Aquel chico que adornaba las carpetas

Hubo un tiempo, allá por 1986, en el que Joey Tempest aparecía por todas partes. Su cara de niño y su melena cardada acaparaban portadas, adornaban carpetas y protagonizaban los sueños de las adolescentes, en los que la banda sonora resultaba más o menos inevitable: aquel fue el año de 'The Final Countdown', con su letra de viaje espacial y ese riff de teclados que se mete en la cabeza del oyente y empieza a reproducirse en bucle, obsesivamente, sin piedad. Curiosamente, el grupo sueco nunca pensó que 'The Final Countdown' fuese a triunfar: Tempest (que, en realidad, se llama Rolf Magnus Joakim Larsson) había compuesto la melodía de teclados cuando todavía iba al instituto, y la recuperó con la intención de escribir una canción de aire un poco grandilocuente para arrancar con ella los conciertos. Fue número uno en veinticinco países y convirtió al vocalista de Europe en el ídolo de las jovencitas.

Hoy aquellas jovencitas son ya mujeres de mediana edad, con perdón por esa expresión tan incómoda, y Joey es un cincuentón atractivo que sigue cantando 'The Final Countdown' por los escenarios del mundo, a la vez que se esfuerza por que el público responda con similar entusiasmo a sus nuevas canciones. Europe hicieron un parón en 1992 pero volvieron a juntarse once años después, y desde entonces mantienen una carrera discográfica de aire más maduro, con cuatro álbumes de estudio en los que asoma la raíz blues y un sonido en directo que sorprende a algunos por su contundencia. El más reciente, 'Bag Of Bones', lo describe el propio Tempest como "un disco de rock clásico con el blues llamando a la puerta", en una formulación que podría recordar más a sus rivales clásicos de los ochenta, Bon Jovi, que a los Europe de antaño.

Al vocalista se le ve encantado con esta nueva etapa de su grupo: "Lo mejor es que lo hacemos todo a nuestra manera -declaró hace tres meses a 'Über Röck'-. Somos dueños de nuestra música, elegimos con quién queremos trabajar, los mánagers y los agentes. Planificamos más nuestras giras. Tenemos el control, y ese sentimiento es muy satisfactorio. Además, hemos sido afortunados en esta fase porque hemos vuelto a ganarnos algún respeto y hemos hecho álbumes decentes de rock. Es alucinante hacerlo por segunda vez, y todavía resulta más gratificante cuando tú estableces las normas". Eso no impide que, en sus conciertos, la canción reina sea la misma que hace veintiocho años, con su letra de viaje espacial y ese riff de teclados que, para quienes vivieron la época, equivale a un viaje en el tiempo.