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Los retoños plantados por Lurgaia en Múxica (Bizkaia) están protegidos para que crezcan sin problemas. LURGAIA
¿Cómo plantar un árbol?

¿Cómo plantar un árbol?

Hay que fijarse en la especie, el terreno, proteger el retoño para que no lo devoren... Hacerlo bien cuesta 10 euros

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Jueves, 18 de marzo 2021, 00:10

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Entre las tres cosas que una persona debe hacer antes de morir según José Martí, y que son escribir un libro, tener un hijo y plantar un árbol, esta última parece la más accesible, ¿verdad? Aunque tampoco haya que tomarse en sentido literal lo que afirmaba el poeta cubano, sino más bien verlo como una invitación a que nuestras acciones trasciendan más allá de nosotros y de nuestro tiempo. Y si hay algo que nos superará de largo será un árbol; hay robles que llegan a cumplir más de mil años. Además, no da tanto trabajo como criar un hijo o estrujarnos los sesos para inventar una historia y plasmarla en papel; pillar un retoño, marchar al monte y meterlo en la tierra. Pero no es tan fácil.

Porque es muy posible que esa plantita que hemos plantado en un rinconcito del bosque, con la sana intención de ayudar al medio ambiente, quizás sin ni siquiera pensar en si le llegará algún rayito de sol, pueda ser devorada por una vaca o un corzo, o retirada por el propietario del terreno, antes de que hayamos regresado a nuestra casa en la ciudad. ¿Cómo saber dónde, cuándo, cómo plantar un árbol? La respuesta la tiene Lurgaia, una fundación privada sin ánimo de lucro que tiene como objetivo ayudar a conservar la biodiversidad y a la gestión del patrimonio natural. Se traduce en que se dedican a replantar con la flora autóctona, en este caso la del bosque atlántico, terrenos hasta hace nada 'okupados' por especies foráneas que fueron plantadas buscando el rendimiento de su madera, eucaliptus y pinos que poco a poco se han ido adueñando, entre otros, del paisaje de Bizkaia, originalmente pintado con robles y otras especies autóctonas.

Lo explica Jon Hidalgo, miembro de esta ong: «No puedes coger un retoño y lanzarte al bosque así como así. Tendrás que tener en cuenta qué especies corresponden a la zona, dónde hacerlo, ver si es terreno particular o público, porque la propiedad privada hay que respetarla. Debes pensar en el árbol, no en ti. No vale plantar y olvidarse, porque se lo puede comer un animal o pisarlo alguien y se destruiría. Necesitas garantizar que va a alcanzar la madurez. Un roble puede alcanzar fácilmente los 500, 600, 700 años, ¡en Bélgica hay uno de 1.500!». Si lo que se quiere es plantar uno o varios árboles, se puede contactar con su fundación y acudir con ellos a una de las 'quedadas' que organizan con voluntarios o encargarles a ellos esa tarea; plantar un árbol con garantía de que crecerá sano y salvo cuesta 10 euros.

Lurgaia funciona comprando terrenos gracias a las aportaciones de sus socios. «También los recibimos como donaciones y llegamos, además, a convenios de cesión con sus dueños, que mantienen la titularidad pero nos dejan ayudarles a dar a su terreno, anteriormente dedicado a la producción de madera, un uso sostenible». Todo empezó cuando una familia propietaria de una parcela en la zona decidió que quería vivir rodeada de bosque autóctono y firmó un acuerdo de custodia con ellos. Así, llevan desde 2008 creando el mayor robledal mixto de la reserva de la biosfera de Urdaibai y uno de los mayores de Bizkaia, un bosque de 105 hectáreas (pretenden llegar pronto a las 200) que han llamado Undabaso y que alberga unos 80.000 ejemplares plantados por ellos. «Y queremos adquirir nuevas hectáreas y evitar que se conviertan en un gran cultivo de eucalipto». Para ello aceptan aportaciones mediante una campaña de 'crowdfunding'; con 25 euros consiguen 75 metros cuadrados.

