'Space Marine 2' o por qué necesitamos más videojuegos sin pretensiones
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Aveces uno se cansa de estar siempre atrapado en juegos que parecen obsesionados con alcanzar la trascendencia. En obras que quieren ofrecer experiencias que exploren el sentido de la vida, la moralidad y otros dilemas filosóficos. Por eso, propuestas tan sabrosas como 'Space Marine 2' emergen como un refresco en este verano que colea; una forma de recordarnos lo que puede ser (lo necesario que es) el puro entretenimiento. En la obra de Saber Interactive, la violencia no es un medio para explorar los límites de la existencia humana, sino un fin en sí mismo, un espectáculo abrumador que tiene más en común con los fuegos artificiales que con las peroratas morales. En el mejor sentido posible, Space Marine 2 es una celebración de lo visceral, de lo grandioso y lo abrumador, de esa sensación única que es que te lancen sin miramientos a una guerra interminable donde lo único que importa es sobrevivir y aplastar a todo lo que se cruce en tu camino.
Este enfoque, casi radical en su simpleza, se siente liberador en una industria centrada en lanzar juegos que quieren ser algo más que eso: juegos. Títulos como 'The Last of Us Part II' o 'Elden Ring', con su enfoque en la tragedia, el dolor y la reflexión, son productos indiscutiblemente artísticos, pero también cargan con el peso de lo solemne. Space Marine 2, en cambio, se aleja por completo de esa necesidad de ser profundo y abrazar la complejidad emocional, optando por un camino que es puro espectáculo y pura adrenalina adolescente.
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En el corazón de Space Marine 2 está esa experiencia casi primitiva que consiste en abrirte paso a golpes y disparos a través de hordas interminables de enemigos. Es un título que no te pide pensar demasiado, sino reaccionar, adaptarte y dejarte llevar por el flujo constante del combate. Nos agarra de las tripas y sumerge en un torbellino de violencia que no pretende ser más de lo que es: un ejercicio de pura energía. Y es precisamente esta falta de pretensiones lo que hace que Space Marine 2 sea tan novedoso en pleno 2024. Su apuesta por la diversión por encima de todo lo convierte en la rara avis de las grandes producciones triple A.
El combate en Space Marine 2 es un espectáculo cuidadosamente coreografiado. Cada disparo, cada golpe de espada, cada explosión está diseñado para lograr el máximo impacto sensorial. No hay nada sutil en este juego, y no debería haberlo. Desde el primer minuto, el jugador se ve lanzado a un mundo donde la violencia es la única respuesta a todo, y la única forma de avanzar es aplastando todo lo que se interponga en tu camino. Pero lo que realmente diferencia a Space Marine 2 de otros juegos de acción es la maestría con la que equilibra esa brutalidad desenfrenada con un diseño de juego profundamente intuitivo. Todo se siente natural, desde los controles hasta la fluidez con la que alternas entre el combate a distancia y el cuerpo a cuerpo. El caos se convierte en un ballet de destrucción, y cada horda de tiránidos que derribas es una pequeña sinfonía de explosiones y mutilaciones.
De hecho, no es casualidad que, jugando a Space Marine 2, pensemos en 'Gears of War', otro título que abrazó la idea de que la violencia en los videojuegos puede ser un arte en sí misma. Como en Gears, no nos detenemos a cuestionar las motivaciones de los personajes o a reflexionar sobre la moralidad de la guerra. La única moralidad que existe aquí es la de la supervivencia, la de ser más rápido, más fuerte y más letal que tus enemigos. Esa simplicidad, lejos de restarle valor, es precisamente lo que le da a Space Marine 2 su identidad única. Es precisamente esta propuesta desenfadada, casi descarada en su bombasticidad (si me permites el palabro), la que resulta tan atractiva. Space Marine 2 es una descarga de adrenalina pura, de esas que te hace apretar el mando con fuerza mientras te abres paso entre hordas de enemigos sin un segundo de descanso. Y es en esa simplicidad donde radica su genialidad.
No me voy a cansar de decirlo: necesitamos más juegos como Space Marine 2. No porque los títulos que exploran la profundidad emocional o filosófica sean innecesarios, sino porque, en su afán de validación cultural, el videojuego a veces parece olvidar que también puede y debe ser desenfrenado y espectacular. No todo necesita un comentario social. No todo necesita reflexionar sobre la condición humana. A veces, todo lo que necesitamos es una espada, un montón de enemigos y la oportunidad de desatar el caos sin culpa ni remordimientos.
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La guerra que Space Marine 2 presenta no es la guerra trágica que vemos en títulos más realistas o narrativamente complejos. Es una guerra estilizada, casi caricaturesca, pero eso no la hace menos impactante. De hecho, en muchos sentidos, su enfoque bombástico es precisamente lo que la hace tan efectiva. No estamos aquí para reflexionar sobre el impacto de sus acciones; estamos en esto para disfrutar del acto de destruir. Y hay algo profundamente liberador en esa propuesta. Y quizás lo más interesante es que, pese a su naturaleza espectacular, Space Marine 2 nunca se siente vacío. No es solo ruido por el ruido, ni espectáculo por el espectáculo. Cada batalla, cada secuencia de acción está diseñada para hacerte sentir que formas parte de algo mucho más grande, de una guerra que trasciende las fronteras del videojuego y se convierte en una experiencia sensorial total.
Space Marine 2 es un triunfo porque se abandona al puro entretenimiento como una vía de escape en la que perdernos durante horas aplastando tiránidos y disfrutando del caos sin preocupaciones. Y eso, en sí mismo, es un arte.
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