

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Algunos de los cánceres que más matan y más enfermedad provocan van a ser sometidos en la próxima década. Cuando se trata de un mal tan extendido y devastador como lo son las patologías oncológicas, hay que ser realistas. Es muy probable que en ese tiempo, diez años, la mayoría no llegue a curarse. Pero muy seguramente sí que lo hagan determinadas formas tumorales que aún son fuente de dolor. No debe olvidarse que lo que llamamos cáncer son en realidad más de 200 caras diferentes de una misma enfermedad terriblemenete rebelde: el envejecimiento celular.
Existen muchos motivos para la esperanza, para confiar en que los próximos diez años la lucha contra las enfermedades oncológicas viva una auténtica revolución. La principal es que la rebelión no es nueva. Comenzó con el cambio de siglo, con la aparición de las primeras terapias dirigidas contra dianas concretas, el nacimiento de la inmunoterapia y los tratamientos avanzados conocidos como CAR-T, que son células inmunitarias modificadas en el laboratorio que sirven para identificar y destruir una neoplasia.
El conocimiento de las enfermedades oncológicas es cada día mayor y Euskadi no se está quedando atrás en este terreno, sino todo lo contrario. Una red de laboratorios con amplio apoyo institucional –quizás nunca suficiente– busca nuevas formas de luchar contra el mal. De prevenirlo, de tratarlo y de vencerlo, si es posible, para siempre.
EL CORREO ha contactado con cuatro de los líderes de estos grupos de investigación para relatar, a través de ellos, el momento actual de la investigación contra el cáncer en el País Vasco. Lo hacen con motivo del Día Mundial contra la enfermedad, que se conmemora hoy. «Estamos intentando llenar la caja de herramientas contra el cáncer», resume gráfica la investigadora Ana Zubiaga.
Investigación y prevención han permitido duplicar la supervivencia en cáncer de mama en solo cuatro décadas. En los años ochenta del siglo pasado, apenas el 40% de las mujeres diagnosticadas sobrevivía a la enfermedad. Hoy son ya el 85%, un resultado que refleja el éxito de la ciencia y, aunque parezca mentira, también su desafío. Ese 15% de víctimas mortales se refiere a tantísimas mujeres (también algún hombre, el 1% de los casos), que convierte a esta patología en el tumor con mayor incidencia y mortalidad en la población femenina. Faltan por conocerse muchos secretos.
El problema, según explica María Vivanco, investigadora del CICBiogune, es que no hay solo un cáncer de mama, sino muchos. Su grupo se ha propuesto desentrañar esa variabilidad para intentar hacer sencillo lo que aún resulta complejo. Buscan marcadores moleculares que permitan identificar cada tipo de enfermedad para tratarla mejor. «La incidencia es brutal y lo va a ser más», advierte. La población envejece a toda máquina.
El perfil: Bióloga molecular por la UPV/EHU, trabajó en la Universidad de California y el Instituto del Cáncer de Londres. Investiga en mama desde hace más de 20 años.
Reflexión: «La ciencia requiere fondos y por otros países sabemos que compensa».
El investigador Luis Bujanda, presidente de la Fundación de Gastroenterología de España y catedrático de la especialidad en la Universidad del País Vasco, se ha conjurado contra los tumores gastrointestinales. «Queremos curarlos, pero si no lo logramos, tenemos que convertirlos en una enfermedad crónica», se conjura. No es tarea fácil, pero es parte de la misión que se ha marcado con el equipo de Enfermedades Digestivas del Instituto Biodonostia, que dirige desde 2008.
El colorrectal es el segundo tumor que más mata por detrás de los pulmonares. En España causa unos 11.000 fallecimientos al año, más de 500 de ellos en Euskadi. El grupo de Bujanda busca en la microbiota intestinal nuevos biomarcadores, pruebas de su existencia, que ayuden a una detección aún más temprana. Además, entre otras misiones, se ha fijado la de localizar nuevas dianas terapéuticas, nuevas formas de atacar la enfermedad, y seguir a pacientes en busca de señales que permitan predecir recaídas. «El desafío es enorme», reconoce.
El perfil: Licenciado en Medicina por la Universidad de Navarra. Fue jefe de Digestivo del hospital Donostia. Investigador y catedrático de la UPV/EHU, preside la Sociedad Española Gastroenterología.
Reflexión: «Las nuevas terapias marcarán una frontera».
El científico vasco Arkaitz Carracedo, Premio Nacional de Investigación para Jóvenes Margarita Salas, reclutó a la catedrática de Genética Ana Zubiaga para su personal cruzada desde el laboratorio contra el cáncer de próstata. El grupo de Zubiaga en la UPV llevaba ya tiempo centrada en el estudio del cáncer. El prostático es uno de los tumores que menos se ha estudiado, quizás porque el 90% de los afectados acaba falleciendo por otras causas y porque dispone de un tratamiento, terapia hormonal, que generalmente funciona. Pero aún se lleva la vida de uno de cada 40 hombres.
El grupo de Zubiaga buscó las fallas de la enfermedad y halló una proteína, E2F, responsable de mantener estable su ADN (material genético). Después, descubrió la manera de destruirlo y vio también que otros cánceres, el de mama y el osteosarcoma, presentan este mismo talón de Aquiles. «Ahora conocemos mejor las vulnerabilidades del cáncer», cuenta ilusionada. «Podemos pensar en algo más». La investigación continúa.
El perfil: Genetista licenciada en la UPV/EHU, formada también en las universidades de Tuffs y Harvard (EEUU). Desde 2021 lidera el grupo de investigación Molecular Biology of Cancer.
Reflexión: «Buscamos una terapia dirigida a una diana».
Uno de los grandes desafíos de la lucha contra el cáncer son los tumores de la boca. Más de la mitad de los afectados no logra sobrevivir cinco años después de que le diagnostiquen la enfermedad. Resulta curioso pensar que ocurre así con una patología que se da en un sitio tan sensible para detectarlo uno mismo como es la cavidad oral y que se encuentra, además, tan expuesto, que es tan accesible, según reflexiona el catedrático de Odontología José Manuel Aguirre. Los síntomas con los que se manifiesta son tan inespecíficos que tampoco ayudan. Dolor de oído, de la boca, dificultad para tragar, una llaga, dientes flojos...
«Los cánceres de la boca aún se detectan muy tarde», reflexiona Aguirre, que ha dedicado buena parte de su vida profesional a la búsqueda de biomarcadores u otras señales que permitan detectar a tiempo la enfermedad. No lo ha logrado. «Los errores permiten avanzar la ciencia tanto o más que los aciertos», afirma. Sigue en su empeño. Quizás la genética le dé las respuestas que busca.
El perfil: Catedrático de Estomatología de la UPV/EHU, donde se licenció. Responsable de la Unidad de Medicina Bucal del centro. Promotor y organizador del simposio internacional 'Avances en Cáncer Oral'.
Reflexión: «Es raro el cáncer si se cuida bien la boca».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Martin Ruiz Egaña y Javier Bienzobas (gráficos)
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.