Arkaitz Mardaras participa en un ejercicio de su terapia junto al fisioterapeuta de Aita Menni Álvaro Laguna. Ivonne Iturgaiz
Días mundiales del Daño Cerebral Adquirido y del ictus

El cerebro también se rompe: así han conseguido salir adelante Arkaitz y Hernando

Dos pacientes vascos con serio daño cerebral por un ictus y un fuerte golpe en la cabeza cuentan cómo la constancia les ha ayudado a recuperarse

Domingo, 27 de octubre 2024, 00:22

El cerebro también se rompe. El de Arkaitz Mardaras, un vizcaíno de Atxondo, cedió por un infarto el último Año Nuevo mientras compartía con un ... amigo el primer café de 2024. Hernando Berrio, un colombiano residente en Vitoria, recibió un fuerte golpe en la cabeza al ceder la escalera sobre la que trabajaba. Los dos se han empleado a fondo en los últimos meses por intentar recuperar las facultades perdidas. No ha sido fácil, pero están ya a punto de conseguirlo...

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Hay muchos factores que influyen en la recuperacion del daño cerebral. El alcance de la lesión, el lugar del área afectada, su extensión, el tiempo ganado al reloj desde el momento en que se sufre el accidente hasta que se llega al hospital... Aunque todos ellos cuentan, hay uno que resulta determinante para mantener siempre viva la esperanza frente a la enfermedad, que es la constancia, la fe en las terapias aplicadas, el esfuerzo invertido y, en definitiva, en uno mismo. Con motivo de los días mundiales del Daño Cerebral Adquirido (que se conmemoró ayer) y del Ictus (el próximo martes), Hernando y Arkaitz relatan para EL CORREO el modo en que afrontaron el desafío de su vida.

«Era horrible, muy frustrante»

Año Nuevo amaneció para Arkaitz Mardaras (45 años) como todos y cada uno de sus días, con su inseparable y fatigante dolor de cabeza. «No le di importancia». Quiso el de Atxondo que aquel 1 de enero fuera como los anteriores. Vive solo y le gusta compartir el primer desayuno del año junto a su amigo José Gutiérrez. «Al abrirle la puerta me sentí raro...» El derrame había comenzado.

«¿Estás bien? Te veo blanco», le dijo José. Apenas le dio tiempo a contestarle que tal vez sí. En el momento en que fue a pasarle el café, perdió el conocimiento.Se fue al suelo. Cuando recuperó el sentido, su amigo le sostenía en brazos, mientras llamaba a la ambulancia. No había dolor, solo desorientación, mareo, dolor de cabeza y la imposibilidad de caminar. Un trombo había bloqueado una de las arterias que riegan su cerebro y, como consecuencia del accidente, había perdido la fuerza y la sensibilidad en la parte derecha de su cuerpo.

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ICTUS

  • Qué es Con el nombre de ictus se conoce tanto el infarto (un coágulo de sangre obstruye una arteria del cerebro) como el derrame (rotura de un vaso sanguíneo)

  • Incidencia Según informa la Sociedad Española de Neurología (SEN), en España se producen cada año 90.000 nuevos casos y más de 23.000 muertes.

  • Secuelas El 30% de los supervivientes vive en situación de dependencia, a pesar de las mejoras en tratamiento obtenidas con las nuevas terapias.

  • Arkaitz Mardaras, 45 años, Atxondo «Osakidetza debe mejorar mucho sus recursos asistenciales. sufrí el ictus el 1 de enero y en Oftalmología no me atendieron hasta el mes de agosto»

Días después, cuando despertó en el hospital de Galdakao, aún veía doble; «tenía una miopía del copón, una visión borrosa horrible» y le fallaba el sentido del equilibrio. «Era horrible, muy frustrante. La verdad es que me angustiaba, porque me encanta la lectura y soy ingeniero, trabajo en una empresa como responsable de Proyectos».

Desde entonces, lleva más de ocho meses en un programa de rehabilitación cerebral con Aita Menni. Fisioterapia, terapia ocupacional y neuropsicología le han permitido recuperar la movilidad prácticamente al 100%. Aún se cansa leyendo, pero de no aguantar más de cuatro o cinco minutos ante una pantalla ya es capaz de devorar libros durante cuatro horas. «Me gusta la novela histórica y ahora estoy con 'Yo Julia'», de Santiago Posteguillo, Premio Planeta 2018. El dolor de cabeza ha desaparecido.

