Iruña-Veleia, «la más grave falsificación de la arqueología mundial de los últimos años»
La Ertzaintza apunta al «equipo estable» de Eliseo Gil como responsable de la manipulación de los grafitos hallados en el yacimiento alavés
María Rego
Martes, 1 de diciembre 2015, 02:09
Hace casi una década se presentó como un hallazgo revolucionario, «maravilloso», que afectaría a la lingüística, la historia, el arte y el estudio de las ... religiones, pero hoy figura en un informe elaborado por la Ertzaintza como «el caso más grave de falsificación arqueológica de los últimos años a nivel mundial». La Policía autonómica concluye de esta forma tan contundente la investigación en torno al yacimiento de Iruña-Veleia donde el equipo liderado por el arqueólogo Eliseo Gil aseguró, en junio de 2006, haber encontrado piezas con inscripciones de los siglos III, IV y V que contenían la primera representación gráfica del calvario de Cristo y jeroglíficos con las primeras palabras en euskera. Las dudas sobre su autenticidad se han multiplicado desde entonces y los autores de la posible manipulación, según el reciente análisis de más de 700 páginas al que ha tenido acceso EL CORREO, formaban parte del «equipo estable» que trabajaba en un poblado declarado Bien Cultural Calificado a mediados de los ochenta.
Los instructores del caso reconocen «las grandes dificultades existentes» a la hora de determinar las responsabilidades individuales aunque, al mismo tiempo, muestran su «convicción absoluta» de que la falsificación sólo se pudo producir de la mano del núcleo duro de Lurmen S.L., encargada de las excavaciones en el polémico yacimiento. De hecho, la Ertzaintza -que descarta «autorías externas» a esta firma- dirige sus sospechas sobre la realización de los «falsos grafitos excepcionales» y la «destrucción» de algunas piezas hacia los socios de la empresa, Eliseo Gil e Idoia Filloy, el también arqueólogo Óscar Escribano y el colaborador Rubén Cerdán, quien decía ser titulado en Física Nuclear -posible falsedad documental- y elaboró «tres informes falsos» de acuerdo con los fundadores de la compañía para «engañar» a la Diputación alavesa. Además, a la responsable del proceso de lavado de los restos, Ainhoa Gil, se la señala por daños imprudentes sobre el patrimonio histórico «al procesar los materiales de manera inadecuada», lo que supuso una afección «irreversible».
La investigación de la Policía autonómica, que recoge las incontables contradicciones que rodean a los hechos, describe a estas personas como el «reducido» equipo que urdió «la falsificación y la destrucción dolosa de materiales originales» en Iruña-Veleia -que ascenderían a 240.000-270.000 euros- donde los numerosos indicios de criminalidad apreciados «permiten decantarse por la hipótesis de la presunta falsedad de la mayor parte de los 400-450 grafitos excepcionales». Entre ellos resulta probable que hubiera piezas «auténticas o incluso que sean auténticas retocadas», pero se trataría de restos «habituales» de la época romana. En el documento se advierte de que tanto la Administración foral como la vasca no estuvieron lo suficientemente atentas al desarrollo de los trabajos y su «dejación en las funciones de control» respondió, además, a las desavenencias políticas entre ambas instituciones que en el momento de la presentación del hallazgo se repartían PP y PNV.
Dos escenarios
El informe cerrado a principios de octubre reproduce el recorrido que no se detectó y que posiblemente siguieron los autores hasta provocar la aparición de los extraordinarios grafitos, resultado de «una labor compleja y continuada en el tiempo». La Ertzaintza baraja dos posibles escenarios para realizar las inscripciones: el propio yacimiento, en ausencia de testigos, por ejemplo, de noche o en periodos vacacionales, o un lugar externo, como un taller o un domicilio particular, «sacando a escondidas los fragmentos vírgenes». En cualquier caso, los responsables de los hechos «debían conocer perfectamente» el estado del poblado romano, la situación de los materiales o el personal.
Una vez creadas las piezas falsas -no se ha podido determinar con qué herramienta- se embadurnaban con la misma tierra del yacimiento y se depositaban en el almacén del que habían salido, «a cola para su lavado». Algunos arqueólogos, según los testimonios recogidos, se mostraban sorprendidos de que los revolucionarios escritos aparecieran siempre en esa fase, lo que les hizo llevarse «un tupper con agua» a los sondeos para limpiarlos en el momento «sin que nos apareciese ningún grafito» en esos casos. Las dudas sobre la autenticidad de los hallazgos se extendieron, pero la Policía autonómica admite que existe una «aparente falta de motivación» para ejecutar el engaño aunque, descartada una posible conspiración, «lo más verosímil» es que los autores buscaran dinero y fama.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión