Una científica realiza un test para detectar el coronavisus en un paciente. AGENCIAS

¿Qué diferencia hay entre los PCR y los test rápidos que provocaban los bailes de cifras de infectados?

El Gobierno vasco se resistía hasta este miércoles a seguir los pasos del central a la hora de contabilizar sólo los positivos en la primera prueba sin tener en cuenta los de la segunda

Jueves, 30 de abril 2020, 00:40

¿Cómo era posible que últimamente las cifras de contagiados del coronavirus en Euskadi que aportaban el Gobierno vasco y central nunca coincidieran? ¿Cuál de los dos ejecutivos tenía problemas con las matemáticas? En realidad, ninguno. Ambos daban los datos correctos. La diferencia es que los primeros sumaban el resultado de dos pruebas distintas, los PCR y los test rápidos, mientras que los segundos sólo tenían en cuenta la primera. Por ello, la consejera de Salud, Nekane Murga, ha decidido seguir los pasos del Ministerio de Sanidad con lo que se evitará así el constante baile de cifras. ¿Pero estas pruebas son realmente tan diferentes como para que al final se haya decidido apostar por una de ellas a la hora de hacer los balances oficiales de la enfermedad?

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La RT-PCR, su nombre oficial, es la prueba más completa y, por tanto, la más fiable con la menor cantidad de falsos positivos y negativos, lo que ha sido vital para que al final ambos gobiernos hayan decidido adoptarla en exclusiva para sumar nuevos positivos. Además de por otro factor muy importante, como explicó la propia Murga para justificar el cambio de postura, ya que constituye el parámetro universal para identificar una infección reciente, mientras que los test rápidos pueden indicar un contagio pasado. Por todo ello, es el exámen más utilizado por España y otros países a la hora de detectar nuevos casos. De hecho, es el que recomienda la OMS para hacer frente a la crisis provocada por la pandemia.

La prueba se centra en la reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real (RT-PCR). Normalmente, se utiliza una muestra biológica como una secreción respiratoria para detectar el ARN, es decir el material genético, del coronavirus. Una señal de fluorescencia en la prueba señalará si el COVID-19 se ha colado ya en el organismo del individuo, aunque no tenga síntomas de la enfermedad.

El punto débil de este test es que se tiene hacer en un laboratorio y precisa de varias horas para su correcta elaboración. En otras palabras, no se pueden obtener los resultados en el momento y, como todo el mundo sabe, el tiempo está siendo un factor decisivo a la hora de luchar contra la pandemia. Cada minuto cuenta y la realización de este test ralentiza la lucha contra el coronavirus. No obstante, se están intentado elaborar a contrarreloj variantes más sencillas de realizar para tratar de paliar esta desventaja.

Test rápidos

Al contrario que los PCR, los test rápidos permiten conocer de mucho más veloz la expansión de la epidemia. Por ello, el Ministerio de Sanidad se lanzó a comprar lotes de estas pruebas a empresas que los fabrican, aunque en el caso de la Shenzhen Bioeasy Biotechnology, con un nefasto resultado por su falta de precisión. Un hecho que ha podido motivar que el Gobierno central no los tenga en cuenta a la hora de elaborar los balances diarios del contagio, arrastrando con su decisión al Ejecutivo vasco, además de los mencionados falsos positivos de pacientes que en su momento estuvieron expuestos al patógeno, por lo que no podrían contabilizarse como nuevos contagios.

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Como se puede comprobar, es cierto que los test rápidos no son tan efectivos como los RT-PCR pero en estos tiempos de crecimiento desbocado de contagios puede suponer una gran herramienta para evitar nuevos afectados. Eso sí, su precisión depende del grado de contagio en el que se encuentre el sujeto analizado siendo mucho más efectivo (un 90%) en los casos en los que cuentan algún síntoma de la enfermedad que en los que no (un 60%). Por ello, normalmente se precisa de un nuevo análisis, casi siempre el RT-PCR, para confirmar el diagnóstico.

¿Y cómo funciona? En realidad su apariencia recuerda mucho a un test de embarazo. En unos 15 minutos como máximo, una persona puede saber si ha sido afectada a través de la detección de algunas proteínas del coronavirus en sus secreciones respiratorias. Y todo ello sin necesidad de salir de casa y sin tener que recurrir a laboratorios externos.

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