«Temimos que le habían matado, pero no de esa forma tan cruel»

Tanto Víctor como su hermana y el hijo de Josetxu, del que era «inseparable», han seguido las cuatro sesiones que ha durado el juicio contra Mohamed Achraf y Hedangeline Arrieta, celebrado en la Sección Tercera de la Audiencia de Zaragoza. Víctor se acercó al asesino y le susurró que «ojalá se pudra en la cárcel». Lo detalla así: «Cuando me levanté, hasta el policía me dejó pasar para acercarme». Se permitió ese leve desahogo después de tantas horas de tensión y rabia acumuladas.

Los nueve miembros del jurado les dieron el pésame después de leer su decisión. «Nos dijeron que habían tardado once horas, pero por el papeleo, porque ellos lo tenían claro desde el primer día». También el magistrado-presidente, Mauricio Murillo, al que le toca hora dictar sentencia y fijar la pena, les mostró su cercanía al anunciar que iba a imponer la mayor condena que le permite la Ley. «A la familia lo único que nos quedaba era pelear por que les cayera lo máximo posible. La prisión permanente revisable no se pudo, así que el asesinato -confiesa Víctor-. Ahora, Josetxu está donde está y ellos donde les corresponde, en la cárcel por muchos años».

La Fiscalía pide para la pareja procesada 34 años de prisión y la acusación particular, ejercida por las abogadas bilbaínas Estefanía Rojo y Uxue Pilar Leguina, uno más, 35, por los delitos de asesinato con los agravantes de alevosía y ensañamiento, robo con violencia, retención ilegal y estafa. Se da por probado que Arrieta y Achraf, tras engañarle mediante una cita falsa por Badoo en Luceni (Zaragoza), le retuvieron a la fuerza, le robaron el 'Mercedes' e intentaron venderlo y extrajeron 1.800 euros de sus cuentas. La sentencia incluirá también indemnizaciones a los familiares, que no van a cobrar porque los acusados son insolventes. «Nunca fue una pretensión, ni se nos pasó siquiera por la cabeza», dice Víctor.

Lo más difícil para ellos ha sido la actitud de «total desprecio a la vida» y hacia la víctima que ambos mantuvieron en la sala. «Es gente fría. Matar debe formar parte de su vida», apunta. Después de enterrar vivo a Josetxu, el 9 de septiembre, Mohamed colgó en su Facebook una fotografía sonriente con sus tres hijos, «como si nada». En la nave en la que vivían en Pedrola tenían además ocho relojes de varón y 17 móviles, por lo que se sospecha que asaltaron a más hombres, que no se atrevieron a denunciar por miedo o por vergüenza. «Se lo han hecho a otros», concluye Víctor.

La familia de 'El rubio', como les conocían a él y a su padre, es muy popular en Algorta. Originarios de un caserío de Azkorri, tuvieron una tienda de deporte y fundaron el Punta Galea. Víctor, además, fue ciclista en la época de Indurain. «A mis padres esto les ha matado. Intentaremos vivir con su recuerdo y tirar para adelante, no hay otra. El mal ya está hecho, nada lo va a reparar».