Drexler, el cancionista

«Fui dejando versos detrás, renglón a renglón: una canción me trajo hasta aquí», dice Jorge Drexler en uno de los temas de su último disco. Hace veinte años, el uruguayo era un joven otorrinolaringólogo que también estaba interesado en las posibilidades artísticas de la garganta y los oídos: el chico, que había empezado a cantar en los servicios religiosos de la sinagoga, soñaba con labrarse una carrera en la música. En 1991 publicó sus primeras grabaciones, una casete compartida con otros premiados en el Primer Concurso de la Canción Nacional Inédita, y un año después lanzó su primer álbum, La luz que sabe robar.

Así que Drexler está ahora mismo en uno de esos aniversarios redondos que parece obligado conmemorar: se cumplen dos décadas de aquel debut, el primer paso de un porvenir que lo llevaría al éxito, al Oscar y a España, y lo está celebrando con una gira en solitario. La ha bautizado como Mundo abisal, en alusión al fondo del mar, pero también al fondo tan difícil de alcanzar de las personas, y en ella repasa su carrera, interpreta versiones, interactúa con el público, improvisa y hace más o menos lo que le viene en gana, libre de la pauta que impone actuar con banda, incluso con una banda tan excepcional como la que le acompañó en sus últimas visitas a Euskadi.

«Soy un pésimo vendedor de discos, pero no de entradas», ha afirmado en alguna ocasión el propio Jorge Drexler, consciente de que en directo es donde mayor fuerza cobra su magia de notas y palabras. Un oficio que define como «cancionista», porque él se sitúa en la intersección entre poesía y música sin considerarse en realidad poeta ni músico, como un explorador melancólico de la tierra de nadie. Tras el concierto de Santurtzi, Drexler saltará el charco para actuar en Venezuela, Colombia, Ecuador, Costa Rica y Panamá.Mañana en la revista GPS de EL CORREO entrevista con Jorge Drexler