Un consumirdor de heroína se inyectaba en la tarde de ayer la droga en la sala que Fundación Gizakia tiene en la bilbaína calle Bailén. ignacio pérez

Osakidetza alerta de que la escasez de droga en la calle provoca «peligrosas» abstinencias

La presencia policial y la cuarentena estrangulan el narcotráfico y movilizan a asociaciones para asistir a más de un centenar de toxicómanos

Jueves, 2 de abril 2020, 01:48

Encontrar heroína en las calles de las principales localidades de Bizkaia se ha convertido en una misión casi imposible en la última semana. Apenas se venden dosis de esta droga dura y las papelinas con las que se trapichea están «peligrosamente adulteradas». También hay muchos problemas para la compra de cocaína, metanfetamina y fármacos como la Lyrica o el Rivotril. Aún circula algo de hachís o marihuana, aunque cada vez con más dificultad. La intensa presencia policial, con controles permanentes, y el confinamiento que ha vaciado las plazas y avenidas han estrangulado el narcotráfico, que ya no puede pasar desapercibido y ha optado por entrar en un periodo de letargo, a la espera de que todo vuelva a la normalidad.

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Esta es la situación que se describe en varios informes oficiales de Osakidetza a los que ha tenido acceso EL CORREO. Los documentos alertan de la complicada situación que se está viviendo, a día de hoy, con más de un centenar de toxicómanos y con decenas de personas que estaban en tratamiento para desengancharse de los estupefacientes y el alcohol. Sufren «peligrosos» episodios de ansiedad y dependencia.

El 25% de las personas sin hogar que están pasando el aislamiento en polideportivos son adictas

Los síndromes de abstinencia se han disparado y amenazan con provocar estallidos y brotes de violencia. De hecho, la escasez de sustancias está detrás de varias peleas y motines que se han vivido estos días de aislamiento en el colectivo de personas sin hogar que pasan la cuarentena acogidos en once polideportivos e instalaciones públicas de Bilbao. «Estamos ayudando allí a 97 personas. Cerca del 25% de los 400 confinados tienen problemas de adicción», explica Estibaliz Barron, directora de la Fundación Gizakia, la entidad que está liderando un operativo especial que se ha puesto en marcha contrarreloj para tratar de quitar presión a esta «bomba de relojería».

La crisis del coronavirus ha puesto contra las cuerdas al colectivo de adictos a sustancias psicotrópicas. En especial a los que son más vulnerables, los que viven en la calle (un centenar en Bilbao). Pero también, según los informes de Osakidetza, a los que tienen un domicilio, incluso un trabajo. Las terapias continúan adelante, pero sólo por medios telemáticos. Y se sigue pautando metadona y otros sustitutivos para reducir los daños.

Los psiquiatras de Osakidetza están haciendo un esfuerzo titánico, en unas condiciones de trabajo dantescas. «Muchos pacientes llevan meses en tratamiento y han dado pasos hacia atrás. Con bastantes habrá que empezar de cero cuando esto acabe», apuntan las fuentes consultadas. El confinamiento añade «un estrés muy grande», que complica «el sostenimiento» de estos enfermos. Las recaídas están siendo «constantes».

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«Hay camellos que han instaurado el pago por 'Bizum' y pasan la droga en la cola de la panadería»

Salvoconductos

En este contexto, la Fundación Gizakia está coordinando los esfuerzos públicos y de otras asociaciones (Cruz Roja, Caritas, Bizitegi, Lagun Artean, Agiantza o Comisión Antisida, entre otras). «Tratamos de sistematizar la atención en mitad de este caos», admite su directora. «El gran reto es mantener la convivencia en los centros. Hay que aguantar hasta que acabe la reclusión», añade Barron. La entidad ha puesto en marcha dos unidades móviles, con médicos y enfermeros, para atender, sobre todo, síndromes de abstinencia.

Además, ha ampliado el horario de su sala de consumo de la calle Bailén (abierta entre las 09.00 y las 18.30 horas) y, ante la escasez de droga, el equipamiento se ha reorientado hacia un espacio para la desintoxicación. En mitad de este drama, se están tramitando algunos salvoconductos para que las personas enfermas puedan moverse para recibir ayuda. «Por su aspecto, la Policía está parando y multando a muchos toxicómanos», cuenta Barron.

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La directora de Gizakia asegura que los pocos camellos que siguen activos en Bilbao están agudizando el ingenio para tratar de sobrevivir. La droga, por ejemplo, se está adulterando de manera peligrosa para estirar las dosis. «Hay quien viene a por metadona porque tiene miedo de lo que le están ofreciendo». Algunos narcotraficantes han introducido el pago telemático, como el 'Bizum' (transferencia bancaria mediante teléfono), y se fijan citas de intercambio «en la cola de la panadería».

Con todo, aún se pueden extraer algunas notas positivas. Por ejemplo, explica Barron, hay personas que no tenían ningún interés en desengancharse de las drogas y que ahora se acercan a pedir ayuda, al no poder acceder a las sustancias en la calle. También quienes estaban en tratamientos mixtos y toman ya solo metadona. «Veremos cómo podemos gestionar estas adherencias en el futuro, cuando superemos la pandemia», concluye la directora de Gizakia.

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