«Los clientes también inflan el currículum en la montaña»
Lucía Guichot | Guía de montaña ·
Estudió Bellas Artes, pero un verano en los Alpes franceses cambió su rumbo profesional para siempreLucía Guichot (Madrid, 35 años) aprendió a amar la montaña de la mano de su padre. Los fines de semana dejaban la ciudad y se ... iban a La Pedriza a dormir al raso y a ver las estrellas. Nunca pensó que aquello acabaría convirtiéndose en su profesión. Hasta que al acabar la carrera «de Bellas Artes en la Complutense» se marchó a los Alpes franceses a trabajar. «Me gustó tanto que me saqué el curso de guía de trekking, y me quedé a vivir unos cuantos años». Ahora reside en Huesca, tiene el título de guía de alta montaña y todos los años regresa a Francia para currar. «Hoy es mí día libre... del mes», dice desde Chamonix.
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– Caramba, ¿uno solo?
– La temporada empezó en junio y hay que aprovecharla. Sobre todo porque este año sí que me he cogido vacaciones en agosto.
– Ah... ¿y a dónde va? ¿a la playa por lo de desconectar del curro?
– Jajajaja. Nooo. Me voy de expedición a Perú con mis amigas Nieves y Laia a ver qué se puede hacer por allí.
– Se va en un mes 'raro' para alguien que trabaja en verano.
– Económica soy la que más pierde. Lo normal es que mis vacaciones sean en primavera y en otoño, pero este año hemos empezado temprano la temporada de trabajo y el calentamiento global hace que los glaciares estén más peligrosos en agosto. Actividades que antes se hacían en julio-agosto ahora se hacen en junio-julio, que es cuando encontramos mejores condiciones.
– Cada vez hay más gente en las montañas. ¿Eso es bueno o es malo?
– Es una necesidad de la sociedad moderna. Nos hemos alejado de la naturaleza y hay algo que acaba por acercarnos a ella.
– Las estadísticas dicen que cada vez hay más rescates. ¿Nos pasamos de atrevidos?
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– Tiene que ver con la proporción de gente en la montaña, no con que estemos más alocados. Si somos más, hay más probabilidad de que haya más accidentes.
– ¿Le ha tocado vivir algún aprieto?
– Hace poco, en el Aneto. Me encontré a un padre y a su hijo en el glaciar con problemas para ponerse los crampones. Les expliqué cómo hacerlo porque no sabían y les regañé porque ahí no se puede ir en pantalón corto y con zapatillas. Acabaron dándome las gracias.
– ¿Es muy habitual esto?
– En los ambientes que yo me muevo no, al contrario. La gente llega con el último modelo del material necesario sin haber ido nunca al monte.
– Se va de excursión con auténticos desconocidos, da un poco de yuyu.
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– Hay una conversación previa para conocerse, para saber qué experiencia tienen, que han hecho antes... Pero cada vez necesito que hablen menos.
– ¿Y eso?
– Aquí también inflamos el currículum, jajajaja.
– ¿Le ha dicho a alguien eso de 'contigo ni a la vuelta de la esquina'?
– De esa manera no, pero sí ha tocado darse media vuelta o buscar alternativas.
– ¿Y no ha tenido tentaciones alguna vez de llevarse al monte a alguien y dejarlo allí?
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– Eso jamás.
– ¿Dónde hay más fauna: en la montaña o en el Congreso?
– Mmmm... En la montaña.
– ¿A qué político se llevaría de trekking?
– No te voy a decir el nombre, pero a uno que este invierno estuvo esquiando cerca de donde estaba. Me hubiera encantado preguntarle qué tal se vive siendo ministro, jajaja.
– ¿Y siendo guía de montaña en verano? ¿Da para todo el año?
– Sí. Mi secreto es vivir gastando poco. No tengo hipoteca, ni hijos, ni un coche caro...
Sin problemas de cobertura
– ¿Cómo lleva un guía de montaña el móvil?
– Yo, con un cordino, un mosquetón y, si puedo, en el bolsillo del pecho. ¡Ah!, y a tope de batería.
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– ¿Responde a los WhatsApp cuando está en ruta?
– Normalmente no, hay que estar a lo que hay que estar. Luego, en el refugio, ya lo leeré.
– ¿No le da FOMO (miedo a perderse cosas) estar sin cobertura?
– Se está muy bien sin ella. Y si hay problemas, siempre llevo otro modo de comunicación.
– Hablando de refugios, hay algunos que parecen de lujo...
– Totalmente, son auténticos hoteles de montaña. Por ejemplo, el de Gouter, en el Mont Blanc: te puedes comer una 'omelette' a cualquier hora, te sirven bizcocho recién hecho....
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– Pero el despertador suena muuuy pronto.
– Ah, sí, eso es horrible. Esta semana me he levantado todos los días a las 4.30 horas.
– ¿Alguna vez le ha tocado ir a despertar a algún cliente dormilón?
– Pues mira, no, pero sí ha pasado al revés. ¡No me sonó el móvil! Eso sí, yo soy de las que salto de la cama, me pongo las botas y estoy lista. Ni me peino.
– Hoy que libra, ¿a qué hora se ha levantado?
– A las diez de la mañana y estoy muy feliz. He dormido once horas.
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