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Ha ayudado la terapia y la intervención en Osakidetza de uno de los aneurismas que han descubierto en su cerebro (arterias con puntos de dilatación que acaban por ceder). También el apoyo de familiares y amigos y, claro, su incombustible, tesón. «El secreto es mantener la mente positiva, nunca frustrarse y no quedarse quieto. Aunque cueste y sientas que no se avanza, hay que seguir intentándolo». El próximo mes confía en volver al trabajo.

«¿Estás bien? Te veo blanco», le dijo José. Apenas le dio tiempo a contestarle que tal vez sí. En el momento en que fue a pasarle el café, perdió el conocimiento.Se fue al suelo. Cuando recuperó el sentido, su amigo le sostenía en brazos, mientras llamaba a la ambulancia. No había dolor, solo desorientación, mareo, dolor de cabeza y la imposibilidad de caminar. Un trobo había bloqueado una de las arterias que riegan su cerebro y, como consecuencia del accidente, había perdido la fuerza y la sensibilidad en la parte derecha de su cuerpo.

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Días después, cuando despertó en el hospital de Galdakao, aún veía doble; «tenía una miopía del copón, una visión borrosa horrible» y le fallaba el sentido del equilibrio. «Era horrible, muy frustrante. La verdad es que me angustiaba, porque me encanta la lectura y soy ingeniero, trabajo en una empresa como responsable de Proyectos».

Desde entonces, lleva más de ocho meses en un programa de rehabilitación cerebral con Aita Menni. Fisioterapia, terapia ocupacional y neuropsicología le han permitido recuperar la movilidad prácticamente al 100%. Aún se cansa leyendo, pero de no aguantar más de cuatro o cinco minutos ante una pantalla ya es capaz de devorar libros durante cuatro horas. «Me gusta la novela histórica y ahora estoy con 'Yo Julia'», de Santiago Posteguillo, Premio Planeta 2018. El dolor de cabeza ha desaparecido.

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Ha ayudado la terapia y la intervención en Osakidetza de uno de los aneurismas que han descubierto en su cerebro (arterias con puntos de dilatación que acaban por ceder). También el apoyo de familiares y amigos y, claro, su incombustible, tesón. «El secreto es mantener la mente positiva, nunca frustrarse y no quedarse quieto. Aunque cueste y sientas que no se avanza, hay que seguir intentándolo». El próximo mes conf ía en volver al trabajo.

Desde seis metros de altura

Hernando (54 años), el colombiano de Vitoria, es un superviviente de mil batallas. Vino a España huyendo de la inseguridad de su Bogotá, «donde la vida no vale un euro», y encontró empleo en una empresa dedicada a labores de mantenimiento. Ese día que nunca se olvida, el 18 de diciembre último, trabajaba en un hotel de la capital alavesa. Estaba encaramado a una escalera colocada sobre la acera, intentando resolver una filtración de agua que se colaba hasta la cafetería del local. La escalera patinó y Hernando perdió el equilibrio.

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Hernando Berria habla a otros pacientes del valor de la tenacidad frente a la enfermedad. Félix Morquecho

DAÑO CEREBRAL ADQUIRIDO

  • Qué es El Daño Cerebral Adquirido (DCA) es una lesión que surge de manera repetina en un cerebro sano. Genera en el afectado alteraciones físicas, cognitivas y de tipo emocional

  • Incidencia Más de 435.000 españoles viven con DCA. El 80% se debe a ictus. El resto se relacionan, entre otros, con accidentes de tráfico y laborales.

  • Secuelas El 44% de los afectados queda con daños graves de por vida.

  • Hernando Berrio, 54 años. Vitoria «Mi hermana Lizeth le dijo al médico de la UCI, 'doctor, éste nos ha sacado adelante a todos, incluida mi madre, viviendo en barrios muy difíciles. Saldrá'; y sí, he salido»

Evitó incrustarse la cabeza en la luna que tenía enfrente, pero detener el impacto de la caída desde seis metros de altura era ya imposible. Su cabeza golpeó contra el bordillo de un árbol de la calle y quedó lo suficientemente machacada como para necesitar un mes de UCI y seis de rehabilitación. «No es fácil salir adelante con un accidente así», confirma la terapeuta que aún le acompaña, Naiara Mimentza. Hernando, un tipo duro, el mayor de siete hermanos, tuvo que enfrentarse a los problemas tanto de conducta como de movimiento que le dejó el porrazo.

La constancia pudo con ellos. Ahora, mientras aguarda el día de volver al trabajo, se lo cuenta a otros pacientes hospitalizados en Aita Menni. «Cada uno ha de buscar su manera de ejercitarse para salir adelante. Sin trabajo permanente, un día sí y otro también, uno no se recupera», les dije. Lo sabe por experiencia.

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