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Recreación asistida por IA

Estos son los sonidos submarinos que siguen sin aclararse un año después del trágico hundimiento del Titán

El sumergible que llevaba a un grupo de millonarios a visitar el Titanic implosionó y acabó con la vida de cinco personas

Martes, 18 de junio 2024, 00:40

La muerte de cinco personas en el hundimiento del sumergible Titán, sucedida hace un año en Terranova, en un descenso al pecio del Titanic, sigue ... teniendo un enigma pendiente de resolver. Las investigaciones llevadas a cabo por expertos canadienses y norteamericanos han permitido determinar las causas del accidente y cómo fueron las últimas horas del submarino, que estaba tripulado por cinco personas en su último viaje a las profundidades. La gran duda por aclarar son unos sonidos captados por unas sonoboyas de la Real Fuerza Aérea Canadiense en las horas posteriores al accidente.

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Esos sonidos repetitivos e inquietantes, que se pueden escuchar a continuación, hielan la sangre. Son los que motivaron la mayor búsqueda de un submarino llevada a cabo en los últimos años. Se captaron tanto el 18 de junio, día en que se perdió la comunicación con el batiscafo, como en los dos días posteriores. Su origen no podía darse por seguro, pero se quiso creer que había supervivientes y que podían estar golpeando el casco para llamar la atención de los equipos de rescate.

Escucha los sonidos captados:

Sin embargo, las investigaciones posteriores revelaron que la Armada estadounidense ya había detectado un sonido similar a una implosión a la que no podía haber sobrevivido ninguno de los tripulantes. Pero entonces... ¿qué eran esos golpes rítmicos?

A día de hoy, no hay una certeza sobre su origen. En un primero momento se consideró que podía tratarse de una ballena o del ruido que producen los restos del Titanic en el fondo del mar. La Real Fuerza Aérea Canadiense no descarta que se tratase de un barco o un submarino desplazándose en las cercanías del accidente. En cualquier caso, se considera imposible que fuera una petición de rescate. Si se exceptúa ese sonido, el resto de circunstancias del hundimiento han sido desvelados. Estos son los principales datos.

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Las víctimas

Desde arriba a la izquierda, en el sentido de las agujas del reloj: Hamish Harding, Stockton Rush, Shahzada Dawood con su hijo Suleman Dawood y Paul Henry Nargeolet.

Stockton Rush. Era el ejecutivo y fundador de la empresa OceanGate, propietaria del submarino hundido. Él había diseñado el Titán y lo había convertido en un negocio. Formaba parte de la hornada de millonarios obsesionados con la innovación a cualquier precio. «Para mí, cuantas más cosas has roto, más innovador has sido», era una de sus frases. Estaba casado con Wendy Rush, la tataranieta de una pareja que falleció en el hundimiento del Titanic.

Paul-Henry Nargeolet. Apodado 'Mister Titanic', Nagolet era un antiguo comandante de la Armada francesa especializado en trabajos submarinos. Una de sus obsesiones personales era el Titanic, naufragio al que había descendido en numerosas ocasiones, lo que le permitió participar en la recuperación de piezas del barco hundido.

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Hamish Harding. Piloto, explorador, empresario y turista espacial británico. El multimillonario era fundador de Action Group y presidente de Action Aviation, especializada en la compra y venta de aviones, radicado en los Emiratos Árabes. Batió varios récords Guinness por sus logros en aviación, entre ellos, la circunnavegación en aeroplano de la Tierra por los Polos.

Shahzada Dawood. Dawood era uno de los hombres más ricos de Pakistán y entre sus amistades se encontraba el Rey Carlos III de Inglaterra. Como responsable de algunas de las empresas más importantes de Asia había llegado a intervenir en el Foro Económico Mundial.

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Suleman Dawood. Era el hijo de Shazada Dawood. Este estudiante universitario de 19 años no estaba muy interesado en el viaje y se había apuntado para agradar a su padre. Su intención era grabar un vídeo cuando llegasen al Titanic mientras ordenaba el cubo de Rubik. Quería convertirse en la persona que había resuelto ese rompecabezas a mayor profundidad.

El sumergible

Don Walsh, el primer hombre en descender al lugar más profundo del mundo, el abismo Challenger, resumió perfectamente el destino del sumergible. «La cuestión no era 'si' el 'Titán' tendría un accidente, sino 'cuándo' ocurriría», declaró a EL CORREO. Este sumergible era un modelo que no había pasado ninguna homologación oficial y su dueño, Stockton Rush, incluso había despedido a los trabajadores que cuestionaron su seguridad.

