el lehendakari José Antonio Ardanza y también porque el marketing emocional de la compañía ha estado siempre dirigido a hacer país. Esa misma parte de la sociedad vasca y quizá incluso un porcentaje nada despreciable de la propia plantilla de la empresa acaban de descubrir, en los últimos meses, que Euskaltel tan sólo es una empresa y actúa, ni más ni menos, que como el resto de sociedades mercantiles que pueblan esta jungla llamada mercado.
Para este caso viene al pelo esa estrofa de Joan Manuel Serrat: "No es triste la verdad, lo que no tiene es remedio".
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