'Dragon Quest III: HD-2D Remake' o el renacer de un formidable RPG

Últimamente los videojuegos ponen mucho esmero en conectar con el jugador. No se limitan a hechizarte con su apartado artístico y técnico, sino que buscan hablarnos directamente. Videojuegos que nos preguntan acerca de nuestras preferencias, deseos o temores. Ocurre, por ejemplo, con los juegos de Atlus: 'Metaphor' indaga acerca de tu nombre real; 'Catherine' te plantea dilemas en relación a la pareja y el matrimonio… y quién no recuerda las intrigantes preguntas de Islas Destino en 'Kingdom Hearts'.

La obra es consciente de la existencia de su espectador, y busca adaptar su aventura a quienes participan en ella. En 'Dragon Quest III: Seeds of Salvation' ocurría lo mismo: la IA nos sacaba información mediante preguntas para crear una suerte de perfil de personalidad (de corte horóscopo). Esto tiene un potente efecto subjetivo en la propia narrativa del juego: difumina la distancia entre jugador y avatar, involucrándonos directamente en los acontecimientos. El pasado del protagonista es irrelevante aquí; solo importan las decisiones que tomemos a partir del momento presente. Se trata, pues, de construir una historia en conjunto a través de sus mecánicas.

Gracias a una clave de acceso anticipado, he podido probar 'Dragon Quest III HD-2D Remake', y es mucho más que una puesta a punto. Los primeros minutos son una cálida invitación a un mundo que nos atrapa con sus tenues colores y sensibilidad sonora. El remozado pixel-art (al estilo de 'Octopath Traveler') solo aúpa su condición a juego perfectamente adaptado al presente. Gracias a las distintas mejoras técnicas y los añadidos 'Quality of life', apenas se notan los 26 años que le pasan por encima. De hecho, mis preocupaciones respecto al anticuado diseño del combate se desvanecen gracias a estas ayudas externas.

Antaño, los títulos del género presentaban problemas de discontinuidad entre los eventos de la historia y los del mundo abierto. Aquí el diseño es lo suficientemente inteligente como para que la exploración se realice de forma intuitiva. Es parte de la gracia del videojuego que durante nuestro avance se vayan descubriendo las localizaciones a base de pura certeza sensible; esto es, basta con vagas indicaciones de los NPCs y echar vistazos de tanto en cuando al mapa; resolver los caminos y las mazmorras es, por lo general, muy gratificante.

A los Dragon Quest siempre les ha favorecido un ritmo tranquilo, alejado de las narrativas apresuradas de protagonistas a contrarreloj combatiendo el fin del mundo. Su concepto destila el humor y la simpatía característicos de las obras de Toriyama. Esta reimaginación nos invita a sentarnos relajadamente, tomar los mandos y sumergirnos durante horas en la épica aventura. Dragon Quest III rompe con la vertiginosa dinámica de las aventuras de acción RPG, pues debemos esperar precisamente eso (los asiduos saben de sobra a lo que se enfrentan).

Rescato aquí la vigencia de sus mazmorras: hablamos de un remake que influye sobre todo en su aspecto técnico, pero narrativamente se mantiene en idéntica escala. Esto significa que estamos ante la recuperación de un clásico; un título lo suficientemente potente como para que se preserve en estado de gracia. El mapa alberga incontables secretos que lo hacen atractivo al jugador más avezado (si cuenta con el suficiente tiempo libre). Si acaso, la inevitabilidad de los combates aleatorios resulta lo menos sugerente en nuestra andanza; ojalá alguno de los 'QoL' añadidos permitiera desactivarlos como ocurre con otros remakes de Square Enix. Por lo demás, disponemos por fin de autoguardado, aumento en la velocidad de las batallas, posibilidad de memorizar diálogos para consultarlos más tarde, cambios de dificultad… Aportes para brindar una experiencia acorde a los tiempos que corren, sin alterar en ningún momento la propia naturaleza del juego.

Jugar a Dragon Quest III HD-2D remake es, en definitiva, disfrutar de uno de los mejores juegos del género en lo que va de año. Además, durante los próximos meses retornarán bajo el mismo formato tanto la primera como la segunda entrega de la franquicia.

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