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Estaba fabricado en fibra de carbono, mientras que el resto de sumergibles que han descendido a esas profundidades son de acero. El Titán, de siete metros de eslora, se manejaba con el mando de una consola de videojuegos. La cúpula de acceso, situada en la proa, estaba atornillada desde fuera, por lo que era imposible que los pasajeros la abrieran al llegar a la superficie. Necesitaban la ayuda de un equipo exterior para abandonarlo al llegar a la superficie.

Imagen promocional del Titán en uno de sus viajes hacia el Titanic. EL CORREO

El sistema de lastre consistía en unas tuberías de PVC de construcción. Para desprenderse de ellas era necesario que la tripulación se balancease con el objetivo de conseguir que cayesen de la parte superior del vehículo. El dueño de OceanGate hacía firmar un documento a los pasajeros en el que asumían el riesgo y eximían de responsabilidad a la empresa. El precio de cada viaje al Titanic era de 250.000 euros.

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La desaparición

El descenso del Titán comenzó a las nueve de la mañana (hora local), cuando el sumergible se desprendió del Polar Prince, el buque que servía de barco nodriza, e inició el descenso hacia los 3.600 metros de profundidad a los que se encuentra el Titanic. La tripulación del Titan se comunicó cada quince minutos, sin que hubiera ningún tipo de alarma, hasta las doce menos cuarto del mediodía, cuando se cortó toda la conexión. El sumergible debería haber regresado a la superficie sobre las seis de la tarde. A las seis y media, el Polar Prince dio la alarma sobre la desaparición.

En un primer momento se creyó que había emergido en algún lugar no previsto. Entre las hipótesis que se barajaron también se incluyó que estaba atrapado entre los restos del Titanic. La aparición de los sonidos submarinos dio sentido a intentar organizar una operación de salvamento.

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La búsqueda

Barcos de rescate de Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y Francia se dirigieron a la zona, al tiempo que aviones preparados para la búsqueda de submarinos comenzaron a realizar patrullas aéreas por el área. La velocidad era crucial, ya que al Titán solo disponía de una reserva de aire para 96 horas.

Imagen de uno de los vehículos no tripulados utilizados en la búsqueda del Titán. EL CORREO

Los navíos que se dirigían a la zona de rescate iban equipados con vehículos submarinos de control remoto, aunque muy pocos podían descender hasta la profundidad del Titanic. Estados Unidos comenzó a preparar un dispositivo especial para recuperar grandes objetos del fondo marino.

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El hallazgo

Uno de los navíos desplegados en el mar de Terranova era el Horizon Artic, un barco especial para trabajos a grandes profundidades que colaboraba con OceanGate. Este barco permitía, por ejemplo, instalar plataformas petrolíferas o oleoductos submarinos. Estaba adaptado como rompehielos y contaba con vehículos submarinos dirigidos a distancia.

Fue uno de esos dispositivos del Horizon Artic el que localizó restos del Titán en la mañana del 22 de junio. A apenas 500 metros de la proa del Titanic descubrió la cola del sumergible y el bastidor. El hallazgo evidenciaba que se había producido una implosión, causada por la brutal presión de la columna de agua -379 atmósferas- en una superficie que no soportó esta tensión. Los analistas estimaron que el fallecimiento de los pasajeros se había producido en cuestión de milisegundos.

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Consecuencias

Mientras se realizaban las labores de búsqueda salieron a la luz los testimonios de otros pasajeros que, en anteriores viajes, habían temido por su vida dada la precariedad del submarino. La empresa OceanGate, afectada por la muerte de su CEO y las críticas a su conducta, anunció que paralizaba todas sus operaciones. El mes de octubre se confirmó de forma oficial la aparición de restos humanos entre los despojos del Titán.

El accidente abrió un debate sobre los temerarios viajes de algunos millonarios y también sobre la diferencia de recursos que se emplearon para buscar el Titán, frente a los rescates de barcos de emigrantes naufragados. En el primer caso, la discusión no sirvió de nada. El multimillonario estadounidense Larry Connor anunció hace dos semanas que planea descender hasta el Titanic en un mini sumergible. En el segundo caso, tampoco ha habido cambios.

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