El País Vasco figura entre las cuatro comunidades que peor atienden el ictus
Sólo Euskadi, Asturias, Andalucía y Castilla-La Mancha carecen de unidades especializadas, pese a que está demostrado que salvan un 20% más de vidas El infarto cerebral causa más discapacidades que el tráfico y el alzheimer juntos
FERMÍN APEZTEGUIA f.apezteguia@diario-elcorreo.com
Sábado, 14 de junio 2008, 13:01
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Los neurólogos vascos están cansados. Euskadi figura entre las cuatro comunidades de España que peor atienden el ictus, una urgencia sanitaria de primera magnitud, que es la principal causa de discapacidad, por encima incluso de los accidentes de circulación y el alzhéimer juntos. Los expertos aseguran que el País Vasco soporta ya un retraso de diez años en la atención del paciente con infarto y derrame cerebral, que no son enfermedades raras sino, al contrario, muy comunes. La demora acumulada se traduce, según dicen, en vidas perdidas y un mayor número de personas con discapacidad que deben ser atendidas por los servicios sanitarios y sociales de por vida.
«Estamos en el furgón de cola y sólo nos queda ya una manera de afrontar el retraso histórico que llevamos encima. El servicio vasco de salud necesita cinco unidades de ictus que funcionen las 24 horas del día para hacer frente a los 5.000 casos que atendemos cada año. Los resultados pueden mejorarse hasta un 20%, pero si sólo lográramos el 5%, habríamos salvado cada año la vida de unas 100 personas y evitado secuelas a otras 160».
Quien así se expresa es el jefe del servicio de Neurología del hospital de Cruces, Juan José Zarranz, uno de los especialistas más reconocidos de España. Cansado de intentar mejorar durante años y sin éxito la atención al paciente, decidió organizar hace unos días en Bilbao una jornada sobre atención del ictus. El seminario, celebrado en un hotel de la ciudad, contó con la presencia de los principales expertos del país en la materia, entre ellos el jefe de la unidad de ictus del hospital Valle de Hebrón de Barcelona, José Álvarez-Sabín, que es además coordinador de la estrategia nacional de atención a la enfermedad; y Jaime Gallego, responsable de la unidad del Hospital de Navarra, que sirve al conjunto de la comunidad foral. Los dos trajeron un mismo mensaje: las unidades de ictus no sólo salvan vidas, sino que, además, evitan secuelas, contribuyen a mejorar la formación de los profesionales sanitarios y favorecen la investigación.
Informe de la OMS
Cada día se producen 240 ictus en España, 14 de ellos en el País Vasco, lo que contribuye a convertir esta enfermedad en la primera causa de mortalidad en las mujeres y la segunda en los hombres. La mayoría de los accidentes vasculares, el 85%, se debe a un infarto cerebral, un problema de salud que se produce por la obstrucción de un vaso sanguíneo. El derrame o hemorragia supone el otro 15% de las afecciones y se desencadena por la rotura de una arteria. En líneas generales, un tercio de los afectados, algo menos, fallece; otro tercio sufre secuelas importantes, como dificultades en el habla, la vista o el movimiento; y el tercio restante logra salvarse sin secuelas. Pero puede hacerse mejor.
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La declaración de Helsinborg de la Organización Mundial de la Salud, sobre la atención a esta patología, señala literalmente que «la unidad de ictus es la columna vertebral de los servicios de atención integral porque existe suficiente evidencia de que la salud de los pacientes manejados en ellas es mejor que la de los pacientes tratados en servicios de medicina general». Sólo cuatro autonomías carecen de ellas: Euskadi, Castilla-La Mancha, Asturias y Andalucía. La Rioja trabaja en un proyecto.
Un informe del Departamento de Sanidad del Gobierno vasco referido a Vizcaya reconoce que la mortalidad por ictus en la comunidad se eleva al 10% de los pacientes atendidos. La del infarto de miocardio al 4%, seis puntos menos. «Sin embargo, todos los hospitales cuentan con unidades coronarias especializadas; y no hay una sola de ictus», evidencia Zarranz.
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La experiencia revela asimismo que los resultados puede mejorar hasta un 20% si los pacientes son atendidos en servicios especializados con un profesional de la neurología al frente. El especialista vasco insiste en que «no se trata de un capricho profesional. Hablamos de una dolencia con unas repercusiones tremendas, de una necesidad imperiosa». Cuanto más tarden en abrirse las unidades, mayores serán las necesidades de atención. «Llevamos un retraso de diez años, que no tiene explicación. Cae fuera de toda lógica», sentencia el experto.
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