Josemi Benítez
Tiempo de historias

Torrente, el obrero bilbaíno que inventaba dirigibles

Ingeniero autodidacta, en 1908 proyectó un aeroplano que presentó en Madrid, Francia, Perú y Chile, país en el que acabó establecido como fotógrafo

Domingo, 3 de agosto 2025, 00:28

Benito Torrente, «el inventor bilbaíno del globo dirigible, que tan poco apoyo encontró en las altas esferas del Gobierno para ensayar su aparato, se ha ... convencido ya que con los globos no se va a ninguna parte y ha inventado un aeroplano». Lo contaba 'El Noticiero Bilbaíno' el 22 de octubre de 1908. Lo hacía sin mayores presentaciones del protagonista de la noticia porque los lectores ya lo conocían como un honrado e incomprendido pionero autodidacta de la aeronáutica, de cuyas invenciones tenían noticia por los diarios de la villa. Lo que seguro que no se imaginaban es que Torrente acabaría establecido en Chile, donde hoy es recordado como una figura histórica del fotoperiodismo en aquel país.

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Según los registros chilenos, Benito Torrente Torróntegui nació el 4 de abril de 1882 en Bilbao, hijo de Marco Antonio Torrente y Ceferina Carmen Torróntegui Fano. Como inventor, aparecería en los diarios bilbaínos a finales de 1905. «Un modesto obrero, Benito Torrente y Torróntegui, ha inventado una hélice para buques de vapor que da a estos doble velocidad que la que actualmente tienen con el mismo gasto de carbón y fuerza motriz, y un globo dirigible de mejores resultados prácticos que todos los inventados hasta el día, según manifiesta el interesado», decía 'El Noticiero' el 20 de diciembre. Es la fecha en que debió de presentarse en 'El Nervión'. Al día siguiente este decía que «visitó ayer tarde nuestra redacción el joven obrero Benito Torrente y Torróntegui que consagrando toda su voluntad, todos los conocimientos que por él solo ha podido adquirir, a la solución de problemas científicos, cree haber conseguido, en teoría, un considerable progreso en el funcionamiento de la hélice para buques de vapor y un medio de dar dirección a los globos con mejores resultados prácticos que los conseguidos hasta el día».

Torrente «nos mostró los modelos que ha construido a fuerza de constancia y de sacrificios de todas clases, modelos que dan desde luego idea muy completa de su inteligente laboriosidad y de su afán al estudio», añadía 'El Nervión'. Como el inventor «lucha aquí con insuperables dificultades para realizar sus aspiraciones, ha decidido trasladarse a Madrid y si necesario fuese a algunas otras principales capitales del extranjero». A través de la prensa, el joven «se dirigió al pueblo de Bilbao en súplica de que le conceda apoyo para llevar a cabo su empresa». Temía también que se le confundiera «con un aventurero o un iluso», por lo que ofrecía sus modelos y cálculos para que fuesen comprobados por expertos.

Benito Torrente no tuvo éxito en Madrid y probó suerte en París en 1906, también inútilmente. Los primeros vuelos de los hermanos Wright empezaron a ser comentados en la prensa europea, lo que animó al inventor bilbaíno a intentarlo de nuevo en 1908, esta vez con un modelo de aeroplano de ala fija. «Describiéndolo detalladamente ha publicado una Memoria, en la que hace una disertación en demostración de que el aeroplano de los hermanos Wright, está lleno de imperfecciones», recogió 'El Noticiero Bilbaíno'.

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«Vehículo volátil»

«Con el vehículo volátil de su invención hará frente a los huracanes más arrebatadores y se dirigirá á un punto señalado de antemano con velocidad increible». Un invento temible, sin duda. Por ello, «sus sentimientos patrióticos le impiden vender al extranjero este aparato con el que España pudiera ser ametrallada». Torrente quería «iniciar una suscripción nacional» para construir un prototipo y probarlo. «Si después de hecho el gasto no diera el resultado apetecido», no teniendo otra garantía, «se ofrece como víctima propiciatoria para ingresar en la cárcel». Tampoco convenció a nadie, así que decidió intentarlo en América, en Perú y en Chile.

Sastre y torero

Hacia 1924 Benito Torrente se incorporó como reportero gráfico al diario 'La Nación', donde trabajaba su cuñado. La crisis causada por el crack de 1929 obligó a la familia a emigrar en 1934 a España, donde Benito enviudó. La guerra civil le sorprendió en Valencia, donde se ganaba la vida como sastre y torero. Pudo regresar a Chile en el vapor Copiapó en 1937.

«Mal informado respecto a la cultura y progreso de estos países de la América meridional, y deseando ensayar un dirigible de su invención, abandonó España, su país, hace más de un año, el joven bilbaíno Benito Torrente», contaba con cierta ironía la revista peruana 'Actualidades'. «En Chile, primer país donde llegara, no encontró quien le diera los elementos necesarios para la construcción de su aparato; vínose entonces a Lima, donde ha hallado la misma indiferencia por todo lo que concierne a la aeronavegación». Torrente regresó a Chile, donde, según Alejandro Pizarro Soto, «construyó un aeroplano que no voló, pero que fue exhibido como gran novedad a principios de enero de 1911», en la capital. Esa fue su cumbre aeronáutica.

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El bilbaíno decidió cambiar de oficio y profesionalizarse como fotógrafo, oficio que aprendió de su cuñado Vicente, marido de su hermana Crispina, que había emigrado con él, Y por fin acertó. Benito fue fotógrafo ambulante primero y después reportero gráfico, oficio que acabó convirtiéndose en familiar. Se casó con María Magdalena Campos Contreras el 7 de mayo de 1929, en Santiago. Fueron padres de 3 hijas y 8 hijos, de los que siete fueron fotógrafos profesionales, uno de ellos, Heliodoro Torrente, un referente de la fotografía chilena. Benito Torrente murió el 16 de septiembre de 1960, en Santiago de Chile, a los 78 años.

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