Compensar el CO2

Cuando tienen un nueva superficie para replantar, lo primero que hacen es eliminar las pistas de extracción de madera, ayudando a recuperar el perfil original. Los restos de la corta de las especies anteriores se dejan para que actúen como aporte de nutrientes al suelo y como alimento y refugio para insectos y hongos, aves y mamíferos. También se encargan de controlar las especies exóticas invasoras, de recoger semillas de la zona y de aprovechar las plantas autóctonas. «Después plantamos, con voluntariado corporativo, propio o mediante contratación. Buscamos la naturalidad, con diferentes densidades, especies… Sin líneas. Construimos charcas para anfibios y colocamos cajas nido para aves y murciélagos. Y tutorizamos y protegemos los ejemplares, vigilando el rebrote de las especies exóticas invasoras y el avance correcto de las plantaciones. En la primera fase, plantas pioneras, mal llamadas 'maleza', colonizan y aportan nutrientes al suelo, a insectos, a aves… Es la sucesión ecológica. Más tarde retiraremos para su reutilización los protectores de crecimiento con los que evitamos que los animales destruyan los retoños y vigilamos nuestro futuro bosque. Después, la naturaleza se encarga, como lleva haciendo millones de años. En realidad solo somos 'facilitadores'».

Un miembro de Verballenas.com planta un árbol para compensar el CO2 del barco.
Un miembro de Verballenas.com planta un árbol para compensar el CO2 del barco. AITOR LEZA / VERBALLENAS.COM

Además, y como parte de su labor, colaboran con empresas que quieren eliminar el impacto de la huella ecológica que provocan con su actividad: plantan los árboles necesarios para compensar el CO2 que emiten sus vehículos o sus maquinarias. Por ejemplo, la empresa de avistamiento de lobos Llobu, que opera en la Sierra de la Culebra, en Zamora, encarga cada año a Lurgaia que plante árboles por ella para equilibrar con el oxígeno que estos lanzan a la atmósfera todo el CO2 que expulsan los coches con los que suelen trabajar.

Los árboles del Athletic

También lo hace Verballenas.com, que, partiendo de Santurtzi, realiza excursiones por el golfo de Bizkaia en busca de cetáceos; borra la huella ecológica del barco de esta manera. Lo cuenta su responsable, Gorka Ocio: «El pasado fin de semana, como cada año desde hace seis, acudimos a Urdaibai de la mano de Lurgaia para compensar el carbono que emitimos con nuestra actividad, unas 30 toneladas al año. Nos tocaba plantar 90 árboles y lo hemos hecho: 35 robles, 15 arraclanes, 10 manzanos silvestres, 12 espinos albares, 7 álamos temblones, 3 serbales de los cazadores, 3 abedules, 2 perales, 2 arces y un fresno. El año anterior plantamos más de los que nos correspondían, llegamos a 500, y en total llevamos más de un millar, porque acudieron muchos voluntarios, gente que ha hecho con nosotros las excursiones a ver ballenas y que se apuntan encantados para plantar, acompañados de sus hijos, incluso, que así aprenden y se conciencian. Puedes hacerlo así o dejarlo en manos de la gente de Lurgaia. Esos árboles van a durar mucho más que 50 años, porque está garantizado que no se cortarán y que tampoco serán devorados. Nosotros no los veremos crecer por completo, pero sí nuestros hijos y nietos, es cuestión de generosidad y solidaridad. Y devolvemos al monte las especies que le pertenecían antes de ser repoblados con otras más productivas económicamente. Además no se plantan en hileras, sino uno aquí, otro detrás, otro más allá, como el bosque natural. Estamos muy concienciados con el cambio climático».

Colaboran además con Lurgaia 'Mater', la última gran bonitera vasca de madera convertida en museo ecológico con puerto base en Pasaia (Gipuzkoa), y el Athletic, club de fútbol que el año pasado compensó su huella de carbono con más de 2.000 árboles. «Muchas grandes empresas lo hacen –prosigue Hidalgo–, pero suelen recurrir a otros países, a China o Perú, donde plantar resulta más barato. Aunque en realidad, nuestra misión no es esta exactamente, sino fomentar la biodiversidad, recuperar nuestros bosques para que sean tal como eran».

Borrar huella de CO2

  • Avistar ballenas: Con sede en la localidad vizcaína de Santurtzi, Verballenas.com organiza salidas en barco para avistar cetáceos y aves marinas por el golfo de Bizkaia. Para compensar el C02 de sus barcos recurre a Lurgaia: en seis años, más de 1.000 retoños.

  • Ver lobos en Zamora: La empresa Llobu (palabra con la que se conoce al lobo en el dialecto astur-leonés) promueve la conservación de este animal y organiza excursiones para verlo en la Sierra de la Culebra (Zamora). «Anualmente, compensamos la huella de carbono generada durante los desplazamientos con plantaciones de árboles autóctonos a través de la Fundación Lurgaia».

  • LKS Krean 14 países, 4 continentes: Esta empresa de ingeniería, arquitectura, urbanismo... radicada en el País Vasco y que opera en 14 países lleva cinco años compensando todas sus emisiones de efecto invernadero con la ayuda de la ong Lurgaia: han plantado ya más de 4.000 árboles.

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